jueves, 23 de junio de 2016

El pequeño dinosaurio que guardaba un secreto

El estudio de un dinosaurio de la Sierra de la Demanda cambia las ideas vigentes sobre la evolución de un grupo de dinosaurios vegetarianos.




Reconstrucción de la Vegagete pie izquierdo en el anterior (10A) y vistas posteriores (10B).




















Recientemente la prestigiosa revista científica PlosOne ha publicado un artículo basado en el estudio de un dinosaurio recogido en la proximidad de Salas de los Infantes, y cuyos fósiles se custodian en el Museo de Dinosaurios de esa localidad.

Firma el trabajo un grupo internacional de paleontólogos encabezado por el investigador francés Paul Emile Dieudonné, Iñaki Canudo (Universidad de Zaragoza), Thierry Tortosa (Réserve Naturelle Nationale Sainte-Victoire, Marsella, Francia), Ignacio Díaz Martinez (Universidad Nacional de Río Negro, Argentina) y Fidel Torcida (Colectivo arqueológico y paleontológico de Salas).

Comparación pie humano y pie de dinosaurio
Los fósiles estudiados son de 5 pequeños dinosaurios identificados dentro de la familia Rhabdodóntidos formados por pequeños y ágiles animales vegetarianos. Los 5 individuos recuperados eran de edades diferentes, desde crías a adultos, y  de una especie que era especialmente pequeña: el mayor de todos tenía 60-70 cm de longitud y su altura no superaría los 30 cm. El que aparecieran juntos hace pensar en la hipótesis de que formaban parte de un apequeña manada que pereció ahogada por una súbita inundación.

Del análisis de los huesos resultó sorprendente comprobar la mezcla que presentaban de características anatómicas primitivas junto a otras propias de dinosaurios más complejos. Una parte esquelética fundamental en ese estudio ha sido la dentadura: estos dinosaurios presentaba unos dientes únicos que les incluye dentro de los rhabdodóntidos.

Los rhabdodóntidos fueron un grupo de dinosaurios endémicos (exclusivos) de Europa que alcanzaron una gran diversidad durante la fase final del Cretácico (de 80 a 70 millones de años atrás). Lo resaltable de los dinosaurios burgaleses es que son los representantes más antiguos de esa familia (Cretácico inicial, unos 125 millones de años) en un desfase temporal bastante grande. Este descubrimiento aporta argumentos para pensar que los rhabdodóntidos evolucionaron mucho más pronto de lo que los especialistas pensaban hasta ahora.

Pero las sorpresas no acaban aquí: un dinosaurio cercano evolutivamente a los ejemplares burgaleses es Muttaburrasaurus, que habitaba Australia cuando estaba sometida a un rígido clima polar. La hipótesis que proponen los autores de este nuevo trabajo es que los rhabdodóntidos se desarrollaron en el gran supercontinente del Sur, Gondwana (Australia, América del Sur, África, Antártica) y posteriormente emigraron al supercontinente Laurasia (América del Norte, Europa, Asia). Esta idea se refuerza por descubrimientos como el de Demandasaurus, el dinosaurio salense con raíces en África y que desciende de antepasados que emigraron desde África.

Dientes fósiles
La aportación de mayor repercusión científica del artículo se basa en la revisión de las relaciones evolutivas entre los dinosaurios ornitópodos (dinosaurios bípedos vegetarianos) dentro de los que se incluyen los rhabdodóntidos. Utilizando distintas publicaciones de autores que han trabajado en ese tema, los investigadores del dinosaurio serrano crean un nuevo grupo de dinosaurios que han denominado Rhabdodontomorpha. Esta propuesta cambia la visión que sobre este grupo de pequeños dinosaurios tenía la comunidad científica internacional.

Esta publicación subraya el enorme interés y la gran proyección internacional que tienen los dinosaurios de la Sierra de la Demanda, que se conservan en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes. Un número creciente de investigadores de varias partes del mundo viajan a Burgos para conocer y estudiar los fósiles de dinosaurios serranos, de los que hay una gran diversidad de especies, incluida alguna única como Demandasaurus.

Los dinosaurios burgaleses son una referencia mundial en la paleontología del siglo XXI y las expectativas científicas respecto a la información relevante que pueden proporcionar crecen año tras año.  

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