INCANSABLE BUSCADORA DE FÓSILES
Foto: CC |
Cuando pensamos en algunos de los grandes reptiles marinos que nadaron en los mares de la Tierra hace millones de años, o en los que surcaron los cielos de nuestro planeta en el principio de los tiempos, nos vienen a la mente bestias tan impresionantes como el ictiosaurio, el plesiosaurio o el pterodáctilo, animales que nos resultan a la vez fascinantes y aterradores. Pero lo que sin embargo no tenemos tan claro es quién descubrió para la ciencia a estos colosos desaparecidos en los abismos del tiempo. De hecho, ese mérito debemos atribuirlo a una singular mujer que vivió en el siglo XIX y cuyo nombre es Mary Anning.
LOS PRIMEROS FÓSILES
Ilustración del cráneo de ictiosaurio encontrado por Joseph Anning, el hermano de Mary, en 1811.Foto: CC |
Richard, su padre, se ganaba la vida como ebanista y, cuando podía, vendía los fósiles que iba recogiendo a lo largo de la costa de Lyme.
Dibujo de 1814 de una parte de los restos del esqueleto del primer ictiosaurio encontrado por Mary Anning. Foto: CC |
LA COMUNIDAD CIENTÍFICA
Sería en 1818 cuando Mary captó el interés de un acaudalado
coleccionista de fósiles llamado Thomas Birch, al que vendió otro esqueleto completo
de un ictiosaurio. Birch organizó una subasta de fósiles cuyas ganancias
entregó a la familia Anning. Esto permitió a Mary ganar algún crédito entre la
comunidad geológica y poder dedicarse con más tranquilidad económica a la
búsqueda de fósiles. Pero muchos científicos ignoraron totalmente la
contribución de Mary a estos hallazgos. Fue el caso del cirujano Everard Home,
el cual, obviando por completo el nombre de la descubridora, en varios
artículos en los que hablaba sobre el descubrimiento del primer esqueleto de
ictiosaurio no mencionaba en absoluto el nombre de Mary. Es más, atribuyó la
minuciosa limpieza y preparación del fósil al personal del museo creado por el
naturalista, viajero y anticuario William Bullock, cuando en realidad fue obra de
Mary. De aquella manera, la joven quedaba apartada por completo del mundo
académico a pesar de haber sido ella la descubridora del fósil, un fósil que
sería vendido por tan solo veintitrés libras. Más tarde el ejemplar llegaría al
Museo de Historia Natural de Londres, donde actualmente tan solo puede verse el
cráneo.
De aquella manera, la joven paleontóloga quedaba apartada por completo del mundo académico a pesar de haber sido ella la descubridora del fósil, un fósil que sería vendido por veintitrés irrisorias libras.
Sobre estas líneas se puede ver una carta y una ilustración hechas en 1823 por Mary Anning anunciando el descubrimiento de un fósil animal que sería conocido como plesiosaurio. Foto: CC |
Sobre el trabajo de Mary, en 1823 el Bristol Mirror llegó a
publicar lo siguiente: "Esta perseverante mujer ha ido día sí día también
durante años en busca de restos fósiles de importancia cada marea, durante
varios kilómetros sobre los acantilados de Lyme, que arroja masas que son su
objetivo inmediato, ya que sólo éstas contienen las valiosas reliquias de un
mundo antiguo, que debe ser arrebatado en el momento de su caída, con el riesgo
continuo de ser aplastadas por los fragmentos que caían de vez en cuando o ser
destruidas por el flujo de la marea: a su esfuerzo debemos casi todos los
excelentes especímenes de ictiosauro de las grandes colecciones".
En 1826, Mary obtuvo el dinero suficiente para comprar una
casa y abrir una tienda de fósiles que llamó "Almacén de fósiles
Anning". Poco después, en 1828, Mary descubriría un magnífico espécimen de
pterosaurio, un reptil volador que vivió durante casi todo el mesozoico (hace
251 millones de años) y posteriormente descubrió otras especies de peces
extintas. Junto al paleontólogo William Buckland, uno de los pocos científicos
que nombraría a Mary como su descubridora, sería pionera en el estudio de los
coprolitos: las heces fosilizadas, conocidas en aquel entonces como
"piedras bezoar".
DESAGRAVIOS CONTINUADOS
A medida que pasaba el tiempo, la confianza de Mary en sí misma iba en aumento, tanto que en 1839 escribió una carta al Magazine of Natural History para poner en duda algunas afirmaciones vertidas acerca del fósil de un tiburón prehistórico llamado Hybodus.
A pesar de todos sus hallazgos, su curiosidad científica y su perseverancia, Mary siempre fue considerada una intrusa por la comunidad científica. Contra ella jugaba el hecho de ser una mujer, pobre y de clase trabajadora. Las mujeres de su clase social normalmente solo podían dedicarse al servicio doméstico, a trabajar en las fábricas o a las duras tareas del campo. A pesar de que Mary sabía tanto o más sobre fósiles que la mayoría de paleontólogos masculinos de su época, solo ellos podían publicar la descripción científica de los especímenes que Mary encontraba. Y ni siquiera estaban obligados a mencionar su nombre. Una joven que acostumbraba a acompañar a a menudo a Mary en sus búsquedas de fósiles dijo sobre ello: "Mary dice que el mundo la ha utilizado hasta la saciedad, estos hombres de ciencia han chupado su cerebro, y han sacado un gran partido publicando obras, de las cuales ella elaboró los contenidos, sin recibir nada a cambio".
UN ADIÓS TEMPRANO
A pesar de su poca formación científica, los descubrimientos,
conocimientos sobre el terreno y habilidad de Mary Anning para la clasificación
de los fósiles, le granjearon cierta reputación entre algunos paleontólogos que
en algunas ocasiones compartían con ella sus viajes en búsqueda de nuevos
fósiles. Entre ellos se encontraba el geólogo William Buckland y el anatomista
y paleontólogo Richard Owen, el cual acuñaría el término "dinosaurio"
(lagarto terrible) en 1842. También mantuvo correspondencia y vendió fósiles a
otros científicos destacados, como el geólogo Adam Sedgwick.
A pesar de la poca formación científica de Mary, sus descubrimientos, conocimientos sobre el terreno y su habilidad para la clasificación de los fósiles, le granjearon cierta reputación entre algunos paleontólogos.
Con los años, la salud de Mary se vio muy afectada y su trabajo se fue ralentizando. En marzo de 1847, un cáncer de mama acabó con su vida. Henry de la Beche, presidente de la Sociedad Geológica de Londres y amigo personal de Mary, escribió un obituario que fue publicado en las actas de la Sociedad, un honor solo reservado a los miembros masculinos. En la actualidad, la mayoría de especialistas reconocen el valor científico de los descubrimientos de Mary Anning y los subrayan como una de las contribuciones más importantes a los inicios de la Paleontología. En el año 2010, Mary Anning fue reconocida por la Royal Society como una de las diez científicas británicas más influyentes de la historia y su legado incluso ha hecho fortuna en un popular trabalenguas que todos los niños ingleses aprenden en la escuela: "She Sells Sea Shells on the Sea Shore" (Ella vende conchas marinas en la orilla del mar).
PARA SABER MÁS
Película
Director: Francis Lee
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