Nuevos fósiles del Triásico son el eslabón perdido que
conecta a los ancestros anfibios de las ranas con criaturas similares a gusanos
con una columna vertebral y dos filas de dientes afilados.
Chinlestegophis jenkinsi. Jorge González/USC
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Denominado 'Chinlestegophis jenkinsi', el fósil recién
descubierto es el pariente más antiguo del más misterioso grupo de anfibios:
los caecilianos. Hoy en día, estos carnívoros serpentinos sin pelo y sin
extremidades viven bajo tierra y varían en tamaño desde seis pulgadas a cinco
pies (15 centímetros a 1,52 metros).
"Nuestro descubrimiento requerirá que los paleontólogos
reevalúen el momento del origen de los grupos de anfibios modernos y cómo
evolucionaron", afirma el autor principal del estudio, Adam Huttenlocker,
profesor asistente en el Departamento de Ciencias Anatómicas Integrativas en la
Escuela Keck de Medicina de la Universidad del Sur de California (USC).
El estudio, publicado en 'Proceedings of the National
Academy of Sciences', amplía la historia conocida sobre ranas, sapos y
salamandras por lo menos 15 millones de años y cierra una brecha importante en
la evolución caeciliana temprana conectándolos a los estereospóndilos, que
fueron el grupo anfibio más diverso durante la era Triásica hace más de 200
millones de años.
Los científicos creían que la historia del orden
estereospondílico era un callejón sin salida porque, aunque estaba extendida
durante el periodo Triásico, se creía que los animales no estaban relacionados
con nada vivo hoy. Los dos fósiles descubiertos recientemente disipan esa
teoría y sugieren que el linaje anfibio de hoy evolucionó de un antepasado
común hace unos 315 millones de años.
"Los caecilianos son difíciles de encontrar en el
registro fósil porque la mayoría son muy pequeños --explica Huttenlocker en un comunicado--. 'Chinlestegophis jenkinsi' conserva todavía una gran parte de la
morfología primitiva que se comparte con otros anfibios triásicos, es decir,
sus cuatro patas".
Antes de 'C. Jenkinsi', los científicos habían encontrado
solamente otros dos fósiles caecilianos de la Era de los Dinosaurios y --a
diferencia de los dos recientemente desenterrados-- los que llegaron más tarde
y habían reducido sus miembros, se parecían más a sus parientes vivos
contemporáneos.
"Es posible que las cosas que el tejido de la rana y la
salamandra pueden hacer a la hora de curar sin cicatrices también estén
presentes en el ADN humano, pero pueden estar desactivadas --señala el autor
principal del estudio, Jason Pardo, candidato doctoral en la Facultad de
Medicina Veterinaria en la Universidad de Calgary en Alberta, Canadá--. Como
los humanos también son vertebrados, mejoramos nuestra comprensión de nuestra
propia historia evolutiva y herencia genética cuando adquirimos entendimiento
del linaje anfibio”.
RESOLUCIÓN DE MISTERIOS SOBRE LA EVOLUCIÓN DE LOS
VERTEBRADOS
Actualmente, hay menos de 200 especies de caecilianos, que
viven en regiones húmedas, tropicales de Suramérica, África y Asia Sur-Oriental.
Pero los dos antiguos anfibios fósiles hallados a finales de los 90 por Bryan
Small, coautor del estudio y asociado de investigación en la Universidad
Tecnológica de Texas, fueron preservados en fosas fosilizadas del condado de
Eagle, Colorado, Estados Unidos.
Los paleontólogos utilizaron rayos X tridimensionales para
reensamblar los restos fósiles de dos ejemplares de 'C. Jenkinsi'. Partes de un
cráneo, columna vertebral, costillas, hombro y piernas sobrevivieron en los
fósiles de la primera muestra, pero sólo se distinguía el cráneo en el segundo
espécimen.
"Hace veinte o treinta años, ni siquiera estábamos
seguros del origen de las aves --relata Pardo--. Ahora, estamos resolviendo
algunos de los últimos misterios que quedan sobre a partir de qué tipo de
animales evolucionaron los principales grupos de vertebrados. Caecilianos,
tortugas y algunos peces son los únicos grupos de vertebrados importantes sobre
los que los paleontólogos todavía tienen preguntas abiertas".
Las madrigueras en las que se conservaban estos fósiles eran
de casi dos pulgadas de ancho (más de cinco centímetros), lo que significa que
no podían haber sido muy grandes. Sus cráneos en forma de bala tenían poco más
de una pulgada (2,54 centímetros) de largo, por lo que el antiguo caeciliano
era probablemente del tamaño de una pequeña salamandra, detalla Huttenlocker.
Se desconoce la longitud del animal porque los
investigadores no tienen los restos fósiles completos del animal, pero Pardo
estima que el caeciliano antiguo tenía entre seis pulgadas (15,24 centímetros)
y un pie de largo (30,48 centímetros). Como un pequeño carnívoro, probablemente
comía insectos. Sus ojos habrían sido funcionales pero diminutos. Algunos de
los caecilianos de hoy no tienen ojos o están escondidos bajo la piel húmeda.
Durante el verano, esta área central de Colorado habría sido
abrasadora, que es probablemente por lo que estos animales subterráneos
prosperaron. Los dinosaurios grandes como los primeros parientes del
'Tyrannosaurus rex' y 'Triceratops coul' no podrían haber existido en este tipo
de condiciones, según Huttenlocker.
"Los antiguos caecilianos vivían en estas madrigueras profundas
en el suelo hasta el nivel de la capa freática para poder mantenerse húmedos y
evitar la extrema aridez de la estación seca --detalla Huttenlocker--. Voy a
regresar a Colorado este verano y espero encontrar más animales con esqueletos
más completos. Encontraremos uno. Este es sólo el informe inicial".
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