El T-Rex no era un depredador ni el dinosaurio más
peligroso, «sino un oportunista que prefería comer animales muertos»
La sombra de Steven Spielberg es alargada. Y también su
influencia. Sin su caprichosa concepción de los dinosaurios, la visión actual
de esta especie de reptiles sería muy diferente y, solo quizás, más olvidable.
Partiendo, en primer lugar, de que se parecían más a pájaros que a grandes
lagartos, pero el realizador no permitió que ninguna base científica arruinase
la emoción de ese gran espectáculo en la gran pantalla.
Esa imaginería que el Rey Midas de Hollywood plasmó con gran
éxito en «Jurassic Park», iniciando una franquicia cinematográfica que todavía
se exiende hasta nuestros días, perpetuó un concepto equivocado sobre los
dinosaurios, que ni eran tan peligrosos ni tan rápidos.
De hecho, un estudio del Centro de Investigación de la
Biodiversidad de Leipzig ha demostrado que, en realidad, el Tiranosaurio Rex,
de tamaño desproporcionado en casi todos los filmes, no era tan veloz. Por no
poder no podía superar los 19 kilómetros por hora. Tampoco intentaría perseguir
a Laura Dern o Sam Neill, porque el «T-Rex no era un depredador en absoluto
sino un oportunista, que probablemente se comería antes animales que estuvieran
muertos que vivos y, sin duda, no los perseguiría», aclara Jack Horner en una
entrevista con ABC. Mucho más letales eran, sin embargo, los velociraptores,
«que estuvieron en lo más alto de la cadena alimenticia porque eran los
verdaderos leones de la selva, pues tenían la capacidad de montarse encima de su
presa y empezar a comérsela».
«Spielberg quería que los dinosaurios tuviesen un cierto
grado de terror. Sabemos que los dinosaurios no darían tanto miedo como lo que
vemos en el cine, no entrarían en las casas ni derribarían coches. En las
películas hacen muchas cosas que obviamente no harían en la vida real», explica
el paleontólogo, que estuvo un cuarto de siglo al servicio de la rentable
franquicia jurásica. «La película se ha hecho con la intención de dar miedo,
pero los dinosaurios eran animales ordinarios», reconoce el experto que inspiró
el personaje de Alan Grant en «Jurassic Park».
El experto, que en la actualidad trata «de hacer un
dinosaurio utilizando ingeniería genética a través de un ave; hacer una
ingeniería inversa con un pájaro para volver a su forma ancestral de
dinosaurio», revisa ahora su trabajo asesorando al director de cine, donde su
colaboración pasaba por «hacer a los dinosaurios lo más precisos posible».
Evidentemente no lo consiguió, o al menos no como hubiera querido.
«Sabíamos que los dinosaurios tenían plumas y eran más
coloridos pero, como esto no daba suficiente miedo, Spielberg decidió mostrarlo
de otra manera», cuenta Horner, que, aunque cedió ante las exigencias del
director tras una discusión, matiza, no sin cierta ironía: «Es cierto que
sabemos que tenían más color que en las cintas, pero solo los machos... y en
las películas son todo hembras».
Ese aterrador rugido también es producto de la ficción, que
prefirió ese sonido gutural antes que uno más similar al de las aves, sus
«descendientes directos». De hecho, no hay evidencias científicas que prueben
la existencia de dinosaurios voladores. Aunque había reptiles que volaban, se
llamaban pterosaurios. «Los pájaros desarrollaron las plumas, las clavículas y
los huesos vacíos después que los dinosaurios. Lo único que desarrollaron antes
las aves y no lo dinosaurios fue la capacidad de volar», revela Jack Horner.
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