Fósiles de uno de los grandes saurópodos más antiguos, excavados en la Patagonia argentina, aportan nuevas pruebas de que un evento de calentamiento global desató la evolución de los dinosaurios gigantes.
Reconstrucción del saurópodo temprano Bagualia alba. - JORGE GONZALES |
Sin embargo, estos animales gigantes no aparecieron
directamente al comienzo de la era de los dinosaurios. Durante los primeros 50
millones de años de su historia evolutiva, los Sauropodomorpha, el linaje al
que pertenecen los saurópodos, estuvieron representados por varios grupos de
animales bípedos a cuadrúpedos.
Aunque algunos de ellos alcanzaron tamaños corporales
grandes de unos 10 metros de longitud y unas pocas toneladas de peso, estos
grupos también incluían animales más pequeños y de complexión más ligera,
algunos de los cuales no eran más grandes que una cabra. Sin embargo, hacia el
final del período Jurásico Temprano, hace unos 180 millones de años, todos
estos grupos desaparecieron repentinamente y solo un linaje sobrevivió y
prosperó: los saurópodos. Lo que causó este cambio de fauna durante el Jurásico
Temprano ha permanecido enigmático hasta ahora.
Un equipo internacional de investigadores dirigido por el
paleontólogo argentino Diego Pol, ubicó de forma precisa en su contexto
temporal y ecológico la nueva especie de dinosaurio hallada en Argentina, que
denominó Bagualia alba.
Por lo tanto, las capas de las que proviene el nuevo
saurópodo podrían datarse de hace 179 millones de años, justo después de la
misteriosa desaparición de los otros grupos de sauropodomorfos. Los fósiles de
plantas en las capas de rocas justo antes de esa época y en la época en que
vivió Bagualia proporcionan evidencia del clima y la ecología cuando vivían
estos animales, según un comunicado.
Así, los datos indican que hubo un cambio climático
relativamente rápido hace unos 180 millones de años, de un clima templado
cálido y húmedo, en el que floreció una vegetación diversa y exuberante, a un
clima fuertemente estacional, muy caluroso y seco, caracterizado por una flora
menos diversa, y dominada por formas que muestran adaptaciones para climas
cálidos como ciertas coníferas. Estos cambios ambientales aparentemente fueron
impulsados por un efecto invernadero debido a gases climáticos como el CO2 y el
metano causados por el aumento del vulcanismo en ese momento; Se han encontrado
pruebas de estas erupciones volcánicas en muchos continentes del sur, como el
Drakensberge en el sur de África, por ejemplo.
Con sus delgados dientes, los sauropodomorfos no saurópodos se adaptaron a la vegetación blanda que florecía antes de este evento de calentamiento global, pero cuando esta flora fue reemplazada por una vegetación de invernadero mucho más resistente, estos animales se extinguieron. Los saurópodos representaron el único grupo de saurópodos con una dentición mucho más robusta, bien adaptados para una vegetación tan resistente, y así florecieron y se convirtieron en el grupo dominante de dinosaurios herbívoros en ese momento.
De hecho, la especialización en este tipo de vegetación fue
probablemente una de las razones por las que estos animales alcanzaron su
tamaño gigantesco: como se necesitan grandes cámaras de digestión para hacer
frente a este tipo de alimentos, hubo una tendencia general a que estos
animales fueran cada vez más grandes.
El estudio se publica en Proceedings of the Royal Society B.
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