sábado, 18 de abril de 2015

Aogashima, la isla del mundo perdido

-CURIOSIDADES-


 
















Así la llaman porque es lo que parece, aunque quizás jamás hubo dinosaurios pisando esos dos volcanes superpuestos.


Hay varias incongruencias en este asunto, pero más allá de eso, el paisaje es tan impactante que dan ganas de ir ahora mismo aunque esté casi justo en las antípodas, a 320 kilómetros al sur de Tokio. Pero comencemos por rendirle tributo al escocés Arthur Conan Doyle, tan famoso por haber creado a Sherlock Holmes que la gente olvida al resto de su producción entre la cual se cuenta la disfrutable novela “El mundo perdido”, publicada en 1912, muchísimo antes de que naciera Steven Spielberg, dotado de una imaginación tan prolífica como la de don Arthur.

Ver vídeo de la isla (pinche aquí).

El escocés ubica dinosaurios sobrevivientes del colapso en el monte Roraima, ubicado entre Venezuela, Brasil y una de las Guayanas, en plena selva amazónica. David Koepp, el libretista de la saga que integran Jurassic Park y Mundo Perdido, los instala en islas remotas, pero ¿qué querés que te diga? le afanaron violentamente la idea a Conan Doyle y se salvaron de que Sherlock Holmes sea un personaje de ficción (¿estás seguro?) pues de otra manera, la demanda de copy right quedaba planteada.


















Las empresas turísticas japonesas también arrebatan el mágico nombre de “Mundo Perdido” y lo adjudican a esta isla que no necesita de Conan Doyle ni dinosaurios para dejar admirada a cualquier persona. De hecho no habría más que un paisaje yermo en esta isla volcánica, a no ser por los japoneses que la poblaron. Ya se sabe como son los nipones, les da cosa enfrentarse a un paisaje sin vegetación que les indique los cambios de estación, necesitan un entorno que albergue nidos, que florezca y fructifique. Así son los japoneses, te plantan un ombú en una macetita del balcón y lo cuidan como si fuera un gatito.


















Me imagino la cara que pusieron cuando se encontraron con esta isla. ¡Y esa cascada! Pero si parece joda… los dinosaurios no tenían mérito para retozar en esta isla. Se llama Aogashima y es parte del Archipiélago de Izu, como dijimos, a 320 kilómetros de Tokio. Ahora tiene un puertito minúsculo, artificial y protegido de los derrumbes en el acantilado; pero los primeros pobladores tuvieron que desafiar al oleaje y arriesgarse entre precipicios para llegar a la cumbre y al valle interior resguardado por un collar de montañas.

La orografía de la isla es un capricho de la naturaleza. Primero apareció un gran volcán que se apagó durante siglos o milenios; luego apareció otro volcán exactamente en el centro del cráter inicial… y también se apagó, pues la voluntad de la naturaleza no era romperlo todo, sino darse el gusto de una construcción original. Ahí la tenés, le quedó bonita.

Podés ir cuando quieras, aunque se ven pocos occidentales por acá. Tenés que ir primero hasta la isla de Hachijojima, desde donde sale un helicóptero una vez al día, con capacidad para nueve pasajeros. El barco tiene una frecuencia menor, pero lleva más pasajeros… siempre que el tiempo lo permita, porque la niebla o el oleaje suelen frustrar los viajes. No esperes mucha hotelería porque los paseos suelen ser por el día.

La isla es lo más parecido a una fortaleza inexpugnable; la podrán bombardear, pero difícilmente podrían los hipotéticos enemigos ocuparla, pues si se lo proponen, los 205 habitantes que tiene actualmente se podrían parapetar en los acantilados de hasta 423 metros de altura y abatir a todos los que atrevan acercarse. Pero ¿por qué habrían de hacerlo? Mejor van a esa cascada a darse un buen salpicón o a los baños termales a aflojar los músculos, tensos luego de una jornada de sube y baja.

¿La queréis ver en Google Earth? Apuntá el navegador a 32°27’N 139°46’E. Tiene apenas seis kilómetros cuadrados y está al norte del océano Pacífico, adentro del Mar Filipino. Tan chico y tan poco poblado como es, eso no le impide tener una escuela que también oficia como liceo, una oficina de correos y hasta una calle principal con cebras en los poquísios cruces peatonales. No dice la información cuántos autos hay en Aogashima, pero si chocás allí es porque te bañaste en sake.
















Podréis trepar al volcán interior denominado Otonbu; desde arriba tendrás una visión panorámica de casi toda la isla. No te inquietes, la última erupción tuvo lugar en 1785 y no hay señales de que vuelva a enojarse. Luego de la panzada de paisaje, podés deslizarte por una de las laderas donde se encuentran los respiraderos de vapor, formando aguas termales aptas para baños. Por allí está el sauna de Fureai que se abastece de energía geotérmica y gas, como lo hace toda la isla. Estos baños ofrecen sauna, un baño público, duchas, una sala lounge y un horno para cocinar. Un platillo típico de la isla son huevos cocinados en este tipo de horno, pero también hay pescados y mariscos en abundancia.

Luego podéis visitar las instalaciones de producción de sal, la industria local bastante próspera, pues parece que esa sal es codiciada por los gourmets. Los residentes extraen la sal calentando agua de mar en cráteres volcánicos hasta que se evapora el agua, consiguiendo un producto muy puro y rico en calcio. Es esa sal marina tan codiciada, pero con características particulares.

Lo que no vas a poder hacer, es ir a la playa. No hay playa, solo hay acantilados y el oleaje todavía no tuvo tiempo de producir arena. Pero no será un problema, pues si llegaste hasta ahí primero estuviste en alguna otra de las islas o zona continental dentro del Parque Natural Fuji-Hokone-Izu. Aogashima es la isla más meridional y remota del archipiélago. En esas islas sí que hay playas y son espectaculares.

Pero no solo playas, pues este parque es algo absolutamente por fuera de toda dimensión paisajística, desde que está dominado por el monte Fuji, la más fotogénica de todas las montañas. El Parque Hokone-Izu contiene justamente este monte, los Cinco Lagos del Fuji, Hakone, la península de Izu y el archipiélago Izu que es donde está Aogashima. Existe como parque desde 1936 y abarca hasta la zona metropolitana de Tokio, de manera que es enorme y atesora buena parte de lo que conocemos como Japón y creemos que la sabemos toda. ¿Tengo que decirte que Japón es mucho más que eso?

Para que tengas una idea, tengo un querido matrimonio amigo (¡mucho tiempo que no nos vemos!), cuya esposa es la encantadora Naoko Mori, nacida en un lugar tan al norte de Japón, que debe elegir con cuidado el momento de visitar a sus parientes, pues hay momentos en el año en que quedan aislados por el hielo. Así de cerca del círculo polar se encuentran.
En el extremo sur están las islas de Islas Sakishima, que disfrutan de un clima particularmente benigno… aunque con la amenaza latente de algún tsunami, fenómeno relativamente frecuente en la zona. En fin, que hay historia, geografía, paisaje y particularidades culturales de sobra en Japón como para merecer unas cuantas notas.

Guillermo Pérez Rossel

https://disfrutatuviaje.wordpress.com/tag/aogashima/

http://conoce-japon.com/turismo-en-japon/aogashima-vivir-dentro-de-un-volcan

1 comentario:

Anónimo dijo...

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