Con una historia en nuestro planeta de más de 80 millones de
años, el casuario común ('Casuarius casuarius') es una rara y esquiva especie
endémica de Australia y Papúa Nueva Guinea
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El casuario, el ave dinosaurio. (Andoni Canela) |
Hay ocasiones en que no encuentras lo que buscas. Eso fue lo
que me ocurrió en mi primera visita a Australia hace ya unos cuantos años.
Aunque lo intenté con todas mis fuerzas, no logré mi objetivo: buscaba al
casuario, una de las aves más sorprendentes del planeta. Durante tres semanas
recorrí insistentemente los bosques tropicales de la costa noreste del
continente, hábitat natural de estas aves de aspecto prehistórico, pero no hubo
manera de dar con ellas.
Una década más tarde regreso al lugar de esa primera
búsqueda infructuosa, concretamente al sur de la península de Cape York. Viajo
hasta Cooktown, una pequeña ciudad situada en el estado australiano de Queensland.
"Aunque no puede volar, corre a gran velocidad, y sus
garras y pico pueden resultar armas letales"
A pesar de su tamaño, Cooktown es un enclave histórico
porque allí fue donde el capitán James Cook desembarcó en 1770 con la intención
de reparar su barco encallado en la Gran Barrera de Coral. Gracias a la ayuda
de los aborígenes Guugu Yimithirr consiguió que su embarcación, el Endeavour,
pudiera continuar su ruta. Desde la misma playa de la ciudad, veo la Gran
Barrera de Coral y sus típicos islotes de arena en el horizonte. La enorme isla
de Papúa Nueva Guinea está solo a escasas mil millas de distancia.
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El hábitat del casuario: un lugar único en el mundo. (Andoni Canela) |
Desde Cooktown viajo hacia el sur, a Cape Tribulation y al
Parque Nacional de Daintree. Aquí se encuentra uno de los bosques tropicales
más antiguos de la Tierra. Se calcula que estas selvas tienen más de 100
millones de años; el endemismo y la diversidad de especies que albergan las
convierten en un lugar único en el mundo. El casuario común ('Casuarius
casuarius'), que se calcula que ya existía hace 80 millones de años, es una
especie endémica de Australia y Papúa Nueva Guinea, convirtiéndose así en un
animal emblemático de este ecosistema.
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Un casuario en plena selva australiana. (Andoni Canela) |
El casuario, conocido como el ave dinosaurio, tiene un
aspecto fascinante: la cabeza y el cuello son de un intenso color azul y lleva
una especie de corbata roja que contrasta con su plumaje de color negro y
aspecto espeso y lanudo. Sobre la cabeza y uniéndose con el pico presenta una
cresta de queratina tirando a marrón. Llaman mucho la atención sus enormes
patas: acaban en unas garras afiladas con tres gruesos dedos provistos de unas
uñas también extragrandes. La forma de las extremidades y la piel escamada que
las cubre me hace pensar en una iguana o incluso en los dinosaurios que
inspiraron su sobrenombre.
Supongo que, además de su aspecto, lo que hace impactante a esta ave es su tamaño: ronda los dos metros de altura y puede llegar a pesar
hasta 90 kilos. A pesar de conocer esta información, cuando veo por primera vez
a un casuario no puedo evitar sorprenderme. Es más grande de lo que imaginaba.
Aun así, enseguida me percato de que se trata de un ejemplar joven. Lo deduzco
por el tamaño de su casco; es más pequeño que el de los individuos adultos.
Estos suelen presentar cascos o crestas, especialmente las hembras, que son más
grandes que los machos.
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Selva australiana de palmeras. (Andoni Canela) |
Esta corpulencia hace que el casuario tenga una fuerza
brutal y, aunque no puede volar, corre a gran velocidad. Sus garras y pico
pueden ser armas letales y, de hecho, algunos casuarios han llegado a matar a
personas cuando han sido molestadas en su medio natural. Por supuesto, como con
cualquier otro animal, lo último que deseo es contrariarlo. El encuentro, que
he esperado durante tanto tiempo, ha sido breve, pero suficiente. Continúo mi
camino paseando bajo los helechos gigantes y, de repente, me veo atrapado en
una extraña selva de palmeras: las hay de todos los tamaños y llegan hasta la
misma orilla del mar, incluso adentrándose al agua. Pero allí el tipo de
vegetación cambia y aparece
el manglar, un bosque con las raíces metidas en el
fondo marino. Esas raíces y las ramas más bajas crean un laberinto
impenetrable.
Australia alberga verdaderos tesoros naturales que, como el
casuario austral, han sobrevivido gracias al aislamiento de este continente. No
es de extrañar que esta extensión de bosque tropical, que va desde la ciudad de
Cairns hasta Cooktown, se declarara Patrimonio Mundial de la Humanidad. A pesar
de su protección, el casuario está muy amenazado y quedan poco más de 1.000
ejemplares en libertad.
elconfidencial.com
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