Paleontólogos en acción
Cómo opera el equipo de expertos argentinos que desenterró en Neuquén fósiles del saurópodo más grande del que se tenga noticia.
Las vértebras del nuevo dinosaurio récord salen a la luz. Lo apodaron Grandote. |
El gigante no tiene prisa: lleva esperando 98 millones de
años. Por encima de él, en ese lapso, los bosques se hicieron desiertos, los
continentes fueron y vinieron, y apareció el hombre. Es la bestia más grande
que haya caminado jamás por el planeta. Al menos por ahora, porque siempre
habrá un fémur unos centímetros más largo a punto de salir a la superficie.
El Grandote, como lo llama el equipo que lo sacó a la luz,
es el último gran hallazgo anunciado en el mundo de la paleontología. Se trata
de un saurópodo –dinosaurio cuello largo– que vivió en la cuenca neuquina y
cuya especie todavía no pudo ser identificada. ¿Peso estimado? 80 toneladas.
¿Largo? 40 metros.
Los paleontólogos usaron taladros neumáticos para algunas etapas de la excavación. |
El terreno de acción es la vasta Patagonia argentina, pero
también Cuyo y Salta, donde han sido hallados algunos de los dinosaurios más
grandes del mundo: el Argentinosaurus, el Puertasaurus, el Notocolossus.
“Esta vez nos mirábamos y nos preguntábamos: ‘¿De nuevo
vamos a anunciar que encontramos un dinosaurio gigante? ¡No nos van a creer!’”,
se ríe Alberto Garrido, director del Museo Olsacher, de Zapala, y uno de los
pioneros en participar de una campaña que lleva más de diez años de trabajo en
el campo de la cuenca neuquina.
La noticia del hallazgo fue publicada en enero en la revista
especializada Cretaceus Research y e impactó en la comunidad paleontológica.
Garrido es geólogo en un suelo que está lleno de petróleo y
de dinosaurios. Cuenta que ha tenido años en los que pasó apenas veinte días en
su casa. En 2008 recibió un proyecto muy ambicioso para buscar dinosaurios de
los períodos jurásico superior y cretácico inferior, una franja de tiempo de la
que casi no se habían conseguido hallazgos notables. ¿Dónde? En sitios que
hasta entonces estaban calificados como “estériles”.
Sin embargo, la carpeta estaba firmada por los paleontólogos
Leonardo Salgado y José Ignacio “Iñaki” Canudo, dos colegas y amigos que lo
tentaron con el desafío. Fueron convocados, además, otros profesionales, como
el paleontólogo José Carballido y el paleobotánico Leandro Martínez. “Queríamos
aportar algo novedoso, aunque más no fueran unos troncos” recuerda Garrido.
Cuando había un solo continente, lo que hoy es Argentina se encontraba mucho más cerca del trópico que del polo, lo que favoreció el crecimiento de plantas enormes que alimentaron la evolución de los dinosaurios.
Tierra con sorpresas
La primera salida fue pobrísima, literalmente no encontraron
nada. “Con pocas expectativas pero llenos de esperanzas”, afirma, fueron a otro
sector estéril, donde caminaron varios kilómetros hasta dar con unas astillas
de hueso, tan pequeñas y destruidas que descartaron por insignificantes.
Lo que siguió fue tan poco auspicioso que volvieron a ese
puñado de astillas para tratar de “salvar la ropa”. Perdido por perdido se
pusieron a limpiar. Aparecieron huesos débiles pero articulados. Luego, algunas
piezas más y de distintos tamaños.
De repente no habían encontrado un dinosaurio. Eran tres. Un
adulto, un joven y un bebé de una nueva especie que bautizaron
Lavocatisaurusagrioensis. Fue el comienzo de una mega expedición que se
extendería por los siguientes dos años. Y aún faltaba el premio mayor.
Reproducción artística del Patagotitan Mayorum. El anterior “campeón”, desbancado por Grandote. Fue descubierto por el mismo equipo. |
Durante la época en la que sólo había un súper continente llamado Pangea, lo que hoy es Argentina se encontraba mucho más cerca del trópico que del polo, lo que favoreció el crecimiento de plantas enormes que alimentaron la evolución de los dinosaurios.
Al morir, estos animales fueron sepultados por barro o
cauces de agua, lo que permitió la conservación de sus huesos y un proceso de
fosilización bajo suelo, a cientos de metros.
Pero la evolución geológica de la Patagonia (el movimiento
de placas tectónicas que formó la cordillera de los Andes y que movió las bases
de esa tierra, sumado a millones de años de fuertes vientos erosionando un
terreno ya sin vegetación que lo protegiera) hizo que esas capas de roca de
distintas eras comenzaran a quedar expuestas. Y con ellas, los huesos
fosilizados quedaron a la vista.
Sacar a la superficie a un animal de 40 metros de largo requiere de un enorme desgaste físico, de picar piedra con martillos neumáticos durante horas, de pulir huesos con precisión de un orfebre, de caminar bajo el sol en busca de rastros finísimos, imperceptibles a veces.
Trabajo de hormiga
Las excavaciones se realizan a partir de hallazgos en la
superficie. Luego comienzan las campañas para desenterrar los especímenes. Una
campaña puede durar entre 10 días y un mes, y demandar el trabajo de hasta 20
personas.
Sacar a la superficie a un animal de 40 metros de largo
puede tomar varias campañas, años incluso. Pero requiere también de un enorme
desgaste físico, de picar piedra con martillos neumáticos durante horas, de
pulir huesos con precisión de un orfebre, de caminar bajo el sol en busca de
rastros finísimos, imperceptibles a veces, que indiquen la existencia de seres
vivos colosales.
Leonardo Salgado dice que hubo algo de fortuito en el
hallazgo del Grandote. Con su equipo tenían pensado moverse a nuevas zonas
cuando, en una recorrida de descanso de uno de los últimos días, encontraron la
punta de algo que parecía prometedor.
Hay equipo. De Izquierda a derecha: Francisco Barrios, Kevin Gómez, Leonardo Salgado, José Canudo, José Carballido y Alejandro Oter |
Cecilia Apaldetti es paleontóloga e investigadora. Hace unos años lideró el trabajo que encontró en San Juan a la Ingentia Prima, una saurópoda gigante (bautizada en femenino) que vivió en el período triásico y tenía un tamaño que la teoría no ubicaba hasta 50 millones de años más tarde.
“Ingentia pesaba 10 toneladas en un momento donde ningún
animal había llegado a ese tamaño”, cuenta a Viva. Según explica, los
sauropodomorfos, que luego se volverían titanes de cuello largo, eran
originalmente criaturas de dos patas del tamaño de un pavo o una avestruz
chica.
“Su esqueleto se modificó para poder hacerse grandes y
apoyarse en cuatro patas. Cuando el cuerpo te pesa dos toneladas te comienza a
cambiar el esqueleto, las extremidades delanteras comienzan a hacerse tipo
columnas, pierden flexibilidad y falanges, el cráneo se achica”, enumera.
Máximo, dinosaurio de 37 metros de largo hallado en la Patagonia, fue expuesto en el Stanley Field Hall del Museo Field, en Chicago. |
“Si eras un animal pequeño como un ser humano, quizás no hubieras subsistido mucho tiempo. Pero si eras un gigante, iba a ser más difícil que te atacara un cierto rango de carnívoros”, dice.
El paleontólogo Alejandro Otero no se “marea” con el tamaño
récord del Grandote porque, entiende, un puñado de metros no le cambia la
ecuación sobre la importancia del hallazgo.
Aunque se sumó en 2015 a la excavación, aceptó el desafío de liderar la redacción del paper que comunicó el descubrimiento. Lo que más lo entusiasma es que la cadera esté bien articulada. Que el paso de los años y la acción de los carroñeros no hayan desarmado mucho el fósil y que existan chances de sacar un esqueleto lo más completo posible. Tampoco se apresura a confirmar si se trata de una especie nueva. Lo concreto, asegura, es que se trata de un dino “zarpado”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario