Parece un ciervo y, de hecho, durante décadas, la mayoría de
los paleontólogos estaban convencidos de ello pero ahora, un estudio publicado
en Plos One ha constatado que el paleomerícido Xenokeryx amidalae, un extraño
rumiante de tres cuernos, estaba emparentado con las jirafas.
Ilustración del Xenokeryx amidalae. © Israel M. Sánchez. |
Los paleomerícidos fueron unos rumiantes ya extinguidos que
vivieron en Europa y Asia desde el Mioceno medio hasta el Mioceno superior,
entre hace 18 y 11 millones de años.
Estos rumiantes, descubiertos en el siglo XIX, fueron unos
seres “muy extraños” dotados “con dos tipos de cuernos: dos apéndices frontales
similares a los de las jirafas y uno posterior, que arranca en la nuca”,
explica a EFE el autor principal del artículo, Israel M. Sánchez, colaborador
del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Y es que los machos de los paleomerícidos tenían grandes
colmillos y un par de osiconos, un tipo especial de cuerno o apéndice craneal
cubierto de pelo, sobre los ojos, igual que las jirafas actuales.
Lo más extraño de su anatomía era una estructura ósea
bifurcada que les sobresalía de la parte posterior del cráneo a modo de
peineta. La función de este apéndice occipital sigue siendo un misterio para
los paleontólogos.
Fotografía del holotipo de X. amidalae en las manos de María Ríos (paleontóloga del MNCN-CSIC y co-autora del paper). Crédito: Israel M. Sánchez. |
Hasta ahora, los paleromerícidos estaban en el “limbo”
filogenético, algo así como no tener un lugar claro en el árbol evolutivo de
los rumiantes.
Aunque sólo era una hipótesis, los paleontólogos casi
siempre les asociaban a los dromomerícidos americanos (unos parientes lejanos
de los ciervos), que tenían un aspecto muy parecido al de estos rumiantes.
Un nuevo fósil, debate zanjado
Pero a mediados de los años 90, el hallazgo de un nuevo
fósil en el yacimiento de La Retama, en Cuenca, bautizado como Xenokeryx
amidalae, ha permitido ahora a los paleontólogos cerrar el debate y “determinar
que los paleomerícidos están emparentados con las jirafas y no con los
dromerícidos”.
“Teníamos un grupo entero de rumiantes en el limbo
filogenético” pero el nuevo hallazgo estaba tan bien conservado que “puso todas
las piezas del puzzle en su sitio y nos permitió describir muchos caracteres
importantes, algo que no se había hecho nunca“, explica a EFE Israel M.
Sánchez.
Xenokeryx amidalae debe su nombre a la forma de su apéndice
nucal y significa ‘cuerno extraño de Amidala’, debido a lo raro de su forma que
recuerda al peinado de la reina Amidala, uno de los personajes de la saga Star
Wars.
Pero lo que comenzó como una mera descripción de la especie,
“fue creciendo hasta convertirse en la primera filogenia de los paleomerícidos,
que ahora ya sabemos que tienen dos linajes: uno relacionado con el género
Ampelomeryx y otro con el nuevo Xenokeryx” (el fósil de Cuenca).
Reconstruyendo el árbol de la vida
Gracias a este fósil, los paleontólogos han podido
reconstruir el linaje de los rumiantes jirafomorfos, un grupo de rumiantes
bautizado así por su relación y parecido con las jirafas.
Además, el trabajo no sólo pone fin a una discusión de
décadas determinando que los paleomerícidos están más relacionados con las
jirafas que con los dromomerícidos, sino que lo hace además “de la manera más
profunda y correcta que se puede hacer: combinando datos morfológicos de
fósiles con datos moleculares procedente del ADN de rumiantes actuales“.
El uso del ADN permite “construir algo parecido a un andamio
filogenético“, concluye.
El coautor del estudio e investigador del Museo de
Historia Natural de Berlin, Juan López Cantalapiedra, cree que “Xenokeryx
amidalae, al igual que muchos otros descubrimientos paleontológicos,
ejemplifica una de las cosas más fascinantes y excitantes de la paleontología:
el hecho de que un nuevo fósil sea capaz de cambiar de forma significativa
nuestras ideas sobre la evolución de linajes enteros y que de la noche a la mañana
pueda dar solución a preguntas de las que no se conocía con certeza su
respuesta
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