Fósiles de gusanos que vivieron antes de la explosión que
dio lugar a todos los animales que conocemos hoy ayudan a reconstruir cómo
empezaron a trasladarse
Recreación artística del 'Yilingia spiciformis' y su rastro
dejado hace 550 millones
de años. DR. ZHE CHEN AT NANJING INSTITUTE OF GEOLOGY
AND
PALEONTOLOGY
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Cuando alguien se aleja de algo pierde nitidez. Pasa con las
fotos de los amigos en las salidas nocturnas y sucede también con el estudio
del pasado. Para saber qué ocurrió en las últimas elecciones estadounidenses se
puede acudir a fuentes contemporáneas y directas casi infinitas, pero para
revivir el reinado de Nerón hay que acudir a testimonios de unos pocos autores
que escribieron décadas después de su muerte. En la reconstrucción de la
historia de la vida en la Tierra, según se avanza en el tiempo profundo y se
retroceden cientos de millones de años para acercarse al origen, las piezas
para completar los rompecabezas son escasas, valiosas y a veces enigmáticas.
Este miércoles, un equipo de científicos chinos liderado por
Shuhai Xiao, de la universidad Virginia Tech (EE UU), ha presentado varias de
estas piezas de una etapa clave de la evolución de los animales. En un artículo
publicado en la revista Nature, describen el hallazgo de varios fósiles de unos
550 millones de años, encontrados en la Formación Dengying, en la zona de las
Gargantas del río Yangtsé, en el sur de China, de seres parecidos a gusanos,
que tendrían simetría bilateral, asociados a rastros fosilizados que podrían
ser suyos o de bichos similares. En el caso de uno de los fósiles, el vínculo
entre el gusano y su rastro es claro, convirtiéndose así en uno de los ejemplos
de locomoción más antiguos que se conocen.
El gusano vivió al final de una época en que los animales parecían alienígenas
El periodo en el que vivieron aquellos gusanos (se han
encontrado 35 ejemplares) es el Ediacárico, un tiempo en el que, por lo que se
sabe hasta ahora, aparecieron los primeros animales. Aunque eran animales muy
extraños. Aún no tenían huesos ni caparazones, así que no podían dejar parte de
sus cuerpos fosilizados. Lo que ha quedado para la posteridad son sus moldes
conservados en la roca. Así se conoce a
los Dickinsonia, unos seres que vivieron hace alrededor de 560 millones de
años, tenían un cuerpo simétrico y ovalado que se acercaba al metro y medio de
largo y han dejado rastros que sugieren que podía moverse. Parece que se
arrastraban por el suelo en busca de microbios de los que alimentarse, pero no
tenían ni boca ni ano, planteando la posibilidad de que se alimentasen a través
de la piel y fuesen en realidad seres unicelulares que crecieron sin medida en
un mundo sin depredadores.
Como los Dickinsonia, los nuevos habitantes del Ediacárico
que se acaban de conocer se arrastraban por el suelo del océano en busca de
alimentos. Bautizados como Yilingia spiciformis, medían hasta 27 centímetros de
largo y estaban divididos en unos 50 segmentos, algo que ofrece las primeras
muestras de la capacidad para trasladarse que ofrecían los primeros cuerpos
divididos. El hallazgo, según los autores, también ayuda a identificar a los
animales responsables de la gran cantidad de rastros y madrigueras fosilizadas
encontradas de aquel tiempo.
Diego García Bellido, un experto en fósiles de este periodo
que trabaja en la Universidad de Adelaida (Australia), considera valioso el
trabajo de Xiao y sus colegas, aunque cree que aún existen misterios por
resolver. “Me extraña mucho que ninguno de los 35 ejemplares conserve ambos
extremos del cuerpo y me hace pensar que aún no tenemos toda la información
sobre este organismo”, señala García Bellido. Al investigador le extraña que en
estos gusanos el cuerpo sea más ancho en la parte de atrás, al contrario de los
que sucede entre los artrópodos (como las hormigas) o los anélidos (como las
lombrices). En la parte de delante albergan los sentidos y los elementos con
los que capturar los alimentos y dejan la zona anal para evacuar residuos.
“Dicho esto, aunque solo tienen un ejemplar, la conexión entre el cuerpo y la
traza parece genuina”, añade, aunque, puntualiza, esa traza no sea “tan
elaborada como la que tenemos de Kimberela, considerado un protomolusco” que ya
dejó constancia de su capacidad para trasladarse cuatro millones antes que los
Yilingia spiciformis.
La nueva pieza que Xiao y su equipo aportan a este relato,
en el que a veces entre un testigo y otro hay un abismo de millones de años,
ayuda a entender cómo se gestó un momento clave en la evolución animal: la
explosión del Cámbrico. Poco más de 10 millones de años después de que los
gusanos encontrados en China dejasen sus rastros en el fondo del mar, los
yacimientos de todo el mundo muestran un estallido creativo que dio lugar a un
mundo que nos resultaría mucho más familiar que el de Ediacara.
Poco después del tiempo en que vivió este gusano se produjo una explosión que dio lugar a los modelos de animal que conocemos hoy
Prácticamente todos los diseños que hoy se reconocen en los
animales actuales, incluidos los humanos aparecieron entonces. La capacidad
para moverse se generaliza, surgen los esqueletos y las conchas, que
producirían fósiles más abundantes y mucho más informativos que los de los
cuerpos blandos de los seres anteriores, y la reproducción sexual aparece como
una estrategia ganadora para buena parte de las especies que se ven sin
microscopio. Antes de aquel momento, la mayoría de los animales tenían
complexiones distintas a las conocidas actualmente. “Algunos tenían forma de
fractal [objetos matemáticos cuya estructura aparentemente irregular se repite
a diferentes escalas]”, y otros “se parecían a una galaxia en espiral con ocho
brazos”, explicaba en EL PAÍS Jochen Brocks, investigador de la Universidad
Nacional de Australia, el país que alberga el yacimiento que dio nombre al
periodo Ediacárico.
Los biólogos no saben cómo relacionar aquellos animales,
casi alienígenas, con los actuales, pero no tienen ese problema con los fósiles
presentados este miércoles. El rastro de los Yilingia muestra el camino hacia
unas estructuras que permitirían la movilidad dirigida o la caza como la
entendemos hoy. Las características de este gusano “son las que encuentras en
un grupo de animales [con simetría bilateral], un grupo que nos incluye a los
humanos y a la mayoría de animales”, indica Xiao. En los fósiles de las
Gargantas del Yangtsé se reconstruye también nuestra historia.
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