Llankibatrachus
truebae, fósiles de ranas Pipidae halladas en un yacimiento fósil de
Bariloche de 54 millones de años. Imagen: Asociación Paleontológica Bariloche |
Por Ari
Iglesias (*)
Hoy en día
estudiamos los movimientos de las placas tectónicas desde nuestros primeros
inicios en la escuela primaria. Numerosas son las evidencias irrefutables de
que la Tierra se encuentra constituida de fragmentos de corteza sólida que se
mueven unas respecto de otras, gracias a la fluidez de roca en estado fundido
que se encuentra en capas profundas de El Manto. Como prueba solo hace falta
ver la generación de grandes cordones montañosos en los sectores de choque de
placas (como es la Cordillera de los Andes, desde Tierra del Fuego hasta
Colombia), o como surge el magma (o lava) en los bordes divergentes de placas
en el fondo del Océano Atlántico, o donde es que se ubican la mayoría de los
terremotos (entre bordes de placas).
A principio
del 1900, Alfred Wegener (astrónomo y meteorólogo alemán) no tenía las
herramientas ni la tecnología con la que
contamos en nuestros días, como para poder probar que es lo que ocurría por
debajo de la superficie de la Tierra, ni por debajo de los océanos. No se
conocía como era la base de un volcán, ni como era el fondo bajo el agua de los
mares. Sin embargo la presencia de fósiles muy similares (o casi los mismos) en
rocas de los continentes Sudamericano y Africano le llamó muchísimo la
atención, ya que no existían en otros lados del mundo. En aquel momento se
pensaba en la existencia de puentes entre los continentes, por donde la fauna y
flora habría podido conectarse, y que luego quedaban bajo agua. Pero para
Wegener, ocurrían formas de animales y plantas netamente terrestres que no
podrían sortear un Océano Atlántico tan extenso entre regiones tan distantes,
como para haber existido tal puente.
En 1915,
Alfred Wegener, basado en la silueta de los bordes de los continentes y en la
presencia de fósiles de reptiles y plantas, publicó la teoría de que todos los
continentes se encontraban unidos en un supercontinente denominado Pangea. Fue
muy criticado, ya que nunca pudo explicar como es que esos continentes se
movieron a la posición actual. Hoy sabemos que la respuesta es por Tectónica de
Placas y la propia estructura interna de la Tierra.
Pero ¿cuáles
eran esos fósiles tan importantes para explicar la conexión entre los
continentes?
Wegener
utilizó la presencia de reptiles terrestres y marinos, así como la presencia de
fósiles de un grupo de plantas extinto (las Glossopteridales). Uno de esos
reptiles fue Cynognathus, cuyo nombre quiere decir mandíbula de perro y fue
hallado en rocas de 240 millones de años en Argentina (Provincia de Mendoza),
en África y en Antártida. La particularidad de ese reptil es que la morfología
de su cráneo, mandíbula y dientes los acerca al origen de los mamíferos. Eran
reptiles muy raros, de un metro de largo, cuadrúpedos, carnívoros con
mandíbulas muy fuertes y poderosos músculos masticatorios. Otro de los reptiles
fósiles que utilizó fue Mesosaurus, una especie de apariencia cocodriliforme,
adaptada a la vida acuática en zonas costeras durante el periodo de tiempo
Pérmico y Triásico (270-250 millones de años). Para Wegener, no había
explicación para que un animal de aguas someras pudiera nadar a través de tan
extenso océano. Restos de Mesosaurus fueron hallados en Argentina, Uruguay,
Brasil y en Sudáfrica.
Las
Glossopteridales son un grupo de plantas arbóreas con conos o piñas
(Gimnospermas) que son conocidas por la abundancia en la producción de hojas
durante el tiempo del Pérmico (300-250 millones de años). Por ellas, es que se
denomina la "Flora Fósil de Glossopteris", que se encuentra en
América del Sur, África, India, Australia y Antártida. Poseían hojas muy
particulares con patrones de venas parecidas al de los helechos, pero se
hallaron vinculadas con semillas y conos (a diferencia de los helechos que
poseen solo esporas). El grupo que contiene a las Glossopteridales se denomina
Pteridospermas, y corresponde al grupo de transición entre los helechos y que
luego diera origen a las araucarias, pinos y cipreses (coníferas) e inclusive,
se piensa, habría dado origen a las plantas con flores (Angiospermas).
Luego de la
publicación original de Wegener, numerosas otras investigaciones en el campo de
la geología, paleontología y la física (incluyendo geología tectónica y
acústica de los fondos oceánicos) siguieron produciendo importantísima
información sobre la deriva de los continentes. Gracias a esta información
sabemos que hacer durante los sismos y donde se generan, cómo actuar si cae
ceniza volcánica y ¿por qué?, qué afección tiene en la vida de los animales y
como cambia el clima en el tiempo. Esta información nos da las herramientas
para entender sucesos del pasado y cómo predecir situaciones en el futuro.
¿Hay fósiles
en Bariloche que atestigüen la conexión con otros continentes?
En la región
de Bariloche, así como en muchos otros lugares de nuestra Patagonia, ocurren
muy importantes fósiles tanto marinos como terrestres. En el MuseoPaleontológico Bariloche se exponen varios de estos interesantes fósiles.
Uno de los
registros más interesantes y únicos que pueden verse, son varias ranas en estado
de desarrollo desde renacuajos a grandes adultos, que corresponden a un grupo
particular denominado pípidos. Los pípidos son ranas de aspecto plano,
totalmente adaptadas a vivir en el agua, con largos dedos con membranas y que
carecen de dientes y una larga lengua. Con sus dedos realizan una corriente de
agua que al pasar por su boca, filtran pequeños organismos para la
alimentación. Estas extrañas ranas, curiosamente, hoy viven en el norte del
Amazonas y en el centro y sur África. No existe posibilidad alguna de que estas
ranas adaptadas a condiciones de agua dulce en climas tropicales hallan podido
atravesar un gigantesco océano de agua tan salada para poder estar presentes en
un continente y en otro. Tampoco existen posibilidades de conexión por medio de
otros "puentes continentales". La presencia de pípidos fósiles en
Bariloche de 50 millones de años es la evidencia de que este grupo de ranas
vivió hace muchísimo tiempo atrás, lo suficiente como para que 1° el clima en el pasado de Bariloche halla sido muy
cálido y húmedo (subtropical calido) y 2° que los continentes de Sudamérica y
África hallan estado conectados por ambientes acuáticos de agua dulce.
Otro ejemplo
pero esta vez con otra placa tectónica y también expuesto en el Museo
Paleontológico Bariloche, corresponde al Megatherium americanum, hallado en las
costas del Lago Nahuel Huapi. Fue un perezoso gigante que existió hasta hace
15.000 años. El grupo de los perezosos (conocido científicamente como Pilosa)
evolucionó y se desarrolló en el Continente Sudamericano. Como muchos otros
mamíferos solo existió en este continente, no obstante cuando la placa
tectónica de América del Norte se puso en contacto con varias microplacas de
Centro América se estableció un puente continental por donde estos perezosos
migraron hacia el norte avanzando hasta el sur de los Estados Unidos. Por ese
mismo pasaje en Centro América, invadieron América del Sur varios otros
animales incluyendo pumas, tigres, zorros, ciervos, caballos, guanacos, conejos
y hasta elefantes -que llegaron de América del Norte y no de África- y ahora
son extintos. Todos los perezosos gigantes se extinguieron, pero sus
"primos" arborícolas aún existen en las selvas amazónicas.
Muchas
historias como esta son capaces de ser explicadas a partir de los fragmentos de
madera fósil, marcas o huesos petrificados de animales prehistóricos en
sedimentos y rocas de Argentina, solo aguardan ser encontrados. Las suerte de
llegar a manos del investigador indicado que se encargue de desentrañar esa
información, muchas veces depende de la voluntad de mostrarlo por parte de los
descubridores de los fósiles (que no siempre son paleontólogos).
La Argentina
tiene un reconocimiento internacional muy importante a nivel de la
Paleontología; no solo por los importantes materiales fósiles que en ella se
descubren y publican sino también por el importante desarrollo científico que
ha tenido y tiene la Paleontología desde sus comienzos en el país. Argentina ha
tenido y tiene muy prestigiosos paleontólogos con relevancia internacional y
muchos estudiantes e investigadores han sido formado con ellos.
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