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Cuando uno piensa en Burgos no se le pasa por la cabeza, ni se imagina, que
una de sus comarcas se llame Pinares, porque en absoluto nadie relaciona esta
provincia de Castilla y León con pinos. Pero, aunque sorprenda, estamos muy
equivocados. Esta comarca, vinculada con las vecinas Soria y La Rioja, muestra
una personalidad propia que atrapa al viajero por la mezcla de la sorpresa y la
fascinación de un intenso color verde. Aquí la sierra y el pinar han marcado el
paisaje y a los habitantes de la zona, que viven desde antaño del bosque y sus
frutos.
Las características del suelo, el clima de montaña y la acción positiva del
hombre han favorecido el desarrollo de enormes masas forestales, hasta el punto
de estar considerada una de las zonas más verdes y exuberantes de toda España.
Impresionantes montañas, plácidos embalses y lagunas, estrechos cañones y
formaciones rocosas que hacen las delicias del visitante. Como bien decía
Antonio Machado: «La hermosa tierra de España; adusta, fina y guerrera;
Castilla, de largos ríos, tiene un puñado de sierras; Entre Soria y Burgos como
reductos de fortaleza; como yelmos crestonados; y Urbión es una cimera».
Una vez en tierras burgalesas, no nos extrañan estas estas palabras, porque
cualquier visitante que pase por la zona queda prendado de lo que le rodea.
Algunos pueden optar por quedarse, para dar un paseo por el bosque, descansar
junto a un riachuelo o dedicarse a buscar setas en la época que corresponda. Es
en este paseo donde puede encontrarse sin previo aviso con un edificio
totalmente integrado con el bosque. La grata sorpresa tiene nombre propio, pues
la «Casa de la Madera» está construida con materiales sacados de los propios
montes (pino y piedra arenisca). Es un espacio en el que se mezclan la
exposición y la formación para que el visitante pueda conocer de primera mano
la importancia y el impacto medioambiental del bosque en el que se halla y de
la necesidad de cuidarlo y protegerlo.
Hayas, robles, acebos o abedules nos reciben en cada curva de la carretera
camino de las Lagunas de origen glaciar de Neila, en el suroeste de la
provincia de Burgos. Y es que es un paisaje cuanto menos sorprendente en
naturaleza y tesoros arqueológicos. Esta zona posee un gran atractivo
paisajístico que reside en el interés y espectacularidad de las formas
glaciares, los contrastes de color y textura ligados a los ecosistemas
acuáticos y los paisajes propios de la alta montaña mediterránea.
Necrópolis muy singular
Pero además de las formaciones glaciares podemos encontrar uno de los
mayores conjuntos de poblados, necrópolis con más de un centenar de tumbas
antropomorfas datadas en el siglo X, como las de Revenga, talladas en un
afloramiento rocoso y que al parecer estaban cubiertas por una losa,
desaparecidas en su mayoría. El ejemplo de esta forma de vida y enterramiento
lo podemos ver también en otras necrópolis como la de Cuyacabras, en el bosque
que rodea Quintanar de la Sierra, con 16 nichos y 166 tumbas o la de Regumiel
de la Sierra, entre otras, conocidas como necrópolis del Alto Arlanza. Todo un
espectáculo algo escabroso, pero cargado de historia.
Otro de los tesoros arqueológicos de la provincia de Burgos son las huellas
que dejaron hace 160 millones de años en el periodo jurásico las diferentes
especies de dinosaurios que vivían en la zona. Estas huellas, conocidas
habitualmente como «icnitas», no son las huellas típicas que podemos imaginar a
priori, sino que son más bien como formaciones en tres dimensiones que los
dinosaurios dejaron al sacar la pata de una capa de barro y que se han
fosilizado con la suerte de que han llegado prácticamente intactas hasta
nuestros días, hasta el punto de que están consideradas como únicas en el
registro icnológico del planeta. Y este rincón no es especial únicamente por la
calidad de las huellas, sino también por la cantidad, ya que el yacimiento de
«icnitas» del municipio de Salas de los Infantes conserva unas 239.
Árboles de 130 millones de años
Y si el viajero se encuentra en la zona buscando fósiles, no le resultará
complicado toparse también con otras joyas naturales, pues por aquí hay árboles
que cuentan con más de 130 millones de años. Actualmente se pueden encontrar,
sin mucha dificultad, hasta tres ejemplares en la población de Hacinas. Pero
además de éstos, existen al menos otros siete enterrados en la misma zona. Para
poder entender este fenómeno de fósiles vegetales, es muy recomendable que el
viajero recorra de forma relajada el Centro de Visitantes del Árbol Fósil que
se encuentra en la localidad. Es el mejor modo de sentir el territorio que nos
acoge.
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