El Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes ha participado en un estudio sobre estructura interna de cáscaras de huevo de dinosaurio, con un equipo internacional y que ha sacado a la luz la vida de un huevo burgalés del cretácico, de unos 70 millones de años.
Imagen del estudio del huevo burgalés | PLOS - Museo de
Dinosaurios de Salas
|
Un estudio en el que ha participado el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes reconstruye la historia geológica de unas
cáscaras de unas cáscaras de un fósil del Cretácico encontrado en Espinosa de
Cervera (Burgos).
Según ha informado el Museo de Dinosaurios de Salas de
los Infantes (Burgos), la investigación, publicada en la revista especializada
'Plos One', corresponde a un equipo internacional liderado por Miguel
Moreno-Azanza, de la Universidade Nova de Lisboa (Portugal), en la que han
colaborado investigadores de la Universidad de Zaragoza, el Museo Provincial de
Ciencias Naturales de Zapala (Argentina), y el de la localidad burgalesa.
En el estudio de la cáscara, se han usado tecnologías
punteras de microscopía que han permitido reconstruir hasta el detalle de
nanomicra la estructura de los cristales que forman la cáscara de huevo de
dinosaurios de los huevos encontrados en Espinosa de Cervera.
Esta imagen ha permitido revelar la naturaleza de unos
extraños crecimientos cristalinos que se observaban en estas cáscaras y que se
interpretaban como una característica exclusiva de estos fósiles. Sin embargo,
el estudio ha permitido deducir que estos crecimientos son el resultado de una
alteración secundaria de su estructura cristalina producida cuando los fósiles
estaban enterrados.
Este trabajo ha puesto de relevancia la importancia de un
estudio tafonómico detallado de los restos fósiles que ayuda a comprender los
mecanismos que han llevado a la preservación de los fósiles y hallazgo, antes
de realizar interpretaciones de carácter biológico que puedan llevar a error.
De hecho, hasta ahora muchas cáscaras de huevos fósiles se interpretaba que
eran patológicas o anómalas porque presentaban más de una capa de cristales, lo
que dificultaría la eclosión de la cría.
Las conclusiones de este trabajo obligan a replantearse
estas explicaciones y a estudiar si una estructura extraña en las cáscaras se
pueda deber a que sufrieron cambios durante su proceso de enterramiento y
transformación en un fósil. Según esta investigación, la estructura de estas
cáscaras fue alterada hasta tres veces durante su fosilización.
Como si se tratara de una grabadora, la huella de estos
cambios ha quedado preservada en la cáscara que ha llegado hasta ahora desde el
final del Cretácico, hace 70 millones de años, poco tiempo antes de la
extinción de los dinosaurios.
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