Algunos de los lechos de fósiles más exquisitos se formaron
hace millones de años, durante periodos de tiempo cuando los océanos terrestres
carecían básicamente de oxígeno.
Fósil de un pariente del calamar vampiro. La estructura del
centro es el saco
de tinta. (Foto: Rowan Martindale/The University of Texas at
Austin Jackson School of Geosciences)
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Dicha asociación ha llevado a los paleontólogos a creer que
las colecciones de fósiles mejor conservadas del mundo proceden de océanos sin
oxígeno. Pero unas investigaciones realizadas por personal de la universidad de
Texas en Austin (EE.UU.), han determinado que si bien los entornos con escasez
de oxígeno preparan el terreno, se necesita algo de aire para catalizar el
proceso de fosilización.
Según Drew Muscente, no es la ausencia de oxígeno lo que
permite que los organismos se conserven y se fosilicen, sino la presencia de
oxígeno bajo las circunstancias adecuadas. Su trabajo se publicó en la revista PALAIOS.
Los depósitos de fósiles mejor conservados se llaman
"Konservat-lagerstätten". Son raros y valiosos científicamente porque
conservan tejidos blandos junto con los duros, lo que a su vez preserva una
mayor variedad de vida de los ecosistemas primitivos.
Así, cuando se examina uno de estos depósitos, lo
interesante es que todo el mundo está presente. Se tiene un retrato más
completo del entorno y de los animales.
La investigación examinó la historia de fosilización de un
yacimiento excepcional situado en Canadá (Ya Ha Tinda Ranch). Es conocido por
su presencia de especímenes marinos delicados procedentes del Jurásico
Temprano, como cigalas y calamares vampiro, con sus sacos de tinta aún
intactos, conservados en losas de pizarra negra.
Durante la época de la fosilización, hace unos 183 millones
de años, unas temperaturas globales altas debilitaron el oxígeno de los
océanos. Para determinar si los fósiles se formaron efectivamente en un entorno
carente de oxígeno, el equipo analizó los minerales en ellos. Dado que se
forman diferentes minerales bajo condiciones químicas distintas, la
investigación, con un microscopio electrónico, pudo determinar si el oxígeno
estaba presente o no.
Los resultados indican que la mayor parte de los fósiles
están hechos de apatita, un mineral basado en fosfatos que necesita oxígeno
para formarse. Sin embargo, también se vio que las condiciones climáticas de un
entorno bajo en oxígeno ayudaron a preparar el terreno para la fosilización una
vez que este estuvo disponible.
Ello se debe a que los periodos de escaso oxígeno oceánico
están relacionados con temperaturas globales altas, que elevan los niveles
marinos y erosionan la roca, que es una fuente rica de fosfatos que ayudan a
formar fósiles. Si el entorno de bajo oxígeno persistía, entonces este
sedimento simplemente liberaba el fosfato al océano. Pero con oxígeno
disponible, el fosfato se queda en el sedimento donde puede iniciar el proceso
de fosilización.
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