Una erupción volcánica en el Bosque Petrificado de Chamana hace 39 millones de años enterró los fósiles de la vegetación que poblaba esta colina peruana. La erosión y el paso del tiempo los ha dejado al descubierto, permitiendo conocer al detalle los secretos de la fauna y flora de esta región del planeta antes de que el ser humano la poblase.
Cuando visitamos por primera vez estos árboles petrificados,
hace más de 20 años, no se sabía mucho sobre su edad o cómo se habían
conservado. El proceso comenzó por datar las rocas y estudiar los procesos
volcánicos que preservaron los fósiles. A partir de ahí, vino la reconstrucción
de la historia del bosque, desde el día en que, hace 39 millones de años, un
volcán entró en erupción en el norte del Perú.
Ese día llovió ceniza sobre el bosque, arrancando las hojas de los árboles. Luego, flujos de material de ceniza se desplazaron, derribando los árboles y llevándolos como troncos por un río hasta la zona donde fueron enterrados y conservados. Millones de años más tarde, después de que los actuales Andes se elevaran y arrastraran los fósiles, las rocas quedaron expuestas a las fuerzas de la erosión, y las maderas y hojas fósiles volvieron a ver la luz del día.
Variedades arbóreas de Sexi, Perú, con secciones transversales de los troncos. Foto: Mariah Slovacek/National Park Service |
Examinando con microscopios finas láminas de madera petrificada, pudimos trazar un mapa de la variedad de árboles que prosperaron aquí mucho antes de que existiera el ser humano
Madera petrificada bajo el microscopio
Para averiguar los tipos de árbol que habían crecido en el
bosque antes de la erupción se requerían muestras finas de la madera
petrificada que pudieran estudiarse con el microscopio. No fue una tarea fácil
debido al volumen y la diversidad de la madera fósil del yacimiento.
Se tomaron muestras de la diversidad de las maderas en base
a las características que podían observarse a simple vista o con pequeños
microscopios de mano, cosas como la disposición y la anchura de los vasos que
transportan el agua hacia arriba dentro del árbol o la presencia de anillos de
árboles.
Secciones delgadas de madera identificada como Cynometra, un árbol de la familia de las leguminosas. Foto: Woodcock et al |
A partir de estas características, pudimos consultar estudios anteriores y utilizar la información de las bases de datos de maderas para averiguar qué tipos de árboles eran.
Pistas en el bosque y en las hojas
Muchos de los árboles fósiles tienen parientes cercanos en
los actuales bosques tropicales de las tierras bajas de Sudamérica. Uno de
ellos tiene características típicas de las lianas, que son enredaderas leñosas.
Otros parecen haber sido grandes árboles de dosel, incluyendo parientes de la
Ceiba moderna.
También se encontraron árboles muy conocidos en los bosques
de Sudamérica como el Hura, o árbol arenero; el Anacardium, un tipo de
anacardo; y el Ochroma, o balsa. El mayor espécimen del yacimiento de Sexi –un
tronco fósil de unos 2,5 pies (75 cm) de diámetro– tiene características como
las de la Cynometra, un árbol de la familia de las leguminosas.
El descubrimiento de un mangle, Avicennia, fue una prueba más de que el bosque crecía a baja altura cerca del mar antes de que los Andes se elevaran.
Estos fósiles de hojas pertenecían a un tipo de mangle, lo que indica que el bosque estaba originalmente cerca del mar. Foto: National Park Service |
Aunque hay muchas similitudes entre este bosque petrificado y los bosques amazónicos actuales, algunos de los árboles fósiles tienen características anatómicas poco habituales en los trópicos sudamericanos. Uno de ellos es una especie de Dipterocarpaceae, una familia que tiene sólo otro representante en Sudamérica pero que es común hoy en día en las selvas tropicales del sur de Asia.
Una artista da vida al bosque
Nuestro concepto de cómo era este antiguo bosque se amplió
cuando, para reconstruir el bosque y el paisaje, tuvimos la oportunidad de
colaborar con una artista que había trabajado en el Monumento Nacional de los
Lechos Fósiles de Florissant en Colorado, otro lugar con árboles fósiles que
cuenta con gigantescos tocones de secuoya petrificados, al igual que ocurre en
el Petrifed Forest National Park de Arizona.
Trabajar con la artista Mariah Slovacek, que también es
paleontóloga, nos hizo pensar en muchas cosas: ¿Qué aspecto tendría el bosque?
¿Los árboles eran de hoja perenne o caduca? ¿Cuáles eran altos y cuáles más
bajos? ¿Qué aspecto tendrían en flor o en fruto?
Un gran tronco petrificado en Sexi, Perú. Foto: National Park Service |
En el yacimiento de Sexi no se han encontrado fósiles de mamíferos, aves o reptiles de la misma época, pero sin duda el viejo bosque albergó una gran diversidad de fauna. Las aves se habían diversificado en esa época y los reptiles de la familia de los cocodrilos nadaban desde hacía tiempo en los mares tropicales.
Recientes descubrimientos paleontológicos han revelado que
dos importantes grupos de animales, los monos y los roedores caviomorfos, entre
los que se encuentran los conejillos de indias, llegaron al continente más o
menos en la época en que crecía el bosque fósil.
Con esta información, Slovacek pudo poblar el antiguo
bosque. El resultado es un exuberante bosque ribereño de altos árboles con
flores y enredaderas leñosas. Los pájaros revolotean por el aire y un cocodrilo
chapotea en la orilla. Casi permite imaginar que estamos en el mundo de hace 39
millones de años.
*Deborah Woodcock es investigadora en la Universidad de Clark y Herb Meyer es paleontólogo en el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos. Esta nota apareció originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons.
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