martes, 21 de junio de 2016

Describen cómo fue el día que murieron los dinosaurios

Una calculadora de impacto logró precisar qué paso en los minutos y días siguientes al impacto del asteroide que arrasó con el 80% de lo que había en la Tierra hace 66 millones de años

Después del fuego, el cielo se cubrió de cenizas y permaneció oscuro por meses
La velocidad del asteroide se estima en 64.000 kilómetros por hora. Casi 6 veces la de una bala.















La historia apocalíptica del asteroide que dio fin a los dinosaurios ha sido descrita en incontables libros y películas de ciencia ficción. Desde la identificación el cráter de Chicxulub, en el Golfo de México, se conoce cuándo y dónde empezó la catástrofe, pero aún quedan algunos misterios: cómo fue el impacto que devastó la Tierra y qué pasó en las horas posteriores.

Para dar más luces sobre el mortal fenómeno, geofísicos de la Universidad de Purdue y el Imperial College London (Reino Unido) crearon una ‘calculadora de impacto’ que explica las consecuencias inmediatas de la caída del asteroide.

Fue así: en un amanecer de hace 66 millones de años, en plena era Mesozoica, mientras se escuchaban zumbidos y graznidos de dimensiones inimaginables, una inmensa bola de fuego, más grande y brillante que el Sol, apareció en el cielo. Un asteroide de 10 kilómetros de diámetro se precipitaba hacia la Tierra a unos 64.000 kilómetros por hora (casi 6 veces más rápido que una bala) y en un instante fugaz un rugido de 105 decibelios ensordeció al planeta: la gran bola de fuego había chocado contra la Tierra y causado una explosión estimada en más de 100 trillones de toneladas de TNT.

El impacto penetró en la corteza excavando un cráter de más 185 kilómetros y desencadenando una serie de catástrofes que arrasaron con el 80 por ciento de la vida en la Tierra.

Del fuego a la inundación
Después de la luz roja, el cielo se oscureció como ceniza. "Durante las primeras horas estuvieron cerca de la oscuridad total", dice Gareth Collins, uno de los profesores que desarrolló la calculadora, citado por la revista National Geographic.

Dependiendo de la topografía local, el impacto provocó tsunamis descomunales que alcanzaron hasta 305 metros de altura. Y el terremoto posterior pudo ser mucho más poderoso que cualquier otro fenómeno que se haya registrado por los seres humanos. “Un evento sísmico de este tamaño sería el equivalente a todos los terremotos del mundo durante los últimos 160 años al mismo tiempo", dice Rick Aster, profesor de sismología en la Universidad de Colorado (Estados Unidos).
A los ocho minutos del choque todo el paisaje quedó sepultado bajo un manto de arena caliente y cenizas. Unos 45 minutos después, una ráfaga de viento de 965 kilómetros por hora, esparció los escombros y derrumbó todo lo que pudo haber quedado de pie.

Días después el cielo comenzó a iluminarse, “los siguientes meses o incluso años estuvieron probablemente entre el crepúsculo y un día muy nublado", detalla Collins.

No fue el final
Aunque la mayoría de los estudios se centran en los primeros minutos y días después del impacto, fueron los efectos a largo plazo del medio ambiente que terminaron de liquidar a los dinosaurios y al resto de la vida en la Tierra.

La penumbra causada por la nube de polvo hizo que la fotosíntesis se reduzca drásticamente. El hollín y la ceniza se quedaron por meses y hubo incendios masivos que dañaron temporalmente la capa de ozono que protege al planeta, detalla el geólogo David Kring, del Lunar and Planetary Institute (Estados Unidos).

Si había humanos
Imaginando que existían las personas, quien hubiese estado a menos de 1.000 kilómetros del impacto habría muerto instantáneamente, señala Joanna Morgan, a la National Geographic.

A esa distancia, solo nueve segundos después del impacto, una persona habría sido quemada por una ráfaga de radiación térmica. Un poco más lejos, fuera del alcance de los efectos directos de la explosión, un observador humano habría visto un espectáculo en el cielo: la aparición de un gigante de fuego seguido del oscurecimiento total y una lluvia de estrellas fugaces creadas por los restos del impacto.

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