Los fósiles de Dickinsonia, de 558 millones de años, no
revelan todas las características de estas criaturas, los primeros animales
conocidos, que potencialmente tenían boca y tripas.
ILYA BOBROVSKIY, THE AUSTRALIAN NATIONAL UNIVERSITY.
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La erudita de la Australian National University (ANU), Ilya
Bobrovskiy, concluye en un nuevo estudio que las propiedades físicas simples de
los sedimentos pueden explicar la preservación de la Dickinsonia, e implica que
lo que se puede ver hoy en día puede no ser el aspecto de estas criaturas.
"Estas criaturas de cuerpo blando que vivieron hace 558
millones de años en el lecho marino podrían, en principio, tener boca y
agallas, órganos que muchos paleontólogos sostienen que surgieron durante el
período cámbrico decenas de millones de años después", dijo Bobrovskiy, de
la Escuela de Investigación de Ciencias de la Tierra.
"Nuestro descubrimiento sobre la Dickinsonia, y muchos
otros fósiles de Ediacara, abre nuevas posibilidades en cuanto a cómo se veían
realmente", agrega en un comunicado.
La biota de Ediacara
estaba formada por criaturas extrañas que vivían en el fondo del mar hace 571 a
541 millones de años. Crecieron hasta dos metros de largo e incluyen los
primeros animales conocidos, así como colonias de bacterias.
El hecho de que Dickinsonia y otros fósiles de Ediacara se
conservaron en el registro geológico ha sido un gran misterio, hasta
ahora.
El equipo, que incluye a científicos de instituciones rusas,
descubrió cómo se conservaban los fósiles de la biota de Ediacara, a pesar de
que los macroorganismos no tenían esqueletos ni conchas.
"A medida que los organismos decaían, un sedimento más
suave desde abajo fluía gradualmente hacia el vacío que se formaba, creando un
yeso", dijo Bobrovskiy.
"Ahora sabemos
que lo que estamos viendo es la impresión de un suave esqueleto orgánico que
pudo haber estado en cualquier lugar dentro del cuerpo de Dickinsonia. Lo que
estamos viendo podría ser una parte del fondo de Dickinsonia, el interior de su
cuerpo o parte de su espalda".
Bobrovskiy dijo que Dickinsonia tenía diferentes tipos de
tejidos y debe haber sido un verdadero animal, un Eumetazoa, los linajes que
finalmente llevaron a los humanos. "Estos fósiles comprenden nuestra mejor
ventana hacia la evolución animal más temprana y son la clave para comprender
nuestros profundos orígenes".
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