Estos animales con plumas eran más similares a las aves rapaces modernas que a los cazadores en manada que aparecen en «Parque Jurásico».
De hecho, los raptores terroríficos de Parque Jurásico se
basaban en un pariente del velocirráptor: el Deinonychus antirrhopus, un
dinosaurio mucho más grande que vivió en Norteamérica a principios del
Cretácico, hace entre 145 y 100 millones de años.
Entonces ¿cómo eran los velocirráptores en realidad? Aunque
nuestros conocimientos aumentan a medida que se desentierran más evidencias
fósiles, los paleontólogos han conseguido aprender mucho sobre estos
depredadores icónicos.
Rasgos aviares
Hay un amplio consenso respecto a que las aves modernas son
dinosaurios que evolucionaron a partir de los terópodos, una familia de
depredadores con tres dedos en las patas que incluía al Velociraptor
mongoliensis y al Tyrannosaurus rex. Estos vínculos familiares explican por qué
los velocirráptores tenían tantos rasgos presentes en las aves actuales, como
los tobillos con articulaciones en bisagra, muñecas con articulaciones en
pivote, fúrcula y dedos orientados hacia delante. Con todo, lo más notable es
su plumaje.
Se ha sospechado durante años que los velocirráptores tenían
plumas y que no estaban cubiertos de escamas reptilianas. En 2007, un estudio publicado en la revista Science desveló que un fósil de Velociraptor
mongoliensis tenía las uniones de los cálamos, unas protuberancias sobre el
antebrazo que unen los cálamos (o cañones) de las plumas al hueso y que son
habituales en aves modernas.
Sin embargo, a diferencia de muchos de sus parientes
aviares, el dinosaurio era terrestre. Tenía unos brazos demasiado cortos para volar, pero la fúrcula del velocirráptor —un hueso bifurcado entre el cuello y
el pecho que, en general, sirve de resorte que ayuda a las aves a volar—
carecía de la forma adecuada para sustentar alas voladoras. El estudio de 2007
planteó la hipótesis de que las plumas del velocirráptor podrían haber sido un
residuo evolutivo de ancestros más pequeños que podían volar o que podrían
haber servido para atraer parejas, proteger los nidos del frío o maniobrar
mientras corría.
Con todo, los velocirráptores suelen compararse con aves
rapaces como águilas y halcones por la garra alargada que sobresale del segundo
dedo de cada pie. Aunque en su día los científicos tenían la teoría de que las
garras podrían haberse utilizado para cortar, ahora la mayoría cree que el
dinosaurio las utilizaba para perforar y sujetar a las presas como hacen los
halcones.
La caza
Debido a su nombre latino, que significa «ladrón veloz», se
creía que los velocirráptores eran cazadores eficaces. Los bípedos tenían un excelente sentido del olfato, algo demostrado por el tamaño y la forma de la
parte del cráneo que contenía los bulbos olfativos, la parte del cerebro que
procesa los olores. Sus patas musculares y espinillas largas les permitían dar pasos largos y alcanzar velocidades de hasta 38 kilómetros por hora, según se
estima. Al moverse levantando los pies con garras, los velocirráptores
mantenían los talones lo bastante afilados para perforar a sus presas; una vez
en sus garras, es probable que terminaran el trabajo con unas mandíbulas llenas de dientes serrados.
En Parque Jurásico, los velocirráptores se presentan como
cazadores en manada, pero hay pocas pruebas que respalden esta hipótesis. De
hecho, es probable que hicieran todo lo contrario. Un estudio de 2007 realizó
análisis químicos de los dientes del pariente del velocirráptor Deinonychus
para descubrir si las crías de los dinosaurios consumían los mismos alimentos
que los adultos. Estas pruebas revelaron que la dieta del dinosaurio cambiaba a
medida que envejecía, una diversidad nutricional que en general no se observa
en animales de manada.
De haber tenido la oportunidad, es improbable que este
depredador cazara humanos. A pesar de la famosa fosilización de una batalla
mortal entre un velocirráptor y un Protoceratops, los paleontólogos creen que
los velocirráptores podrían haberse alimentado de pequeños mamíferos y reptiles.
En 2011, los científicos también plantearon la teoría de que estos depredadores
eran nocturnos, ya que su anillo esclerótico —un disco óseo que refuerza el
ojo— era ancho y habría permitido que entrara luz suficiente para ver por la
noche.
Es probable que los velocirráptores tampoco fueran tan
inteligentes como sugiere la cultura popular. Es cierto que este dinosaurio
tenía un cerebro grande en proporción a su cuerpo, lo que lo convierte en uno
de los dinosaurios más inteligentes. Pero su capacidad intelectual
probablemente estaba a la altura de las aves promedio, no a la de los
chimpancés o los loros.
La evolución del velocirráptor
Los científicos aún están reconstruyendo qué especies
antepasadas dieron lugar al velocirráptor y si existieron varios tipos de
velocirráptores. El Velociraptor mongoliensis se descubrió en el desierto de
Mongolia en 1924. Sin embargo, en 2008, fósiles de una mandíbula similares
descubiertos en la misma región desconcertaron a los paleontólogos. Estos
nuevos fósiles compartían las mismas aberturas craneales que el velocirráptor,
así como el mismo número de dientes. Pero su estructura general era lo bastante
diferente para que los científicos describieran una nueva especie, el
Velociraptor osmolskae. Aún se está investigando la vida de esta nueva y
misteriosa especie de velocirráptor.
Más recientemente, se ha descubierto al pariente más antiguo conocido del velocirráptor: un dinosaurio de un metro de largo llamado
Hesperornithoides miessleri. Este pequeño cazador, cubierto de plumas y con una
garra en forma de guadaña en cada pata, vivió a finales del Jurásico, hace
entre 164 y 145 millones de años. Aunque aparentemente el Hesperornithoides
miessleri era incapaz de volar, su existencia sugiere que los dinosaurios
empezaron a desarrollar plumas y brazos alares millones de años antes de la
aparición de las primeras aves.
El velocirráptor desapareció del registro fósil hace unos 70
millones de años. Unos pocos millones de años después, el catastrófico impacto
de un asteroide desencadenó un evento de extinción que aniquiló a los
dinosaurios no aviares.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en
nationalgeographic.com.
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