PARIENTES LEJANOS DE LOS PATOS ACTUALES, VIVIERON EN EL
HEMISFERIO SUR
Una investigación reciente conducida por varios científicos
del Conicet junto a un colega de la Universidad de Texas, publicada en la
revista The Science of Nature, describió por primera vez un nuevo grupo de aves
modernas que sobrevivió a la extinción masiva del Cretácico – Paleógeno
(ocurrida hace unos 65 millones de años) en la que se produjo la desaparición
de los dinosaurios. Las aves modernas (Neornithes), grupo que incluye todas las
especies actuales de esta clase, se distinguen de aves más primitivas por un
pico sin dientes, la reducción de los huesos de la mano (sin garras) y una cola
muy corta, formada por un pequeño pigostilo que sostiene un abanico de plumas.
La nueva familia aviana fue bautizada por los investigadores
con el nombre de Vegaviidae. “Los vegávidos son parientes lejanos de los patos
actuales, habitaron los continentes del hemisferio austral, fueron buceadores
en ambientes marinos y tenían huesos compactos con paredes gruesas, tal como
ocurre con los pingüinos, lo que les permitia sumergirse con facilidad”,
comenta Federico Agnolin, becario posdoctoral del Conicet en el Museo Argentino
de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN-CONICET) y primer autor del
artículo.
Registros
Es de destacar que los registros fósiles de aves modernas
australes que habitaron la Tierra durante la Era Mesozoica (iniciada hace 251
millones de años y concluida hace 65 millones), en la que vivieron los
dinosaurios, son hasta ahora escasos. Bastante mejor representado se
encuentran, en cambio, el grupo de aves primitivas conocido como
Enantiornithes, de características reptilianas, como dedos con garras y dientes
agudos en las quijadas entre otras.
Sin embargo, a pesar de los pocos registros fósiles con los
que se cuenta, gracias al trabajo de distintos paleontólogos, algunas aves
australes modernas que habitaron el planeta durante la época de los dinosaurios
pudieron ser analizadas y comparadas entre si.
Especies pertenecientes al período Cretácico (que tuvo
comienzo hace 65 millones de años y finalizó, junto con la Era Mesozoica, hace
66 millones) como Vegavis iaai y Polarornis gregorii fueron halladas en la
Antártida, región que en aquellos años se encontraba recubierta por frondosos
bosques, similares a los que hoy se puede encontrar en el sur de la Argentina,
y habitada por diversas especies de dinosaurios y aves acuáticas.
Otra de estas aves fósiles es Neogaeornis wetzeli, especie
conocida a través de restos aislados de Chile, y el reciente descubrimiento en
Nueva Zelanda de registros fósiles de un ave que habitó el planeta en la etapa
inmediatamente posterior a la extinción de los dinosaurios, bautizada como
Australornis lovei.
“La publicación en el año 2016 en Nature de un esqueleto
casi completo de Vegavis iaai, exquisitamente preservado, posibilitó por
primera vez conocer en detalle la anatomía de un ave moderna del Cretácico.
Esto permitió hacer un estudio en el que a través de comparaciones anatómicas
pudimos reconocer que todas estas especies que se habían descripto pertenecían
a una misma familia, a la que denominamos Vegaviidae”, afirma Fernando Novas,
investigador principal del CONICET en el MACN, quien también participó de la
investigación.
Cómo sobrevivieron
Los investigadores pudieron además formular una hipótesis
acerca de la razón por la que las aves modernas lograron sobrevivir a la
extinción del Cretácico – Paleógeno, en la que no sólo desaparecieron la mayor
parte de los dinosaurios sino también los diferentes grupos de aves primitivas.
“Al igual que las aves vivientes, los vegávidos eran de
crecimiento muy rápido y alcanzaban la adultez en menos de un año, como
demuestra el analisis paleohistologico de los huesos de Vegavis y Polarornis.
Esto seguramente les permitió sortear las dificultades de vivir en un ambiente
tan frío como la Antártida y probablemente pudo influir en la supervivencia del
grupo a la gran extinción de finales del Cretácico”, concluye Federico Brissón
Egli, investigador del MACN y otro de los autores del artículo. (Fuente:
CONICET)
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