Su pasado habla por sí solo y el presente ofrece un sinfín de propuestas para no aburrirse tanto dentro como fuera del propio pueblo
Vista aérea de Salas de los Infantes. ISRAEL L. MURILLO. |
Mucho se habla de Atapuerca y del imponente Museo de la
Evolución Humana (MEH). Y con razón. Sin embargo, poco se pone en valor la
prehistórica riqueza de un municipio de vital importancia para la Paleontología
mundial. Tierra de dinosaurios de referencia no solo en Castilla y León sino
también en el conjunto del país, las excavaciones de Salas han arrojado sorprendentes
hallazgos. Sus increíbles fósiles, que nos permiten remontarnos 120 millones de
años atrás, configuran una herencia única en toda la península ibérica.
Gracias al empeño del Colectivo Arqueológico-Paleontológico
Salense (C.A.S.), el Museo de Dinosaurios es una realidad. Las reseñas
hablan por sí solas en Google y, aunque la puntuación sea elevada, tampoco
falta alguna que otra crítica (las menos). Salvo aquellas carentes de
fundamento esgrimiendo que el centro estaba cerrado, las reseñas más bajas
exponen que es muy pequeño.
Salas es todo un referente para la Paleontología gracias a sus dinosaurios. I. L. M. |
Dejamos atrás el principio de los tiempos y nos situamos en
un pasado algo más cercano. La leyenda de los siete infantes de Lara,
antiquísimo cantar de gesta recuperado en gran parte por Ramón Menéndez Pidal,
constituye un hito literario universal que sitúa a Salas en el mapa. De vuelta
ya al presente, la cultura siempre encuentra acomodo en este acogedor municipio
gracias, sobre todo, al Teatro Auditorio Gran Casino, inmejorable escenario
para actuaciones teatrales o musicales de todo tipo.
Tampoco desmerece en absoluto el patrimonio arquitectónico
de esta joya urbana de la Demanda. Ahí están las iglesias de Santa María y
Santa Cecilia, las ermitas de San Roque y San Isidro o la coqueta Plaza Mayor,
hermosa y envidiablemente rural. Por otro lado, el entorno brinda un sinfín de
rutas por espectaculares parajes naturales y una parada cercana e
imprescindible para los amantes del séptimo arte: el cementerio de Sad Hill.
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