Un equipo de geólogos encuentra en Suecia un resto de una
colisión en el Sistema Solar 1.000 veces mayor que la que aniquiló a los
dinosaurios
El asteroide Öst 65 hallado en una cantera del sur de Suecia
B. SCHMITZ
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Científicos suecos han encontrado un nuevo tipo de meteorito
que se produjo tras la mayor colisión de asteroides en los últimos 3.000
millones de años. Es una pequeña roca oscura de menos de 10 centímetros, pero
tiene un valor incalculable para aclarar aquel evento, del que aún se sabe muy
poco.
Hace 470 millones de años, un asteroide de unos 200
kilómetros de diámetro chocó con otro de menor tamaño en el cinturón de
asteroides, entre Marte y Júpiter. La colisión fue unas 1.000 veces mayor quela del meteorito que aniquiló a los dinosaurios cientos de millones de añosdespués. La Tierra fue literalmente bombardeada por los escombros de aquellos
dos cuerpos estelares, aunque en este caso su efecto pudo ser muy diferente.
Justo en aquella época sucedió uno de los mayores episodios de diversificación
biológica conocidos, un auténtico estallido de nuevas especies de animales sin
el cual ninguno de nosotros estaría aquí.
“Estamos ante uno de los eventos más importantes en la
historia de la evolución y un paso crucial en nuestra propia línea evolutiva”,
explica a Materia Birger Schmitz, investigador de la Universidad de Lund, en
Suecia. De no ser por su equipo, el nuevo meteorito se habría convertido en
baldosas para la cocina. Desde hace 25 años Schmitz trabaja supervisando los
trabajos en la cantera de Thorsberg, al sur de Suecia, que está situada en el
lecho del antiguo océano en el que cayeron muchos de los fragmentos de los
asteroides. Hasta el momento ha rescatado 100 de estos meteoritos. Todos son
condritas tipo L, es decir, fragmentos del asteroide grande. Por ahora, nadie
había hallado ningún fragmento del cuerpo más pequeño, por lo que se dudaba si
desapareció por completo tras el choque.
Este puede ser el primer fragmento documentado de un meteorito extinto
El análisis de los isótopos de oxígeno y cromo muestra que
la composición del nuevo meteorito es totalmente diferente a cualquiera de los
más de 50.000 meteoritos conocidos hasta ahora, según explica Schmitz y el
resto de su equipo en un estudio publicado hoy en Nature Communications. La
datación realizada por el equipo lo sitúa en la fecha de la gran colisión, un
millón de años arriba o abajo.
“Este puede ser el primer fragmento documentado de un
meteorito extinto, de un tipo que ya no caerá nunca a la Tierra porque el
cuerpo del que proviene ha sido destruido por las colisiones”, resalta el
trabajo.
Esta esquirla de un asteroide perdido abre una enorme
ventana al conocimiento del Sistema Solar, pues demuestra que las rocas que
bombardeaban la Tierra hace unos 500 millones de años eran muy diferentes a las
de ahora. “La vida”, sugiere Schmitz, “también lo era”.
“Antes de la colisión de los dos asteroides, había muy pocas
especies de animales viviendo en el lecho marino”, explica Schmitz. Después,
hace unos 470 millones de años, sucede la gran diversificación del Ordovícico,
el verdadero estallido de vida animal en la Tierra. “Hubo una auténtica
explosión de nuevos invertebrados; trilobites, moluscos, peces primitivos… fue
la mayor diversificación biológica conocida y la primera vez que se alcanzó un
nivel de biodiversidad similar al actual”, relata.
La cantera de Thorsberg, al sur de Suecia B. S.
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Schmitz mantiene que el cataclismo producido por los
asteroides fue el chispazo que necesitaba la vida para reinventarse y
progresar. Es la hipótesis de la perturbación intermedia. “Cuando las
condiciones son muy estables, todo se mantiene igual y cuando cambian
demasiado, los seres vivos se extinguen. Pero cuando hay una perturbación intermedia
que presiona en la justa medida, la vida evoluciona como nunca antes lo había
hecho”, razona.
Schmitz publicó por primera vez esta hipótesis en 2007 y
desde entonces trabaja con el objetivo de “enlazar la historia de la vida en la
Tierra con los grandes eventos astronómicos, algo que apenas se ha
investigado”, asegura. “Es muy extraño que ambos eventos coincidan, pero por el
momento es muy difícil establecer si uno fue la causa del otro”, reconoce.
Su equipo ha recibido dos millones de euros del prestigioso
Consejo de Investigación Europeo para seguir buscando más meteoritos “fósiles”
en la cantera sueca. El proyecto aplicará un equipo especial capaz de analizar
cinco toneladas de sedimento cada año para recuperar minerales capturados en
pequeños meteoritos, reconstruir su historia e intentar averiguar qué sucedió
hace unos 500 millones de años en el Sistema Solar para que la composición de
estos haya cambiado tanto.
Jesús Martínez-Frías, Jefe del Grupo de Investigación del
CSIC de Meteoritos y Geociencias Planetarias del Instituto de Geociencias, IGEO
(CSIC-UCM), resalta que la principal importancia del trabajo "es que el
meteorito, el Öst 65, demuestra que hace 500 millones de años había diferentes
tipos de meteoritos cayendo a la Tierra, lo que nos permite disponer de más
datos para reconstruir cómo era la materia primigenia que alcanzaba nuestro
planeta”. Para José Luis Galache, investigador español en el Centro de
Astrofísica Harvard-Smithsonian (EEUU) "es de esperar que se encuentren más
meteoritos extintos, aunque son mucho más difíciles de encontrar pues estarán
enterrados a gran profundidad bajo tierra, y quizás hayan pasado a formar parte
de la roca en el subsuelo, tal y como ha ocurrido con Öst 65".
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