miércoles, 21 de noviembre de 2018

Sin plumas y muy letales: las mentiras que el cine nos ha hecho creer sobre los dinosaurios

El T-Rex no era un depredador ni el dinosaurio más peligroso, «sino un oportunista que prefería comer animales muertos»

La sombra de Steven Spielberg es alargada. Y también su influencia. Sin su caprichosa concepción de los dinosaurios, la visión actual de esta especie de reptiles sería muy diferente y, solo quizás, más olvidable. Partiendo, en primer lugar, de que se parecían más a pájaros que a grandes lagartos, pero el realizador no permitió que ninguna base científica arruinase la emoción de ese gran espectáculo en la gran pantalla.

Esa imaginería que el Rey Midas de Hollywood plasmó con gran éxito en «Jurassic Park», iniciando una franquicia cinematográfica que todavía se exiende hasta nuestros días, perpetuó un concepto equivocado sobre los dinosaurios, que ni eran tan peligrosos ni tan rápidos.

De hecho, un estudio del Centro de Investigación de la Biodiversidad de Leipzig ha demostrado que, en realidad, el Tiranosaurio Rex, de tamaño desproporcionado en casi todos los filmes, no era tan veloz. Por no poder no podía superar los 19 kilómetros por hora. Tampoco intentaría perseguir a Laura Dern o Sam Neill, porque el «T-Rex no era un depredador en absoluto sino un oportunista, que probablemente se comería antes animales que estuvieran muertos que vivos y, sin duda, no los perseguiría», aclara Jack Horner en una entrevista con ABC. Mucho más letales eran, sin embargo, los velociraptores, «que estuvieron en lo más alto de la cadena alimenticia porque eran los verdaderos leones de la selva, pues tenían la capacidad de montarse encima de su presa y empezar a comérsela».

«Spielberg quería que los dinosaurios tuviesen un cierto grado de terror. Sabemos que los dinosaurios no darían tanto miedo como lo que vemos en el cine, no entrarían en las casas ni derribarían coches. En las películas hacen muchas cosas que obviamente no harían en la vida real», explica el paleontólogo, que estuvo un cuarto de siglo al servicio de la rentable franquicia jurásica. «La película se ha hecho con la intención de dar miedo, pero los dinosaurios eran animales ordinarios», reconoce el experto que inspiró el personaje de Alan Grant en «Jurassic Park».

El experto, que en la actualidad trata «de hacer un dinosaurio utilizando ingeniería genética a través de un ave; hacer una ingeniería inversa con un pájaro para volver a su forma ancestral de dinosaurio», revisa ahora su trabajo asesorando al director de cine, donde su colaboración pasaba por «hacer a los dinosaurios lo más precisos posible». Evidentemente no lo consiguió, o al menos no como hubiera querido.

«Sabíamos que los dinosaurios tenían plumas y eran más coloridos pero, como esto no daba suficiente miedo, Spielberg decidió mostrarlo de otra manera», cuenta Horner, que, aunque cedió ante las exigencias del director tras una discusión, matiza, no sin cierta ironía: «Es cierto que sabemos que tenían más color que en las cintas, pero solo los machos... y en las películas son todo hembras».

Ese aterrador rugido también es producto de la ficción, que prefirió ese sonido gutural antes que uno más similar al de las aves, sus «descendientes directos». De hecho, no hay evidencias científicas que prueben la existencia de dinosaurios voladores. Aunque había reptiles que volaban, se llamaban pterosaurios. «Los pájaros desarrollaron las plumas, las clavículas y los huesos vacíos después que los dinosaurios. Lo único que desarrollaron antes las aves y no lo dinosaurios fue la capacidad de volar», revela Jack Horner.

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