sábado, 10 de diciembre de 2022

Los dinosaurios que peleaban a garrotazos

Los anquilosaurios tenían poderosas colas repletas de púas que empleaban para competir por el territorio o durante la época de celo

El dinosaurio acorazado que lleva el nombre de Zuul, el monstruo de los Cazafantasmas

Con seis metros de longitud, unos 2.500 kilos de peso y una coraza repleta de espinas, el excepcional anquilosaurio Zuul crurivastator podría compararse fácilmente con un tanque blindado. Dado a conocer en 2017, la primera parte de su nombre hace referencia al cancerbero de la película 'Cazafantasmas' (1984) -el monstruo que posee a Sigourney Weaver-, mientras que la segunda, que significa 'destructor de espinillas', alude a su capacidad para utilizar su poderosa cola rígida, acabada en una protuberancia ósea, como si fuera un colosal garrote.

Durante mucho tiempo, se pensó que la cola servía a estos dinosaurios para protegerse de los ataques de los tiranosaurios y otros depredadores. Sin embargo, a partir del fósil de un ejemplar en el que se aprecian unas curiosas lesiones, un equipo de investigadores ha llegado a la conclusión de que los garrotazos se los repartían entre ellos. Según explican en un estudio publicado en 'Biology Letters', Zuul utilizaba la cola para luchar por el dominio social, el territorio o para competir durante la época de celo, como hacen los ciervos modernos con sus astas.

El fósil de Zuul, un dinosaurio herbívoro que vivió hace 76 millones de años, forma parte de la colección del Museo Real de Ontario (Canadá). Inicialmente, el cráneo y la cola habían sido liberados de la roca que los rodeaba en el norte de Montana (EE.UU.), pero el cuerpo aún estaba encerrado en 16.000 kilos de arenisca. Después de años de trabajo, se reveló que el cuerpo había conservado la mayor parte de la piel y la armadura ósea en toda la espalda y los flancos, lo que brinda una imagen notable del aspecto del dinosaurio en vida. El cuerpo estaba cubierto de placas óseas de diferentes formas y tamaños. Las que estaban a los lados eran particularmente grandes y puntiagudas.

Los científicos notaron que a varias púas cerca de las caderas en ambos lados del cuerpo les faltaban las puntas y que el hueso y la vaina córnea se curaron en una forma más roma mientras el dinosaurio estaba vivo. Por su ubicación en el cuerpo, estas lesiones no correspondían a las que produciría el ataque de un depredador como un tiranosaurio. Sin embargo, parecían más consistentes con el resultado de algún tipo de combate ritualizado, una lucha con las colas con otro anquilosaurio.

«Durante años me interesó cómo los anquilosaurios usaban sus colas y esta es una nueva pieza realmente emocionante del rompecabezas», dice la autora principal, Victoria Arbour, curadora de paleontología en el Museo Real de la Columbia Británica (Victoria, Canadá). «Sabemos que los anquilosaurios podían usar su cola para dar golpes muy fuertes a un oponente, pero la mayoría de la gente pensaba que lo hacían para luchar contra los depredadores. En cambio, los anquilosaurios como Zuul pueden haber estado peleando entre sí», sostiene.

Como un mazo

La cola de Zuul mide unos tres metros de largo con púas afiladas a lo largo de sus costados. La mitad posterior de la cola estaba rígida y la punta estaba encerrada en enormes protuberancias óseas, lo que creaba un arma formidable parecida a un mazo.

La nueva investigación no refuta la idea de que la cola podría usarse en defensa propia contra los depredadores, pero muestra que también habría funcionado para el combate dentro de la especie, un factor que probablemente impulsó su evolución. Hoy en día, las armas animales especializadas, como las astas de los ciervos o los cuernos de los antílopes, han evolucionado para usarse principalmente para luchar contra miembros de la misma especie durante las batallas por parejas o territorio.

Hace años, Arbor había propuesto la idea de que los anquilosaurios podrían haberse golpeado entre sí en los flancos, y que las costillas rotas y curadas podrían respaldar esta idea. Pero los esqueletos de anquilosaurios son extremadamente raros, lo que dificulta probar esta hipótesis. La espalda y la cola completamente conservadas de Zuul, incluida la piel, permitieron una visión inusual de la vida de estos increíbles dinosaurios acorazados.

«El hecho de que la piel y la armadura se conserven en su lugar es como una instantánea de cómo se veía Zuul cuando estaba vivo. Y las lesiones que sufrió Zuul durante su vida nos dicen cómo pudo haberse comportado e interactuado con otros animales en su entorno antiguo», explica David Evans, curador de paleontología de vertebrados en el Museo Real de Ontario.

abc.es

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