El hallazgo fue realizado por un grupo de paleontólogos en Cerro Fortaleza, Santa Cruz, y publicado en la revista Plos One.
Ilustración de Jorge González. |
Cerro Fortaleza es una localidad ubicada cerca del extremo este del Lago Viedma en la Provincia de Santa Cruz, donde afloran sedimentos de edad cretácica, de unos 80 millones de años de antigüedad. En este lugar abundan colinas, valles, grietas y cañadones de diferentes profundidades y el trabajo científico puede resultar dificultoso. En la jerga paleontológica se denomina a este tipo de sitios como bad lands, que en castellano se traduce como tierras malas (también llamadas huayquerías), y si bien en los sedimentos del Cerro Fortaleza el hallazgo de fósiles es frecuente, en general se encuentran solamente huesos de grandes dimensiones, pertenecientes a un único tipo de dinosaurio: saurópodos titanosaurios.
“Recorrimos durante doce días en el lugar y cuando estábamos
a punto de finalizar la campaña encontramos en un área pequeña, de unos 4
metros cuadrados de superficie, numerosos fragmentos de fósiles, muchos de
ellos menores de 1 centímetro de largo, y que debido a su naturaleza
fragmentaria no podían ser identificados. Entre estos restos había además
fragmentos de dientes. El investigador Yuong-Nam Lee, que trabaja en la
Universidad Nacional de Seúl y cuenta con amplia experiencia en el estudio de
dinosaurios que vivieron a finales del Cretácico en Mongolia, al ver uno de los
dientes de apenas 3,5 milímetros de ancho y que tiene forma de hoja, señaló
inmediatamente que pertenecía a un anquilosaurio. Esta apreciación nos llamó
fuertemente la atención porque no solo hay muy pocos registros de este grupo de
dinosaurios en Argentina, sino que hasta el momento solo se habían encontrado
dos dientes: uno en Río Negro y otro en la Antártida”, cuenta Ariana
Paulina-Carabajal, investigadora independiente del Instituto de Investigaciones
de Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA-CONICET). Los estudios posteriores
que se realizaron en el laboratorio confirmaron la identificación del portador
de este diente.
Los anquilosaurios son un grupo de dinosaurios que tenían
una coraza o armadura y por ellos son conocidos como “dinosaurios
acorazados”. Además, el grupo de
paleontólogos había encontrado numerosos osteodermos, que son estructuras óseas
que protegen el cuerpo de los anquilosaurios. En este caso, se halló un tipo de
osteodermos diminutos, llamados osículos intersticiales, que rellenaban los
espacios entre los osteodermos grandes, formando una armadura sobre la cabeza,
cuello, espalda, panza y patas del animal. El hallazgo en Cerro Fortaleza es el
primero de este tipo diminuto de osteodermos fuera de Australia y Norteamérica
y la investigación fue publicada en la revista Plos One.
Estos hallazgos indicarían que esos animales convivieron en
un mismo lugar y en un mismo tiempo. “Estos restos de dinosaurios y cocodrilos,
sumados a los fósiles de plantas que ya habían sido estudiados en la zona, y a
los estudios de los sedimentos, nos permiten comenzar a reconstruir ese
ecosistema de hace 80 millones de años”, concluyó Paulina-Carabajal.
“Realizamos dos campañas al Cerro Fortaleza. La primera en 2016 con la idea de encontrar restos fósiles de grandes dimensiones y lo importante terminó siendo lo microscópico. En 2019 volvimos a la misma formación para intentar profundizar los hallazgos del viaje anterior. Tampoco tuvimos suerte porque literalmente nos corrió la lluvia. Evidentemente la paleontología es un trabajo sistemático que a la larga da resultados. Estamos planificando ahora la tercera visita”, asegura Méndez.
https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0256233
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