sábado, 19 de junio de 2021

Árboles petrificados en Perú revelan la historia primigenia de Sudamérica

Una erupción volcánica en el Bosque Petrificado de Chamana hace 39 millones de años enterró los fósiles de la vegetación que poblaba esta colina peruana. La erosión y el paso del tiempo los ha dejado al descubierto, permitiendo conocer al detalle los secretos de la fauna y flora de esta región del planeta antes de que el ser humano la poblase. 

Con las pruebas descubiertas por los paleontólogos, una artista dibujó El Bosque
Petrificado de Chamana tal y como podría haber sido mucho antes de la aparición
de los humanos. 
Foto: NPS/GIP Mariah Slovacek
En las colinas de las afueras del pequeño pueblo de Sexi, en Perú, un bosque fósil guarda secretos sobre el pasado de Sudamérica de hace millones de años.

Cuando visitamos por primera vez estos árboles petrificados, hace más de 20 años, no se sabía mucho sobre su edad o cómo se habían conservado. El proceso comenzó por datar las rocas y estudiar los procesos volcánicos que preservaron los fósiles. A partir de ahí, vino la reconstrucción de la historia del bosque, desde el día en que, hace 39 millones de años, un volcán entró en erupción en el norte del Perú.

Ese día llovió ceniza sobre el bosque, arrancando las hojas de los árboles. Luego, flujos de material de ceniza se desplazaron, derribando los árboles y llevándolos como troncos por un río hasta la zona donde fueron enterrados y conservados. Millones de años más tarde, después de que los actuales Andes se elevaran y arrastraran los fósiles, las rocas quedaron expuestas a las fuerzas de la erosión, y las maderas y hojas fósiles volvieron a ver la luz del día. 

Variedades arbóreas de Sexi, Perú, con secciones transversales
 de los  troncos. 
Foto: Mariah Slovacek/National Park Service
 
Este bosque petrificado, conocido como el Bosque Perificado Piedra Chamana, es el primer bosque fósil de los trópicos sudamericanos que se ha estudiado en detalle. Está ayudando a los paleontólogos a comprender la historia de los bosques megadiversos de los trópicos del Nuevo Mundo y los climas y ambientes del pasado de Sudamérica.

Examinando con microscopios finas láminas de madera petrificada, pudimos trazar un mapa de la variedad de árboles que prosperaron aquí mucho antes de que existiera el ser humano

Madera petrificada bajo el microscopio

Para averiguar los tipos de árbol que habían crecido en el bosque antes de la erupción se requerían muestras finas de la madera petrificada que pudieran estudiarse con el microscopio. No fue una tarea fácil debido al volumen y la diversidad de la madera fósil del yacimiento.

Se tomaron muestras de la diversidad de las maderas en base a las características que podían observarse a simple vista o con pequeños microscopios de mano, cosas como la disposición y la anchura de los vasos que transportan el agua hacia arriba dentro del árbol o la presencia de anillos de árboles.

Secciones delgadas de madera identificada como Cynometra, un árbol de la
 familia de las leguminosas. 
Foto: Woodcock et al 
A continuación, se cortaron pequeños bloques de los especímenes, y a partir de ellos se prepararon finas secciones petrográficas en tres planos. Cada plano ofrece una visión diferente de la anatomía del árbol. Esto permite observar muchas características detalladas relacionadas con los vasos, las fibras de la madera y el componente de tejido vivo de la madera. 

A partir de estas características, pudimos consultar estudios anteriores y utilizar la información de las bases de datos de maderas para averiguar qué tipos de árboles eran.

Pistas en el bosque y en las hojas

Muchos de los árboles fósiles tienen parientes cercanos en los actuales bosques tropicales de las tierras bajas de Sudamérica. Uno de ellos tiene características típicas de las lianas, que son enredaderas leñosas. Otros parecen haber sido grandes árboles de dosel, incluyendo parientes de la Ceiba moderna.

También se encontraron árboles muy conocidos en los bosques de Sudamérica como el Hura, o árbol arenero; el Anacardium, un tipo de anacardo; y el Ochroma, o balsa. El mayor espécimen del yacimiento de Sexi –un tronco fósil de unos 2,5 pies (75 cm) de diámetro– tiene características como las de la Cynometra, un árbol de la familia de las leguminosas.

El descubrimiento de un mangle, Avicennia, fue una prueba más de que el bosque crecía a baja altura cerca del mar antes de que los Andes se elevaran.

Estos fósiles de hojas pertenecían a un tipo de mangle, lo que indica que el
bosque estaba originalmente cerca del mar. 
Foto: National Park Service
Las hojas fósiles que ofrecieron otra pista del pasado. Todas tenían bordes lisos, en lugar de los bordes dentados o lóbulos que son más comunes en los climas más fríos de las latitudes medias y altas, lo que indica que el bosque creció en condiciones bastante cálidas. El bosque se desarrolló en una época del pasado geológico en que la Tierra era mucho más cálida que en la actualidad.

Aunque hay muchas similitudes entre este bosque petrificado y los bosques amazónicos actuales, algunos de los árboles fósiles tienen características anatómicas poco habituales en los trópicos sudamericanos. Uno de ellos es una especie de Dipterocarpaceae, una familia que tiene sólo otro representante en Sudamérica pero que es común hoy en día en las selvas tropicales del sur de Asia.

Una artista da vida al bosque

Nuestro concepto de cómo era este antiguo bosque se amplió cuando, para reconstruir el bosque y el paisaje, tuvimos la oportunidad de colaborar con una artista que había trabajado en el Monumento Nacional de los Lechos Fósiles de Florissant en Colorado, otro lugar con árboles fósiles que cuenta con gigantescos tocones de secuoya petrificados, al igual que ocurre en el Petrifed Forest National Park de Arizona.

Trabajar con la artista Mariah Slovacek, que también es paleontóloga, nos hizo pensar en muchas cosas: ¿Qué aspecto tendría el bosque? ¿Los árboles eran de hoja perenne o caduca? ¿Cuáles eran altos y cuáles más bajos? ¿Qué aspecto tendrían en flor o en fruto?

Un gran tronco petrificado en Sexi, Perú. Foto: National Park Service 
Sabíamos por la investigación que muchos de los árboles fósiles probablemente crecían en las orillas de arroyos o en bosques inundados, pero ¿qué pasa con la vegetación que crecía en los terrenos elevados junto a los cursos de agua? ¿Las colinas habrían sido boscosas o habrían albergado una vegetación más seca? Slovacek investigó a los parientes actuales de los árboles identificados en busca de pistas sobre el aspecto que podrían tener, como la forma y el color de sus flores y frutos. 

En el yacimiento de Sexi no se han encontrado fósiles de mamíferos, aves o reptiles de la misma época, pero sin duda el viejo bosque albergó una gran diversidad de fauna. Las aves se habían diversificado en esa época y los reptiles de la familia de los cocodrilos nadaban desde hacía tiempo en los mares tropicales.

Recientes descubrimientos paleontológicos han revelado que dos importantes grupos de animales, los monos y los roedores caviomorfos, entre los que se encuentran los conejillos de indias, llegaron al continente más o menos en la época en que crecía el bosque fósil.

Con esta información, Slovacek pudo poblar el antiguo bosque. El resultado es un exuberante bosque ribereño de altos árboles con flores y enredaderas leñosas. Los pájaros revolotean por el aire y un cocodrilo chapotea en la orilla. Casi permite imaginar que estamos en el mundo de hace 39 millones de años.

*Deborah Woodcock es investigadora en la Universidad de Clark y Herb Meyer es paleontólogo en el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos. Esta nota apareció originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons.

nationalgeographic.com.es

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