Desde que en las últimas décadas coleccionistas y museos
pagan importantes sumas por ejemplares espectaculares han abundado las ventas,
los expolios de yacimientos y lo peor de todo: las falsificaciones
Imagen de Ghedoghedo - CC BY-SA 3.0
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Hace poco se publicó un nuevo dinosaurio bautizado
Halszkaraptor con una combinación extraña de características: patas traseras
fuertes y con grandes garras como las del afamado Velociraptor (conocido por su aterrador papel
en Parque Jurásico), cabeza similar a la de un cisne y patas delanteras mitad
aletas, mitad brazos; algo así como un cisne diabólico. La combinación generó
sorpresa entre los especialistas por ser novedosa, aunque también cierta
sospecha y algunas comprobaciones extra, porque el fósil de Halszkaraptor tieneuna historia complicada que hace temer que pudiera ser falso. En efecto:
vivimos en una época en la que hasta los dinosaurios pueden ser de pega.
En ciertas zonas de China y Mongolia abundan los fósiles del
final del Cretácico, una época fascinante por los dinosaurios que vivían
entonces y, en especial, clave en la evolución temprana de las aves. Desde que
en las últimas décadas coleccionistas y museos pagan importantes sumas por
ejemplares espectaculares han abundado las ventas, los expolios de yacimientos
sin permiso de las autoridades ni control geológico y lo peor de todo: las
falsificaciones, algunas de sobresaliente calidad. Porque cuando hay dinero por
medio, no hay respeto científico que valga.
Se han detectado ejemplares fósiles de aves primitivas que
resultaron estar formadas por restos de dos animales diferentes montados para
que parecieran uno. Los falsificadores han aprendido a desmenuzar el sedimento
que rodea a los fósiles reales para crear una especie de cemento que luego usan
para disimular los detalles que podrían delatarles. En ocasiones, llegan a
pulverizar hueso real para reconstruir piezas faltantes de un modo casi
imposible de diferenciar de un fósil auténtico. Algunas de estas piezas truchas
acaban llegando a manos de museos que las exponen pensando que son reales, o
incluso confundiendo a científicos, que crean a partir de ellas nuevas especies
y variedades de paleofauna. Y los expoliadores y artesanos que las fabrican
cada vez son más hábiles en su actividad fraudulenta.
Esto no sólo ocurre allí: en ciertas zonas de Marruecos, es
muy común encontrar a la venta trilobites como souvenirs, a veces construidos
con piezas de varios fósiles diferentes manipuladas y reacondicionadas para
parecer un único ejemplar. El comercio de fósiles tiene estas cosas: para
empezar, un resto fósil extraído de su lugar de reposo pierde automáticamente
gran parte de su valor al impedir el estudio de las circunstancias y el momento
de su fosilización. Todo lo que es valioso se acaba falsificando y en el caso
de los restos del pasado cuanto más raros, más caros son; científicos y museos
tendrán que tener mucho cuidado, como parece ser han tenido en el caso de
Halszkaraptor, del que no parece haber sospechas sobre su autenticidad aunque
el historial de la pieza presente lagunas.
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