Los dinosaurios terópodos evolucionaron con mandíbulas más robustas a lo largo del tiempo, lo que les permitió consumir alimentos más duros, revela un nuevo estudio.
Dinosaurios terópodos de diversas dietas. - GABRIEL UGUETO. |
El estudio, publicado en Current Biology, ha revelado que el
análisis biomecánico demuestra que estos cambios de forma hacían que las
mandíbulas fueran mecánicamente más estables al morder, lo que minimizaba la
posibilidad de fractura del hueso.
El equipo internacional, dirigido por científicos de la
Universidad de Birmingham, en Reino Unido, creó modelos digitales de más de 40
mandíbulas inferiores de cinco grupos diferentes de dinosaurios terópodos,
incluidos carnívoros típicos como el tiranosaurio y el velociraptor, y
herbívoros menos conocidos como los ornitomimosaurios, los terizinosaurios y
los oviraptorosaurios.
Fion Waisum Ma, investigador de la Universidad de
Birmingham, que dirigió el estudio, apunta que, "aunque los dinosaurios
terópodos siempre son representados como temibles depredadores en la cultura
popular, en realidad son muy diversos en cuanto a sus dietas. Es interesante
observar que las mandíbulas se han fortalecido estructuralmente con el tiempo,
tanto en los carnívoros como en los herbívoros. Esto les da la capacidad de
explotar una gama más amplia de alimentos", resalta.
"Los dinosaurios terópodos sufrieron cambios dietéticos
extremos durante su historia evolutiva de 165 millones de años --prosigue--.
Comenzaron siendo carnívoros, y más tarde evolucionaron hacia carnívoros más
especializados, omnívoros y herbívoros. Estudiar cómo cambió su mecánica de
alimentación es clave para entender las transiciones dietéticas también en
otros animales vertebrados".
Por ejemplo, en carnívoros como los tiranosauroides, una
forma temprana como Guanlong tenía una mandíbula relativamente delgada y recta.
Pero las formas posteriores, como el 'Tarbosaurus' y el 'Tyrannosaurus',
desarrollaron mandíbulas más profundas con la parte delantera doblada hacia
arriba, lo que aumenta la fuerza de la mandíbula.
Tener una mandíbula reforzada es especialmente importante
para los terópodos herbívoros, ya que sus mandíbulas experimentan un estrés
considerable por el corte repetitivo de plantas. Herbívoros como el
'Erlikosaurus' y el 'Caudipteryx' tienen mandíbulas extremadamente curvadas
hacia abajo que podrían ayudar a disipar esa tensión.
El doctor Stephan Lautenschlager, profesor titular de la
Universidad de Birmingham y autor principal del estudio, subraya que "es
fascinante ver cómo los dinosaurios terópodos habían desarrollado diferentes
estrategias para aumentar la estabilidad de la mandíbula en función de su
dieta. Esto se logró a través de la remodelación ósea - un mecanismo en el que
el hueso se deposita en las regiones de la mandíbula que experimentan altas
tensiones durante la alimentación".
Los investigadores estudiaron la mecánica de alimentación de
los tiranosáuridos a lo largo de su crecimiento y observaron que las mandíbulas
más profundas y volteadas de los terópodos adultos, como el tiranosaurio y el
tarbosaurio, son estructuralmente más fuertes en comparación con las de sus
formas juveniles.
Añade que "la similitud entre el fortalecimiento de la
mandíbula a través del crecimiento y a través del tiempo sugiere que los
patrones de desarrollo en los dinosaurios juveniles afectaron en última
instancia a la evolución de todo el grupo. Esto probablemente facilitó la
evolución de la mandíbula de los dinosaurios terópodos y su éxito general
durante más de 150 millones de años".
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