Los saurópodos se encuentran entre los dinosaurios más reconocibles por sus largos cuellos. Una serie de características anatómicas les permitían alcanzar longitudes de hasta 15 metros. ¿Cómo llegaron a desarrollar estos cuellos y, sobre todo, para qué los necesitaban?
Los saurópodos son los animales terrestres más grandes que jamás han existido. Foto: iStock / dottedhippo |
¿Pero cómo llegaron a tener estos cuellos, o más bien, cómo
era posible que su cuerpo pudiera soportarlos? Actualmente, el animal que más
se les acerca es la jirafa, que puede alcanzar unos tres metros de longitud:
los saurópodos más grandes llegaban a quintuplicar este número, hasta unos
portentosos quince metros de cuello; un récord que no sería posible sin un
conjunto de características anatómicas que solo encontramos en los saurópodos,
aunque algunas de ellas también las comparten las aves modernas.
Los secretos de los cuellos largos
El principal secreto del largo cuello de los saurópodos está
en sus vértebras: estas eran numerosas (hasta 19), alargadas y muy ligeras en
relación a su tamaño, puesto que en su interior había cámaras de aire como las
que tienen las aves actuales. Sus cráneos también eran muy ligeros y sus
cabezas muy pequeñas en relación con el conjunto del cuerpo: el examen de los
huesos ha determinado que los saurópodos no masticaban el alimento, sino que lo
engullían para digerirlo directamente, lo cual les ahorraba algunos huesos y
músculos destinados a esa función.
Como resultado de todo esto, el cuello y la cabeza eran
mucho más ligeros de lo que habrían sido sin estas características y las
vértebras tenían que soportar un peso relativamente bajo. Además, alrededor de
estas había una estructura de músculos, tendones y ligamentos que distribuían
este peso y actuaban como amortiguadores, permitiendo a los dinosaurios mover
un cuello tan largo de una forma segura y eficiente. El resultado era un cuello
que era no solamente largo, sino también increíblemente flexible y podía
moverse en todas direcciones sin riesgo de lesiones.
El cuello de los saurópodos era sorprendentemente ligero en relación a su tamaño
Modelo a escala real de Patagotitan mayorum, el dinosaurio más grande que se ha descubierto. / Foto: iStock / Neurobite |
Adaptaciones necesarias
La otra cuestión, al margen de cómo podían tener cuellos tan
largos, es por qué los necesitaban. Ciertamente así podían alcanzar las copas
de los árboles, pero lo que llama la atención es la desproporción de esta parte
del cuerpo.
La explicación más plausible es la eficiencia, puesto que
eran animales que podían pesar varias decenas de toneladas y tenían una dieta
poco energética: según los cálculos de los paleontólogos, un saurópodo de 13
toneladas debía comer alrededor de 500 kilos de hojas al día. Esto significaba
comer mucho y rápido por lo que, cuanto menos tuvieran que moverse, mejor.
Un saurópodo de 13 toneladas debía comer alrededor de 500 kilos de hojas al día
Esta hipótesis explica muchas de las características de esta
aparente desproporción entre el cuello y el resto del cuerpo. Por una parte,
podían alcanzar una gran cantidad de alimento sin tener que mover más que el
cuello; por otra, engullendo las hojas sin masticarlas ahorraban tiempo;
finalmente, limitando el tamaño del torso, disminuían la cantidad de alimento
que debían ingerir, ya que de haber tenido un cuerpo más proporcionado habrían
pesado tanto que, simplemente, les sería imposible comer todo lo que
necesitaban.
Así, convirtiéndose básicamente en máquinas de engullir, los
saurópodos pudieron alcanzar tamaños enormes con un coste energético asumible.
Y este tamaño era en sí una defensa, ya que los convertía en presas muy
difíciles o imposibles para muchos depredadores.
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