Los profundos cambios que el impacto causó en los bosques del Cretácico tardío marcaron las condiciones para el desarrollo de las que hoy son las mayores reservas de biodiversidad
En la imagen, algunas de las miles de hojas y semillas fósiles del Cretácico analizadas para esta investigación - Carvalho et al. Science 2021 |
Una buena parte de los estudios sobre aquel gran episodio de extinción, en efecto, se han dedicado hasta el momento a describir con todo
lujo de detalles cómo se produjo ese impacto y qué consecuencias tuvo
exactamente para las formas de vida entonces existentes. Pero muy pocos se han
dedicado a averiguar lo que vino después. Porque la vida, ciertamente mermada
por la catástrofe, continuó. Y si la Tierra es tal y como hoy la vemos es,
también, porque aquél asteroide existió.
Ahora, un extenso equipo compuesto por decenas de
investigadores de universidades e instituciones de varios países, entre ellos
Carlos Jaramillo, de la Universidad de Salamanca, acaba de publicar en
'Science' un detallado estudio llevado a cabo bajo un enfoque totalmente nuevo.
Los investigadores, de hecho, encontraron que el catastrófico impacto del
asteroide, además de sembrar un rastro de destrucción, tuvo el importante papel
de reestructurar drásticamente la naturaleza misma de los bosques tropicales,
estableciendo así el escenario evolutivo adecuado para que esas zonas se
convirtieran en lo que son hoy: selvas tropicales, uno de los ecosistemas más
diversos de cuantos existen en la Tierra.
Hasta ahora, en efecto, y a pesar de que son bien conocidas
las desastrosas consecuencias del asteroide sobre los ecosistemas terrestres y
marinos de todo el mundo, sus efectos a largo plazo sobre los bosques
tropicales seguían siendo un completo misterio.
La razón de ese desconocimiento se debe en gran parte a la
escasa exploración paleobotánica llevada a cabo hasta la fecha en la región,
que sólo ahora empieza a proporcionar los datos necesarios para responder a la
pregunta. Bajo la dirección de Mónica Carvalho, primera firmante del estudio,
los investigadores utilizaron numerosas muestras de polen fósil y hojas
recuperadas de Colombia para caracterizar, por primera vez, cómo el impacto
cambió los bosques tropicales de América del Sur.
Cambios a gran escala
Lo que hallaron fue una larga serie de cambios a gran
escala, tanto en la composición de especies como en la estructura misma de los
bosques. Según los nuevos hallazgos, las selvas tropicales del Cretácico tardío
se caracterizaron por sus ambientes "abiertos". Sin embargo, la
diversidad de plantas disminuyó en aproximadamente un 45% en el límite
Cretácico-Paleógeno (cuando cayó el meteorito) y las extinciones se sucedieron
de forma generalizada, particularmente entre las plantas con semillas.
Los bosques tardaron cerca de seis millones de años en
recuperarse y, mientras, las angiospermas, las plantas con flores, consiguieron
dominar ampliamente el entorno.
Esa transición fue, precisamente, la que llevó a los bosques
a tener una estructura más "cerrada", y a la distribución en capas de
la biodiversidad vegetal que define las selvas tropicales modernas. En su
estudio, los investigadores demuestran que la recuperación y los duraderos
efectos del impacto que mató a los dinosaurios fueron muy variables, y que
dependían en gran medida de la proximidad al cráter y de las condiciones
climáticas locales.
Así, y de un modo análogo a cómo la desaparición de los dinosaurios hizo posible que los pequeños mamíferos de la época salieran de sus madrigueras y prosperaran hasta convertirse en lo que son hoy, incluidos los humanos, aquellos cambios profundos y devastadores en los bosques crearon, al mismo tiempo, las condiciones necesarias para el desarrollo de las selvas tropicales, las mayores reservas de vida y biodiversidad que existen hoy sobre el planeta.
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