En mayo de 2020, un estudio publicado por la revista Nature reveló el ángulo de trayectoria del meteorito que golpeó nuestro planeta hace 66 millones de año en la Península de Yucatán. Un gigantesco impacto que dejó un cráter de 180 kilómetros cuadrados y produjo una cámara de magma subterránea. De paso, acabo con la vida de los dinosaurios.
Recreación artística del cráter de Chicxulub. UNAM |
De acuerdo con David Kring, autor principal del estudio y
geólogo del Instituto Lunar y Planetario (LPI) de Estados Unidos, el sistema
hidrotermal que sobrevivió en el cráter, denominado Chicxulub, podría ayudar a
explicar el comienzo de la vida en la Tierra.
El equipo de Kring extrajo cerca de 15,000 kilos del
cráter. Investigando el material, los científicos detectaron pequeñas esferas
llamadas framboides.
El análisis de estos framboides, que miden solo 10
millonésimas de metro de diámetro, constató la presencia de “colonias
termofílicas de organismos reductores de sulfato”, en otras palabras, grupos de
organismos microscópicos amantes del calor y con apetito por sulfatos.
Según Gizmodo, estos microorganismos vivían en la “roca
porosa y permeable debajo del piso del cráter y se alimentaban del sulfato transportado
a través de la roca”, que estuvo disponible debido al sistema hidrotermal
generado por el impacto.
Estos microbios subterráneos sobrevivían aprovechando las
reacciones químicas que ocurrían dentro del sistema hidrotermal.
Se trata de organismos no muy diferentes a algunas bacterias
y arqueas amantes del calor que se encuentran hoy en el Parque Yellowstone.
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