Una especie de dinosaurio desconocida hasta ahora en la China de finales del Cretácico puso huevos casi esféricos, del tamaño de un pomelo, que se han llenado de cristales en los millones de años transcurridos desde entonces.
Casi todo lo que sabemos sobre los dinosaurios es fruto del
estudio de sus huesos y dientes. Sin embargo, en ocasiones, se descubren otros
restos de su paso por la Tierra, como las huellas y los huevos. Los
paleontólogos no siempre pueden relacionar estos restos “secundarios” con
especies conocidas, pero, a efectos de investigación, los nombran y clasifican.
Estos dinosaurios a los que solo se les conoce por sus huevos se denominan
ooespecies, y tienen sus propias oofamilias.
Los huevos que han descrito los paleontólogos en su artículo
en el Journal of Paleogeography tienen características que los sitúan en la
oofamilia Stalicoolithidae, como las cáscaras secundarias de los huevos, que se
diferencian de otros huevos de dinosaurio. Se desconoce el grado de parentesco
que tendrían los miembros de esta oofamilia.
Los huevos que se han encontrado en Qianshan son de mayor
tamaño que otros de Stalicoolithidae, por lo que los investigadores apuntan a
que podrían pertenecer a una nueva especie: Shixingoolithus qianshanensis.
En el estudio no se habla de cómo de los tres huevos
encontrados, uno ha desaparecido. Los dos que se conservan, QS-01 y QS-02,
miden 10,5 y 13,7 centímetros de largo respectivamente y 9,9 y 13,4 centímetros
de ancho. El primer huevo está incompleto y lleno de cristales de calcita.
Los huevos de las aves que más vuelan suelen ser más
puntiagudos. Sin embargo, incluso las aves que no voladoras han descubierto que
es mejor poner huevos más largos que anchos, es decir, con bases más grandes.
Se cree que esto es así para preservar el calor dentro de una nidada y reducir
el riesgo de que lo huevos se salgan de los nidos. También para que sean más
fáciles de poner. Aunque los huevos de dinosaurio suelen mostrar menos
diferencia entre los extremos romos y puntiagudos que los de las aves modernas,
también suelen ser más alargados, lo que hace que el de Shixingoolithus sea
inusual. Las cáscaras de los huevos son más finas, sobre todo para el tamaño de
los huevos, que las de sus homólogos más cercanos.
Estos son los primeros huevos que se ven en Quianshan, de hecho, constituyen la primera evidencia de la existencia de dinosaurios en la zona. Sin embargo, es probable que no sean los únicos que aparezcan ya que las condiciones que se dieron allí en el Cretácico y en el Paleógeno temprano hicieron que se depositaran cantidades inmensas de sedimentos. Si solo la formación del Cretácico superior alcanza 887 metros de espesor, debajo puede haber un auténtico tesoro.
Referencia: Qing He, Zhong-Liang Chen, et. al. 2022. A new oospecies of Shixingoolithus (Shixingoolithus qianshanensis oosp. nov.) from the Qianshan Basin, Anhui Province, East China. Journal of Palaeogeography.
DOI: https://doi.org/10.1016/j.jop.2022.08.001
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