En el noroeste argentino, un equipo de paleontólogos ha encontrado los restos fosilizados de dos especies de titanosaurios. El hallazgo llena un vacío en el conocimiento de la historia evolutiva de los animales más grandes que caminaron sobre la Tierra
A la geóloga suiza Léa Leuzinger le llamó la atención lo que parecía ser un tubo blanco que sobresalía de la roca roja. Era un fémur de un dinosaurio. MARTÍN HECHENLEITNER. |
“No teníamos ningún dato preciso donde excavar”, recuerda.
“Solo contábamos con unos pequeños y gastados fósiles de una vértebra, hallados
por un geólogo australiano que estaban guardados en una cajita en la
universidad a la que nadie prestaba atención”. Con problemas para respirar y
agobiados por el cansancio, los investigadores caminaron durante 10 días por el
valle, luchando para acostumbrarse a la altura. Hasta que, frustrados por no
haber hallado nada, dieron por terminada la campaña.
Meses después, regresaron. Al sexto día, la perseverancia al
fin dio sus frutos: encontraron un huevo fosilizado. “Saltamos de la alegría”,
cuenta el paleontólogo de 34 años. “Las rocas están inclinadas y ahí empezaron
a aparecer cascaritas por todos lados. Logramos sacar un nido con cinco
huevos”.
Pero aún el tesoro mayor que habían ido a buscar ―los restos
de un gigante― les era esquivo. Hasta que en la tercera campaña en marzo de
2016 la geóloga suiza Léa Leuzinger advirtió algo extraño. “Me llamó la
atención lo que parecía ser un tubo blanco que resaltaba en la roca roja. Nunca
hubiera pensado que se trataba de un fémur de un dinosaurio”.
Para Hechenleitner, que lleva ocho años estudiando
titanosaurios y hasta entonces había participado en campañas ajenas como la
excavación del Patagotitan mayorum en 2013 en la provincia de Chubut, fue un
alivio. “Tenía que aparecer algo que valiera todo aquel esfuerzo”.
Estas dos especies -Punatitan y Bravasaurus- habrían convivido en el mismo ambiente hace 70 millones de años en el noroeste de lo que hoy es Argentina. JORGE BLANCO |
Las vértebras caudales les indicaron que se trataban de dos especies de titanosaurios, hasta ahora desconocidas, que habrían vivido durante los últimos momentos del Cretácico. Es decir, habrían sido los últimos de su tipo.
Como cuentan en un estudio publicado en la revista Communications Biology, al más grande, que habría alcanzado los 20 metros de largo, lo llamaron Punatitan coughlini en referencia a la sensación de apunamiento, mal agudo de montaña o falta de aire que da en la zona y en honor al geólogo Tim Coughlin, quien informó sobre los primeros fósiles de dinosaurios en aquel lugar. Y a los dos más pequeños, de alrededor de tres toneladas y siete metros de largo, Bravasaurus arrierosorum, por la Laguna Brava ―un lugar muy conocido en la provincia― y los arrieros que cruzaron los Andes con ganado durante el siglo XIX.
Antiguos titanes
Los titanosaurios fueron los animales de mayor tamaño que caminaron sobre el planeta: un grupo diverso de dinosaurios herbívoros colosales, de cuello largo y con una compleja historia evolutiva. Vivieron hace entre 145 millones y 66 millones de años. Los restos fosilizados de sus cuerpos se han encontrado en todos los continentes, incluyendo la Antártida.
Pero es Argentina el país en el que hasta ahora se descubrieron más especies: 35, como el Argentinosaurus, el Saltasaurus, Bonitasaura salgadoi y el Patagotitan mayorum, de 37,2 metros de longitud y un peso equivalente al de diez elefantes africanos. “Siempre me fascinaron por su tamaño”, reconoce Hechenleitner, investigador de CRILAR (Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja) y Conicet. “Cómo estos organismos pudieron cumplir con todas sus funciones biológicas siendo tan grandes”.
Contradiciendo a las reconstrucciones de la mayoría de los
museos del mundo, el biólogo australiano Roger Seymour sostiene que lo más
probable es que estos saurópodos no hubieran podido levantar sus cuellos como
jirafas. Más bien, mantenían sus cabezas horizontales al suelo. Este
investigador de la Universidad de Adelaida indica que para poder alzar su
cuello, el corazón de estos animales tendría que haber sido enorme para bombear
la sangre suficiente para que llegara a sus cabezas.
En Sudamérica, la mayor parte del registro de los fósiles de
titanosaurios se limita a la Patagonia argentina y la cuenca de Bauru en el
suroeste de Brasil. “Lo interesante de nuestro descubrimiento en La
Rioja", cuenta el paleontólogo Agustín Martinelli, miembro del equipo,
"es que llena un vacío entre estas dos regiones”. Los resultados de los
análisis de estos investigadores muestran que las dos nuevas especies
encontradas tienen afinidades con las especies patagónicas y brasileñas, lo que
refuerza la hipótesis de una estrecha relación entre las faunas de saurópodos
del norte y sur del continente sudamericano.
Hacia finales del Cretácico, estos animales se habrían
extendido por América del Sur, que por entonces era una isla separada de otras
masas de tierra. “Los titanosaurios eran gregarios”, dice el paleontólogo Lucas
Fiorelli. “Se desplazaban en enormes manadas”.
El paleontólogo Martín Hechenleitner (a la izquierda, con gafas) y su equipo con el primero de los tres ejemplares de titanosaurios que extrajeron. MARTÍN HECHENLEITNER. |
El lugar donde los científicos argentinos hallaron sus restos habría sido la planicie de inundación de un río, uno de los ambientes que más habrían frecuentado las manadas de Punatitan y Bravasaurus. “Sospechamos que podrían haber sido anfibios, como los hipopótamos”, especula Hechenleitner. “Eran animales muy grandes que pasaban mucho tiempo cerca o dentro del agua. Evidentemente, en la zona vivían manadas y muchos murieron ahí”.
En la excavación aparecieron también dientes de terópodos o
dinosaurios carnívoros y de cocodrilos. Los cuerpos de estos titanosaurios
deben haber estado expuestos durante mucho tiempo y animales carroñeros los
habrán aprovechado como alimento.
El misterio de los nidos
Pero en especial a estos paleontólogos les sorprende del
lugar la cantidad de huevos fosilizados que hay en la Quebrada de Santo
Domingo. “Creemos que es uno de los sitios de nidificación más grandes del
mundo”, sugiere Fiorelli. En otros yacimientos como Auca Mahuevo (en Neuquén,
Argentina), Dholi Dungri (India) y Toteşti (Rumania) se preservaron huevos de
estos animales pero no en semejante cantidad.
Huevos fosilizados de titanosaurios. Miden 14 centímetros de diámetro en promedio. MARTÍN HECHENLEITNER. |
“Esto nos permite conocer un poco más la biología reproductiva de los titanosaurios”, agrega Fiorelli. “Fueron animales que nidificaron en todo el mundo y de manera masiva. No empollaban como las aves actuales, sino que habrían tenido un comportamiento similar al de las tortugas marinas que anidan en conjunto en una playa y generan cientos o miles de nidos y los dejan que se incuben naturalmente. Elegían deliberadamente estos sitios para nidificar”.
Estos hallazgos, creen los investigadores, son solo la punta
del iceberg. “Tenemos más fósiles para extraer y preparar”, reconoce
Hechenleitner. “Encontramos otro fémur que nos va a llevar un tiempo sacarlo.
Estos descubrimientos son una instantánea en el tiempo. Abren una nueva ventana
al pasado lejano de la vida en la Tierra”.
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