Hace 66 millones de años, en las tierras emergidas de
Laurasia –en la actualidad, el hemisferio norte–, una tortuga terrestre
primitiva de unos 60 cm logró sobrevivir al evento que mató a los dinosaurios
Reconstrucción de dos tortugas Laurasichersis relicta, junto
a un Ave del Terror,
en un ambiente húmedo que caracterizó el hemisferio norte
hace 66 millones
de años. / JOSÉ ANTONIO PEÑAS (SINC)
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Todas las especies de tortugas que conocemos en la
actualidad son descendientes de dos linajes que se separaron durante el
Jurásico, hace más de 160 millones de años. Pero sus miembros no fueron los
únicos que existieron. Muchos grupos de tortugas primitivas habitaron antes que
ellas y se sitúan en una posición evolutiva anterior.
Algunos de estos antiguos reptiles consiguieron sobrevivir
en un tiempo en el que los dinosaurios dominaron la Tierra. Sin embargo,
prácticamente todos los grupos primitivos de tortugas desaparecieron tras el
impacto de un asteroide hace 66 millones de años que acabó con el 70 % de la
vida del planeta.
Solo las llamadas "tortugas con cuernos" o
meiolánidos lograron resistir y lo hicieron en Gondwana, el actual hemisferio
sur, según los fósiles hallados en Oceanía y Sudamérica. Sus últimos
representantes llegaron a convivir hace relativamente poco con los humanos, que
las cazaron hasta extinguirlas. Ninguna otra tortuga primitiva había aparecido
en los registros de los últimos 66 millones de años.
Tras 10 años de estudio, el paleontólogo Adán Pérez García,
del Grupo de Biología Evolutiva de la Universidad Nacional de Educación a
Distancia (UNED), confirma ahora que, en el hemisferio norte, en el antiguo
continente llamado Laurasia, una tortuga primitiva terrestre también sobrevivió
a la extinción masiva de finales de Cretácico.
Comparación de tamaño con Gastornis y un humano moderno
AGENCIA SINC
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Fue Laurasichersis relicta, un género y especie extinta de
tortuga que corresponde a una nueva forma, con características anatómicas muy
peculiares, y cuyo linaje evolucionó de manera independiente al de las tortugas
de Gondwana, de las que se separó 100 millones de años antes.
"El motivo por el que Laurasichersis sobrevivió a la
gran extinción, y no lo consiguiera ninguna de las otras tortugas terrestres
primitivas norteamericanas, europeas o asiáticas, resulta todo un
misterio", confiesa a Sinc Pérez García, único autor del trabajo publicado
en la revista Scientific Reports.
Un cambio drástico tras la extinción
El impacto del asteroide sumió la Tierra en una espiral de
emisión de gases, material fundido y lluvia ácida que provocó un calentamiento
repentino del clima y transformó los paisajes en los que vivían las tortugas.
"Las faunas de tortugas europeas experimentaron un
cambio radical: desapareció la mayoría de las formas que habitaron en este
continente antes de la extinción, y su papel en muchos ecosistemas quedó
vacante hasta la relativamente rápida llegada de nuevos grupos procedentes de
diversos lugares de Norteamérica, África y Asia", subraya el paleontólogo.
Todos ellos, identificados en estos nuevos ecosistemas,
parecían pertenecer a los dos linajes que han persistido hasta nuestros días,
pero el nuevo estudio permite reconocer que no estaban solos. La aparición en
un yacimiento del noreste de Francia de fósiles de caparazón, extremidades y
cráneo de Laurasichersis relicta demuestran que esta especie primitiva también
sobrevivió en Laurasia al evento de extinción masiva.
Su origen se encuentra, no obstante, en otro continente:
"Es el último representante de un grupo previamente identificado en China
y Mongolia, donde era conocido desde el Jurásico, más de 100 millones de años
antes de que habitara la nueva tortuga europea Laurasichersis. Este grupo llegó
a este continente muy poco tiempo después del final del Mesozoico, hace 66
millones de años", indica el investigador.
Una tortuga especial
El caparazón de la nueva tortuga descubierta medía algo más
de 60 cm de longitud en la edad adulta y, como otros reptiles primitivos, no
podía retraer el cuello dentro del caparazón para ocultar su cabeza a los
depredadores. Esta carencia física le permitió desarrollar otros mecanismos de
protección como una coraza con grandes pinchos unidos entre sí y que
constituían estructuras duras situadas sobre el cuello, las patas y la cola.
Su peculiar caparazón es uno de los rasgos más destacables
de este reptil y una de las características que lo hacen único. Esta estructura
compleja estaba compuesta por numerosas placas. "Aunque la cantidad de
placas suele ser la misma en la mayoría de las tortugas, la región ventral de
caparazón de la nueva especie estaba provista de un número superior de estos
elementos que los conocidos para cualquier otra tortuga", recalca Pérez
García.
Tras la colisión del meteorito de 10 km de diámetro en la
Tierra, los grandes dinosaurios dejaron de formar parte del paisaje, pero la
tortuga, que habitó en ambientes húmedos con zonas boscosas, convivió con
nuevos depredadores. Estos últimos dominaron rápidamente las posiciones de la
cadena trófica que habían quedado disponibles cuando desapareció la mayoría de
animales.
Referencia bibliográfica:
Adán Pérez García. "Surviving the Cretaceous-Paleogene
mass extinction event: A terrestrial stem turtle in the cenozoic of
Laurasia" Scientific Reports 10:1489 30 de enero de 2020
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