A sus 66 millones de años, el Tyrannosaurus rex sigue
ostentando el récord al mordisco más potente del planeta. Sus mandíbulas eran capaces
de ejercer una fuerza tan atroz que los investigadores llevaban años
preguntándose cómo hacía este dinosaurio para no reventarse su propio cráneo al
morder.
Ilustración: Brian Engh (Dont Mess with Dinosaurs)
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Los paleobiólogos calculan que un Tyrannosaurus rex adulto
ejercía una presión de alrededor de 3.500 kilos al cerrar sus mandíbulas. Viene
a ser el peso de tres coches o de 13 pianos de concierto en un espacio de
apenas un metro de largo (La longitud del cráneo de T-Rex más grande que se
conoce es de 1,5 metros). Proporcionalmente, es más del doble de fuerza de la
que son capaces de ejercer los cocodrilos. Se cree que con esta potencia de
mordedura, el T-Rex era capaz de romper huesos y arrancar extremidades
completas sin apenas esfuerzo.
La potencia de la mordedura es tan escandalosa que daba lugar
a una paradoja desde el punto de vista biomecánico porque semejante potencia
exige una movilidad que no es compatible con la rigidez que suelen exhibir los
cráneos de las especies más resistentes. En otras palabras, en la naturaleza
hay que elegir entre tener movilidad en las mandíbulas o una cabeza dura, pero
no las dos cosas. A menudo los paleobiólogos se han preguntado cómo era posible
que el cráneo del Tyrannosaurus no explotara por la simple presión ejercida al
morder. La respuesta ha llegado en la forma de un reciente estudio que analiza
la biomecánica de la cabeza del T-Rex. Sus resultados confirman que el cráneo
de la criatura era prácticamente indestructible para otros dinosaurios o para
él mismo.
Una ilustración de las características clave de un cráneo
rígido de T. rex.:
Universidad de Missouri
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Que los huesos del cráneo del T-Rex son gruesos y están muy
soldados entre sí era algo que ya se sabía. Su dureza es comparable a los
cráneos de depredadores con mordiscos tan potentes como las hienas o los
cocodrilos. Lo que ha hecho un equipo de paleobiólogos de la Universidad de
Missouri ha sido analizar cómo interactuaban esos huesos con los cartílagos,
músculos y tejido conjuntivo que los sujetaban entre ellos.
Aparte de examinar los cráneos de varios ejemplares de T-Rex
que hoy se conservan en museos y reconstruirlos en 3D, el equipo comparó sus
resultados con los cráneos de dos parientes actuales del T-Rex que también se
caracterizan por la dureza de sus cráneos: los geckos y los loros.
El resultado es que el diseño y la manera de moverse de las
mandíbulas del T-Rex estaban enfocados precisamente a asegurar la integridad de
la cabeza. Las tensiones en el cráneo producidas al morder se reparten de
manera uniforme y no comprometen la integridad de los huesos que ya de por sí
son muy fuertes. El resultado era una mordedura tan salvaje que aún hoy no
tiene rival en la naturaleza. [Universidad de Missouri vía Cnet]
1 comentario:
Al Triceratops no se le mata tan fácil, ok
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