Un corazón de 380 millones de años, el más antiguo jamás encontrado, junto con un estómago, un intestino y un hígado fosilizados han sido encontrados en restos de un pez con mandíbulas.
El fósil del pez Gogo donde los investigadores descubrieron el corazón conservado en 3D de 380 millones de años. - CURTIN UNIVERSITY |
La investigadora principal, la catedrática Kate Trinajstic,
de la Escuela de Ciencias Moleculares y de la Vida de la Universidad de Curtin
y del Museo de Australia Occidental, destaca que el descubrimiento es notable,
dado que los tejidos blandos de las especies antiguas rara vez se conservaban y
que era aún más raro encontrar una conservación en 3D.
"Como paleontólogo que ha estudiado los fósiles durante
más de 20 años, me sorprendió encontrar un corazón en 3D y bellamente
conservado en un ancestro de 380 millones de años --señala en un comunicado
Trinajstic--. A menudo se piensa en la evolución como una serie de pequeños
pasos, pero estos antiguos fósiles sugieren que hubo un salto mayor entre los
vertebrados sin mandíbula y los que sí la tienen. Estos peces tenían
literalmente el corazón en los tiburones actuales”.
Esta investigación presenta, por primera vez, el modelo en
3D de un complejo corazón en forma de "S" en un artrópodo que está
formado por dos cámaras con la más pequeña situada en la parte superior.
La profesora Trinajstic apunta que estas características
fueron avanzadas en vertebrados tan tempranos, ofreciendo una ventana única a
cómo la región de la cabeza y el cuello comenzó a cambiar para acomodar las
mandíbulas, una etapa crítica en la evolución de nuestros propios cuerpos.
"Por primera vez, podemos ver todos los órganos juntos
en un pez con mandíbula primitiva, y nos sorprendió especialmente saber que no
eran tan diferentes de nosotros", resalta Trinajstic.
"Sin embargo, había una diferencia fundamental: el
hígado era grande y permitía que el pez se mantuviera flotante, al igual que
los tiburones actuales --prosigue--. Algunos de los peces óseos actuales, como
los peces pulmonados y los abedules, tienen pulmones que evolucionaron a partir
de las vejigas natatorias, pero fue significativo que no encontráramos pruebas
de pulmones en ninguno de los peces acorazados extintos que examinamos, lo que
sugiere que evolucionaron de forma independiente en los peces óseos en una
fecha posterior".
La Formación Gogo, en la región de Kimberley (Australia
Occidental), donde se recogieron los fósiles, era originalmente un gran
arrecife.
Con la ayuda de científicos de la Organización Australiana
de Ciencia y Tecnología Nuclear, en Sidney, y de la Instalación Europea de
Radiación Sincrotrón, en Francia, los investigadores utilizaron haces de
neutrones y rayos X de sincrotrón para escanear los especímenes, todavía
incrustados en las concreciones de piedra caliza, y construyeron imágenes
tridimensionales de los tejidos blandos de su interior basándose en las
diferentes densidades de los minerales depositados por las bacterias y la
matriz rocosa circundante.
Este nuevo descubrimiento de órganos mineralizados, que se
suma a los hallazgos anteriores de músculos y embriones, convierte a los
artrópodos de Gogo en los vertebrados con mandíbula más completos y aclara una
transición evolutiva en la línea de los vertebrados con mandíbula vivos, que
incluye a los mamíferos y a los humanos.
El coautor, el profesor John Long, de la Universidad de
Flinders, apunta que "estos nuevos descubrimientos de órganos blandos en
estos antiguos peces son realmente el material de los sueños de los paleontólogos,
ya que sin duda estos fósiles son los mejor conservados del mundo para esta
época".
"Demuestran el valor de los fósiles de Gogo para
comprender los grandes pasos de nuestra lejana evolución --añade--. Gogo nos ha
proporcionado primicias mundiales, desde los orígenes del sexo hasta el corazón
vertebrado más antiguo, y es ahora uno de los yacimientos de fósiles más
importantes del mundo. Ya es hora de que se considere seriamente la posibilidad
de declarar este yacimiento patrimonio de la humanidad", subraya.
El coautor, el profesor Per Ahlberg, de la Universidad de
Uppsala (Suecia), precisa que "lo realmente excepcional de los peces Gogo
es que sus tejidos blandos se conservan en tres dimensiones. La mayoría de los
casos de conservación de tejidos blandos se encuentran en fósiles aplanados, en
los que la anatomía blanda es poco más que una mancha en la roca. También somos
muy afortunados porque las modernas técnicas de escaneo nos permiten estudiar
estos frágiles tejidos blandos sin destruirlos. Hace un par de décadas, el
proyecto habría sido imposible", concluye.
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