El proceso por el que algunos
dinosaurios se convirtieron en aves hace millones de años estuvo acompañado por
profundos cambios en la parte superior del cráneo de aquellos reptiles, según
un estudio que publica este 11 de septiembre del 2017 la revista Nature.
La
investigación encabezada por expertos de la Universidad de Yale (EE.UU.),
aporta, además, nuevas pistas sobre cómo evolucionan los cráneos en función de
las transformaciones que atraviesan los cerebros, un área inexplorada hasta
ahora en este campo.
"Durante la transición de dinosaurio a pájaro, el
cráneo se transforma enormemente y el cerebro se agranda.
Nos sorprendió que
nadie hubiese estudiado directamente esta idea", explicó Bhart-Anjan Singh
Bhullar, uno de los autores del estudio.
Yale University |
Aunque estudios
anteriores han abordado la conexión general entre cerebro y cráneo, no estaba
claro hasta ahora la existencia de relaciones entre regiones específicas del
cerebro y elementos individuales de la parte superior del cráneo.
Esta circunstancia,
indicaron los científicos de Yale, ha dado lugar a teorías opuestas respecto a
los procesos de desarrollo del cráneo.
En este sentido, Bhullar y sus colegas
no se limitaron a analizar simplemente la evolución del cerebro y morfología
craneal de los dinosaurios más próximos a las aves, sino que abordaron la de
todo el linaje implicado en la transición de reptiles a pájaros.
Descubrieron
que la mayoría de los cerebros y cráneos de reptiles eran marcadamente
parecidos entre sí, mientras que los de dinosaurios y aves más próximas desde
el punto de vista evolutivo eran diferentes.
"Hallamos una clara relación
entre los huesos frontales y el prosencéfalo y entre los huesos parietales y el
mesencéfalo", dijo Bhullar, cuyo equipo analizó para esta investigación
con nuevas técnicas de escáner embriones de lagartos, caimanes y aves.
Los
expertos sugieren que esa relación "se da en todos los vertebrados con
cráneos óseos" y apunta a que existe una "profunda conexión de
desarrollo" entre el cerebro y el cráneo superior.
"Esto implica que
el cerebro produce señales moleculares que obligan al esqueleto a formarse
alrededor", destacó Bhullar, quien reconoció que "conocemos
relativamente poco sobre la naturaleza precisa de este patrón".
En último
término, concluyó, una de las conclusiones de este estudio es que "la
evolución es más simple y más elegante de lo que parece".
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