Una Reconstrucción De Cómo Habría Sido Wufengella En Vida - ROBERTS NICHOLLS, PALEOCREATIONS.COM |
El gusano fósil, llamado Wufengella y desenterrado en China
por científicos de las universidades de Bristol y Oxford, y del Museo de
Historia Natural, en Reino Unido, medía media pulgada de largo y era una
criatura rechoncha cubierta por un denso conjunto de placas que se superponían
regularmente en su espalda, y que pertenecía a un grupo extinto de organismos
gelatinosos llamados tommotios.
Alrededor de la armadura asimétrica había un cuerpo carnoso
con una serie de lóbulos aplanados que sobresalían de los lados. Entre los
lóbulos y la coraza salían del cuerpo haces de cerdas. Los numerosos lóbulos,
los haces de cerdas y el conjunto de conchas en el dorso son pruebas de que el
gusano estaba originalmente seriado o segmentado, como una lombriz de tierra.
El coautor del estudio, el doctor Jakob Vinther, de la
Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bristol, comenta en un comunicado que "parece la improbable descendencia entre un gusano de
cerdas y un molusco chitón. Curiosamente, no pertenece a ninguno de esos
grupos".
El fósil de Wufengella y un dibujo que describe los principales componentes del organismo. Créditos: Jakob Vinther y Luke Parry. |
El reino animal consta de más de 30 grandes planes
corporales clasificados como filos. Cada filo alberga un conjunto de
características que los diferencian unos de otros. Sólo unos pocos rasgos son
compartidos por más de un grupo, lo que demuestra el rápido ritmo de evolución
en el que se originaron estos grandes grupos de animales, la llamada Explosión
Cámbrica, hace unos 550 millones de años.
Los braquiópodos son un filo que se asemeja superficialmente
a los bivalvos (como las almejas) por tener un par de conchas y vivir adheridos
al fondo marino, a las rocas o a los arrecifes. Sin embargo, al observar su
interior, los braquiópodos se revelan muy diferentes en muchos aspectos. De
hecho, los braquiópodos filtran el agua mediante un par de tentáculos plegados
en un órgano con forma de herradura.
Este órgano se llama lofóforo y los braquiópodos comparten
el lofóforo con otros dos grandes grupos llamados forónidos ("gusanos de
herradura") y briozoos ("animales de musgo"). Los estudios
moleculares -que reconstruyen los árboles evolutivos a partir de las secuencias
de aminoácidos- coinciden con las pruebas anatómicas de que los braquiópodos,
los briozoos y los forónidos son los parientes vivos más cercanos entre sí, un
grupo llamado Lophophorata por su órgano filtrador.
El coautor, el doctor Luke Parry, de la Universidad de
Oxford, añade que "el Wufengella pertenece a un grupo de fósiles del
Cámbrico que es crucial para entender cómo evolucionaron los lofóforos. Se
llaman tommótidos, y gracias a estos fósiles hemos podido entender cómo los
braquiópodos evolucionaron hasta tener dos conchas a partir de ancestros con
muchas placas similares a las de las conchas dispuestas en un cono o
tubo".
"Conocemos desde hace mucho tiempo este grupo de
tommotios llamado camenellanos --prosigue--. Los paleontólogos han pensado que
esas conchas estaban unidas a un organismo ágil -que se arrastraba- en lugar de
estar fijas en un lugar y alimentarse con un lofóforo".
El equipo, formado por paleontólogos de la Universidad de
Bristol, la Universidad de Yunnan, el Museo de Historia Natural de Chengjiang,
la Universidad de Oxford, el Museo de Historia Natural de Londres y el Muséum
national d'Histoire Naturelle de París (Francia), demuestra que Wufengella es
un tommótido camenélico completo, lo que significa que revela cómo era el tan
buscado ancestro gusano de los loforados.
Aunque el fósil cumple la predicción paleontológica de que
el linaje ancestral de los loforados era un gusano ágil y acorazado, la
aparición de su anatomía blanda pone de manifiesto algunas hipótesis sobre el
parentesco de los loforados con los gusanos segmentados.
El doctor Vinther explica que "los biólogos habían
observado durante mucho tiempo cómo los braquiópodos tienen múltiples cavidades
corporales emparejadas, estructuras renales únicas y haces de cerdas en su
espalda cuando son larvas. Estas similitudes les llevaron a observar lo mucho
que se parecen los braquiópodos a los gusanos anélidos".
"Ahora podemos ver que esas similitudes son el reflejo
de una ascendencia compartida. El ancestro común de los lofóforos y los
anélidos tenía una anatomía muy parecida a la de los anélidos --continúa--. En
algún momento, el ancestro tommotideo de los lofóforos se volvió sésil y
evolucionó hacia la alimentación en suspensión (captura de partículas
suspendidas en el agua). Entonces, un cuerpo largo y agusanado con numerosas
unidades corporales repetidas se volvió menos útil y se redujo".
El coautor Greg Edgecombe, del Museo de Historia Natural,
resalta que "este descubrimiento pone de manifiesto lo importantes que
pueden ser los fósiles para reconstruir la evolución. Obtenemos una imagen
incompleta si sólo miramos a los animales vivos, con los relativamente pocos
caracteres anatómicos que se comparten entre los diferentes filos. Con fósiles
como el de Wufengella, podemos rastrear cada linaje hasta sus raíces, dándonos
cuenta de cómo una vez tuvieron un aspecto totalmente diferente y modos de vida
muy distintos, a veces únicos y otras veces compartidos con parientes más
lejanos", destaca.
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