Así lo confirma un estudio publicado en la revista Historical Biology en el que participan investigadores de la UPV/EHU
Imágenes del fósil en vistas lateral y ventral. Escala: 5 cm. | Foto: Centro de Interpretación Paleontológica de La Rioja en Igea. |
Así lo confirma el artículo ‘New contributions to the skullanatomy of spinosaurid theropods: Baryonychinae maxilla from the Early Cretaceous of Igea (La Rioja, Spain)’ publicado en la revista Historical
Biology por Iker Isasmendi (primer autor) y Xavier Pereda, de la Universidad
del País Vasco (UPV/EHU); Pablo Navarro, de la Universidad de La Rioja;
Angélica Torices, directora de la Cátedra de Paleontología de la UR; así como
otros expertos de la Universidad Complutense de Madrid y del Centro de
Interpretación Paleontológica de La Rioja.
Los científicos han reestudiado un resto fósil de mandíbula
publicado por Viera y Torres en 1995, hallado en 1983 en un yacimiento del
Cretácico Inferior en Igea (La Rioja, España). Se trata del fragmento de un
maxilar izquierdo de dinosaurio carnívoro que preserva 8 alvéolos. En uno de
estos huecos dentales han descubierto, mediante técnicas de microTAC, restos de
varios dientes desarrollándose de forma simultánea.
“Hemos reconocido en un mismo alvéolo hasta tres
generaciones de dientes: el diente funcional del animal; otra pieza en
formación que reemplazaría al primero, y el germen del que acabaría
sustituyendo a este segundo”, explica Pablo Navarro, de la Universidad de La
Rioja.
Ello implica un reemplazo dental muy rápido y es,
probablemente, una de las razones de que encuentren tantos dientes de
espinosáuridos en la península ibérica durante el Cretácico Inferior”, añade el
coautor del artículo.
Hasta ahora se sabía que algunas especies de espinosáuridos
–dinosaurios carnívoros de tamaño medio/grande, que poseían un cráneo alargado
y unos dientes cónicos semejantes a los de los cocodrilos- podían cambiar de
dientes más rápido que otros terópodos, en apenas dos meses (se estima una tasa
de reemplazo de entre 60 y 68 días); esta investigación confirma que se trata
de un rasgo común a todo el grupo y aporta evidencias de cómo se producía este
cambio, gracias al desarrollo de varios dientes de sustitución al mismo tiempo.
“Estos animales generaban, a lo largo de toda su vida, nuevos
dientes que iban reemplazando el diente original y provocando su caída. Esto
implica que un mismo animal podía generar multitud de dientes”, asegura Pablo
Navarro.
“Estos dientes, de forma más o menos cónica y de tamaño
centimétrico, eran transportados por los ríos y acumulados en zonas lacustres
y, con el tiempo, quedaban fosilizados –indica el investigador-. Son uno de los
restos de vertebrados más comunes en los yacimientos ibéricos del Cretácico
Inferior (entre 145 y 113 millones de años)”.
Aunque no se conoce con precisión por qué cambiaban de
dientes tan a menudo, se cree que esto les permitía poseer un mayor número de
dientes funcionales en todo momento. Una ventaja decisiva para resistir el
importante esfuerzo que les suponía sujetar a sus presas atrapándolas entre las
mandíbulas.
Además de estos hallazgos, la investigación ha permitido
matizar la clasificación del maxilar estudiado: los expertos no lo atribuyen,
como se creía, al género Baryonix, sino a otro tipo de espinosáuridos muy
cercano, un barioniquino indeterminado.
Los estudios paleontólogicos desarrollados hasta la fecha en
Igea son relevantes por la presencia de numerosos restos óseos de
espinosaurios, incluyendo esqueletos parciales pertenecientes a varios
individuos. "La investigación actual permitirá mejorar nuestro
conocimiento sobre la diversidad de este grupo tan particular de dinosaurios
carnívoros. Es probable que al menos dos especies distintas estén representadas
en los yacimientos de Igea", afirman Erik Isasmendi y Xabier
Pereda-Suberbiola, paleontólogos del Departamento de Geología de la UPV/EHU, lo
que convierte a esta localidad riojana en uno de los lugares destacados en el
mundo en el estudio de los espinosaurios.
Referencia bibliográfica
Erik Isasmendi, Pablo Navarro-Lorbés, Patxi Sáez-Benito,
Luis I. Viera, Angelica Torices, Xabier Pereda-Suberbiola.
Historical Biology
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