Un fémur de 240 millones de años tenía un lado desfigurado
por un tumor maligno.
El hueco canceroso de un Pappochelys, antepasado de la
tortuga, tiene
240 millones de años. Imagen: Brian Engh.
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El paciente nunca supo de dónde provenía el dolor en la
cadera, o por qué su pierna izquierda había dejado de funcionar. El diagnóstico
llegó 240 millones de años más tarde, cuando apareció un fémur en el lecho de
un antiguo lago en Alemania, con un lado desfigurado por un tumor óseo maligno.
El cáncer rara vez aparece en el registro fósil y su
historia entre los vertebrados no se entiende del todo. El 7 de febrero, un
equipo de investigadores que publicó en la revista JAMA Oncology describió al
fémur como el caso más antiguo que se conoce de cáncer en un amniota, el grupo
que incluye a reptiles, aves y mamíferos.
Recolectado originalmente por Rainer Schoch, del Museo
Estatal de Historia Natural de Stuttgart, Alemania, el fémur pertenecía a un
animal de cuerpo ancho y cola larga llamado Pappochelys, un pariente sin
caparazón de las tortugas modernas.
El crecimiento dentado del fémur llamó la atención de Yara
Haridy, paleontóloga en el Museo de Historia Natural de Berlín.
Haridy dijo que las marcas que dejan enfermedades y lesiones
pueden arrojar luz sobre la vida de los animales antiguos. El estudio de esos
fósiles recibe el nombre de paleopatología, y combina aspectos de ciencia
forense y prácticas médicas modernas.
Al examinar escaneos del fémur tomados con microtomografía
computarizada, Haridy y sus colegas identificaron la inflamación como un
osteosarcoma, un tipo de cáncer de hueso también encontrado en humanos.
La falta de evidencia de cáncer prehistórico ha llevado a
investigadores a especular con que la enfermedad es un fenómeno moderno
relacionado con una vida poco sana, la contaminación o con que la gente vive
mucho más tiempo que antes.
Otros especialistas han sugerido la posible presencia de un
gen supresor de tumores en los vertebrados que, al fallar, permite que tumores
benignos hagan metástasis. Sin embargo, ante la ausencia de evidencia fósil, no
ha habido pruebas de ello.
Algo que suma a la incertidumbre es que algunos linajes
animales parecen menos susceptibles al cáncer que otros, mientras que los
tumores en invertebrados no se parecen mucho a los de los vertebrados.
De todos modos, otros hallazgos recientes sugieren la
antigüedad del cáncer. En 2001, un grupo de paleontólogos rusos identificó un
posible osteosarcoma craneal en un anfibio del Triásico Temprano, mientras que
en 2016 se reportó un tumor de mandíbula hallado en un predecesor de los
mamíferos de 255 millones de años de antigüedad.
“Lo que hace que esto sea realmente genial es que ahora entendemos
que el cáncer es, en esencia, un interruptor profundamente arraigado que puede
ser encendido o apagado”, dijo Haridy. “No es algo que sucedió hace poco en
nuestra evolución. No es algo que sucedió al inicio de la historia humana, ni
siquiera de la historia de los mamíferos”.
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