Costa de Nueva Zelanda - UNIVERSIDAD DE VICTORIA EN WELLINGTON |
Esta zona marca el límite donde la placa del Pacífico se
sumerge debajo de la placa australiana. En el área se pueden generar grandes
terremotos de más de 8 grados de magnitud.
La doctora Carolyn Boulton, de la Universidad Victoria de
Wellington, ha estado dirigiendo un equipo de científicos de terremotos que
estudian un acantilado rocoso en la falla de Hungaroa, ubicada en los márgenes
de la zona de subducción de Hikurangi.
Las capas de piedra caliza, lutita y limolita en el acantilado
cerca de Tora, a unos 35 km al sureste de Martinborough, son un indicador útil
de lo que está sucediendo en la zona de subducción en alta mar, dice Boulton en un comunicado.
Rocas similares a las del acantilado se depositaron en el
lecho marino hace entre 35 y 65 millones de años, pero su ubicación dificulta
su estudio. En cambio, los científicos pueden mirar las rocas en la tierra para
saber más sobre lo que sucede bajo el mar.
"Todas las rocas contienen calcita de antiguos
organismos marinos unicelulares, principalmente foraminíferos, como el
plancton. Hemos encontrado que la calcita de esos pequeños organismos puede
afectar el movimiento en la zona de subducción. Estos pequeños organismos
muertos hace mucho tiempo pueden afectar a cómo dos enormes placas tectónicas
interactúan mecánicamente", expone Boluton.
Ella dice que si la calcita en las rocas puede disolverse,
como el azúcar en el té, la falla puede ser débil y deslizarse fácilmente sin
un terremoto. Sin embargo, si la calcita no se puede disolver, la falla puede
"bloquearse", almacenando energía que podría liberarse en un gran
terremoto.
"La calcita se disuelve más rápido cuando está muy
estresada y cuando las temperaturas son más frías. Se disuelve más fácilmente a
bajas temperaturas, por ejemplo, a temperatura ambiente. Pero se vuelve más
difícil de disolver a medida que aumenta la temperatura, por ejemplo, a mayor
profundidad en la Tierra", comenta.
"En la zona de subducción, la temperatura aumenta más
lentamente que en tierra, solo alrededor de 10 grados Celsius/km. Por lo tanto,
la falla es realmente sensible a lo que hace la calcita, esos caparazones de
viejos organismos marinos muertos. La cantidad y el comportamiento de la
calcita de estos organismos es una gran pieza del rompecabezas de lo grande que
podría ser el próximo terremoto", agrega.
La zona de subducción de Hikurangi aún alberga muchos
misterios para que los científicos los descubran, dice Boulton. "Los
geólogos que estudian la falla alpina y otras fallas en tierra pueden
examinarlas de cerca. Pero ver el interior de la zona de subducción de
Hikurangi requiere un costoso equipo de perforación. Esto significa que nuestro
registro de grandes terremotos anteriores en el área no es tan bueno".
"Nuestras observaciones muestran que la parte poco
profunda de la zona de subducción puede adaptarse a los movimientos de las
placas deslizándose lentamente, o deslizándose rápidamente en terremotos
grandes y dañinos. Lo que realmente queremos saber es: ¿Hay eventos de
deslizamiento lento que no hemos detectado? ¿Se están moviendo las rocas sin
terremotos o están realmente encerradas? Eso nos ayudará a decirnos qué podría
pasar en el próximo terremoto", dice Boulton.
Un megaterremoto a lo largo de la zona de subducción podría
generar un gran tsunami, cuya evidencia se ha encontrado en excavaciones
geológicas y el registro fósil a lo largo de las costas este de las Islas Norte
y Sur de Nueva Zelanda, y a través del Estrecho de Cook.
Los científicos pronostican que hay un 26% de posibilidades
de que se produzca un gran terremoto en los próximos 50 años en el margen sur
de la zona de subducción de Hikurangi.
Los resultados de la investigación se publican en la revista Lithos.
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