Publicada la tesis que lo confirma por Matthew Baron
Se ha publicado la tesis que mantiene que el sistema de
clasificación de los dinosaurios universalmente aceptado desde hace 130 años
puede estar completamente equivocado y quizás sea necesario cambiar los libros
de texto, al tiempo que se impone la idea de que estos animales podrían haberse
originado en el hemisferio norte en lugar del sur.
Recreación de un Tiranosaurio Rex. |
Esta es la propuesta de la obra titulada The Origin and Early Evolution of the Dinosauria (Full-text available), escrita en febrero de
2018 por Matthew Baron, después de que a principios de 2017 un grupo de
científicos de la Universidad de Cambridge y el Museo de Historia Natural de
Londres afirmaran que en la revista Nature que los grupos familiares tienen que
ser reorganizados y los nombres tradicionales cambiados.
La clasificación de los dinosaurios se remonta a la época
victoriana. Fueron reconocidos por primera vez como un grupo único de reptiles
fósiles en 1842 gracias al trabajo del anatomista Richard Owen, que más tarde
fundó el Museo de Historia Natural de Londres. Durante las décadas siguientes,
varias especies fueron nombradas al tiempo que se iban encontrando e
identificando cada vez más fósiles. Durante la segunda mitad del siglo XIX los
científicos se dieron cuenta de que los dinosaurios eran anatómicamente
diversos y se hicieron intentos para clasificarlos en grupos que compartían
características particulares.
Fue el paleontólogo británico Harry Govier Seeley quien
determinó que los dinosaurios se dividían claramente en dos grupos distintos, o
clados: los saurisquios y los ornitisquios, según la disposición de sus
caderas. Pero cuando se describieron más dinosaurios se hizo evidente que
algunos pertenecían a un tercer linaje distinto, los terópodos. En 1887 Seeley
colocó a los saurópodos (que incluía a los enormes dinosaurios 'clásicos' como
el Diplodocus y el Brontosaurio) junto con los terópodos (entre ellos el T.
rex), en el grupo de los saurisquios. Con el tiempo, se mostró que estos y los
ornitisquios habían evolucionado a partir de un único ancestro común.
Las aves (con sus caderas obviamente 'de ave') evolucionaron
de los dinosaurios terópodos (con sus caderas de lagarto). Sin embargo, el
reagrupamiento de los dinosaurios que se propone en este estudio muestra que
ambos, ornitisquios y terópodos, tenían el potencial de evolucionar una cadera
de ave, lo que ocurre es que lo hicieron en diferentes momentos de su historia.
Los científicos realizaron un cuidadoso análisis de decenas
de esqueletos fósiles y de decenas de miles de rasgos anatómicos de
dinosaurios. «Cuando comenzamos nuestro análisis, nos preguntamos por qué
algunos ornitisquios antiguos parecían anatómicamente similares a los
terópodos. Nuestro nuevo estudio sugiere que estos dos grupos eran de hecho
parte del mismo clado. Esta conclusión fue toda una sorpresa, ya que iba en
contra de todo lo que habíamos aprendido», dice ahora el autor principal de la
tesis, Matthew Baron.
Para David Norman, de la Universidad de Cambridge, «las
repercusiones de esta investigación son a la vez sorprendentes y profundas. Los
dinosaurios de cadera de ave, que a menudo se consideran paradójicamente
nombrados porque no parecían tener nada que ver con los orígenes de las aves,
están ahora firmemente unidos a los ancestros de las aves actuales».
Los científicos creen que la nueva mirada a la historia
evolutiva de estas criaturas es «simplemente la ciencia en acción». «Todos los
principales libros de texto que cubren el tema de la evolución de los
vertebrados tendrán que ser reescritos si nuestra sugerencia sobrevive el
escrutinio académico», apunta Norman.
El equipo llegó a otra conclusión inesperada. Durante muchos
años, se pensaba que los dinosaurios se originaron en el hemisferio sur del
antiguo continente conocido como Gondwana, debido a que los fósiles de
dinosaurios más antiguos se han recuperado en América del Sur. Pero la nueva
investigación dice que podrían fácilmente tener su origen en el norte de la
masa de tierra conocida como Laurasia, «aunque no hay que olvidar que los
continentes estaban mucho más cerca en este momento».
«Este estudio vuelve a dibujar radicalmente el árbol
genealógico de los dinosaurios, lo que proporciona un nuevo marco para
desentrañar la evolución de sus principales características, su biología y
distribución a través del tiempo. Si estamos en lo correcto, explica muchas
inconsistencias anteriores en nuestro conocimiento de la anatomía y las
relaciones de los dinosaurios», afirma Paul Barrett, del Museo de Historia
Natural y coautor del estudio.
Fue el paleontólogo británico Harry Govier Seeley quien
determinó que los dinosaurios se dividían claramente en dos grupos distintos, o
clados: los saurisquios y los ornitisquios, según la disposición de sus
caderas. Pero cuando se describieron más dinosaurios se hizo evidente que
algunos pertenecían a un tercer linaje distinto, los terópodos. En 1887 Seeley
colocó a los saurópodos (que incluía a los enormes dinosaurios 'clásicos' como
el Diplodocus y el Brontosaurio) junto con los terópodos (entre ellos el T.
rex), en el grupo de los saurisquios. Con el tiempo, se mostró que estos y los
ornitisquios habían evolucionado a partir de un único ancestro común.
Las dos clasificaciones más conocidas y que han generado el
cierto consenso llevado a los libros de texto escolares consenso indican que
hubo dos tipos de dinosaurios:los ornitisquios, con caderas de ave, y los
saurisquios, los de «cadera de lagarto». Luego se introdujo en los más
recientes el teropodos, para admitir
tres claves: Ornithischia, Sauropodomorpha y Theropoda. Pero una reciente
investigación indica que el número de ocurrencias y los dinosaurios recién
identificados todavía aumenta rápidamente a través del tiempo, lo que sugiere
que es muy posible que gran parte de lo que sabemos sobre los dinosaurios en el
presente cambie en los próximos 20 años. La acaban de publicar Jonathan P.
Tennant, Alfio Alessandro Chiarenza, Matthew Baron, que investigan
respectivamente desde Imperial College London, University of Cambridge y
Natural History Museum, London,
Hacia 2010, se publicaba que hace sesenta y cinco millones de años se extinguió el último dinosaurio no aviario. Igual que los gigantescos
mosasaurios y plesiosaurios en los mares y los pterosaurios en los cielos. El
plancton, la base de la cadena alimenticia del océano, se vio muy afectado.
Muchas familias de braquiópodos y esponjas de mar desaparecieron. Los restantes
ammonites de concha dura se esfumaron. Se redujo la gran diversidad de
tiburones. Se marchitó la mayor parte de la vegetación. En resumen, se eliminó
más de la mitad de las especies mundiales.
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