viernes, 29 de mayo de 2020

EL MUSEO DE DINOSAURIOS DE SALAS DE LOS INFANTES REABRE SUS PUERTAS

POR FIN ABRIMOS







Mañana sábado, 30 de mayo de 2020, el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Sierra de la Demanda, Burgos) reabre sus puertas con una entrada renovada y más actual en su horario habitual (de 10:30 a 14:30 h. y, de 17:00 a 20:00 h.). Domingo 31, en horario de mañana. Con prudencia y con las medidas de distanciamiento y aforo limitado, todos estaremos seguros. "Hazte y haznos un favor: visita Salas de los Infantes y el Museo de Dinosaurios". ¡Os esperamos!


El insecto más antiguo del mundo es el milpiés fósil de Escocia

Un fósil de milpiés de 425 millones de años de edad, de la isla escocesa de Kerrera, es el "insecto" más antiguo del mundo, más viejo que cualquier fósil conocido de un insecto, arácnido u otro bicho raro, según investigadores de la Universidad de Texas en Austin.

Fósil del Kampecaris obanensis, el más antiguo de un insecto - 
British Geological Survey
Los hallazgos ofrecen nueva evidencia sobre el origen y la evolución de los insectos y las plantas, lo que sugiere que evolucionaron mucho más rápido de lo que algunos científicos creen, pasando de comunidades que rodean los lagos a ecosistemas forestales complejos en solo 40 millones de años.

"Es un gran salto de estos tipos pequeños a comunidades forestales muy complejas, y en el esquema de las cosas, no tomó tanto tiempo", dijo en un comunicado Michael Brookfield, investigador asociado de la Escuela de Geociencias Jackson de UT Austin y profesor adjunto en el Universidad de Massachusetts Boston. "Parece ser una rápida radiación de evolución desde estos valles montañosos, hasta las tierras bajas, y luego en todo el mundo después de eso".

La investigación fue publicada recientemente en la revista Historical Biology. Brookfield dirigió el estudio con coautores, entre ellos Elizabeth Catlos, profesora del Departamento de Ciencias Geológicas de la Escuela Jackson, y Stephanie Suárez, una estudiante de doctorado en la Universidad de Houston que realizó mejoras en la técnica de datación fósil utilizada en el estudio cuando era estudiante universitario en la escuela Jackson.

El equipo descubrió que el antiguo fósil de milpiés tiene 425 millones de años, o unos 75 millones de años menos que la edad en que otros científicos han estimado que el milpiés más antiguo usa una técnica conocida como datación de reloj molecular, que se basa en la tasa de mutación del ADN. Otra investigación que usa datación fósil descubrió que el fósil más antiguo de una planta de tallo que habita en la tierra (también de Escocia) tiene 425 millones de años y 75 millones de años menos que las estimaciones del reloj molecular.

Aunque ciertamente es posible que existan fósiles más antiguos de insectos y plantas, Brookfield dijo que el hecho de que no se hayan encontrado, incluso en depósitos conocidos por preservar fósiles delicados de esta época, podría indicar que los antiguos milpiés y fósiles de plantas que ya se han encontrado Se han descubierto los especímenes más antiguos.

Si ese es el caso, también significa que tanto los insectos como las plantas evolucionaron mucho más rápido que la línea de tiempo indicada por el reloj molecular. Se han fechado abundantes depósitos de insectos a solo 20 millones de años más tarde que los fósiles. Y 40 millones de años después, hay evidencia de prósperas comunidades forestales llenas de arañas, insectos y árboles altos.

"¿Quién tiene razón, nosotros o ellos?" dijo Catlos. "Estamos estableciendo hipótesis comprobables, y aquí es donde estamos en la investigación en este momento".

Dado su potencial importancia evolutiva, Brookfield dijo que estaba sorprendido de que este estudio fuera el primero en abordar la edad de los antiguos milpiés.

Suárez dijo que una razón podría ser la dificultad de extraer circonitas, un mineral microscópico necesario para fechar con precisión los fósiles, del sedimento de roca ceniza en el que se preserva el fósil. Como investigador universitario en la Escuela Jackson, Suárez desarrolló una técnica para separar el grano de circón de este tipo de sedimento. Es un proceso que requiere práctica para dominar. Los circones se eliminan fácilmente al intentar aflojar su agarre sobre el sedimento. Y una vez que se liberan con éxito de la roca circundante, recuperar los circones implica una caza de ojos de águila con un alfiler pegado a la punta de un lápiz.

"Ese tipo de trabajo me entrenó para el trabajo que hago aquí en Houston", dijo Suárez. "Es un trabajo delicado".

Como estudiante universitario, Suárez utilizó la técnica para encontrar que un espécimen de milpiés diferente, que se creía que era el espécimen de insecto más antiguo en ese momento, era aproximadamente 14 millones de años más joven de lo estimado, un descubrimiento que lo despojó del título del insecto más antiguo. Usando la misma técnica, este estudio pasa la distinción a un nuevo espécimen.


Descubiertos nuevos arrecifes de coral fosilizados en el Pirineo Aragonés

El estudio ha sido realizado por miembros del grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza y del Instituto Geológico y Minero de España


Figura 1. Fósil y reconstrucción de uno de los nuevos cangrejos, 
bautizado como Daira corallina
En el trabajo se describen tres especies nuevas de cangrejos y más de un centenar de restos fosilizados

Estos ecosistemas tienen una antigüedad de 38 millones de años y albergan una gran diversidad de invertebrados

Los arrecifes de coral son uno de los ecosistemas más diversos en los mares actuales. En ellos se encuentran una gran variedad de crustáceos decápodos, grupo al que pertenecen organismos tan conocidos como las gambas y los cangrejos. Un estudio publicado por la revista prestigiosa revista alemana de Paleontología “Neues Jahrbuch für Geologie und Paläontologie” describe nuevos fósiles de cangrejos encontrados en arrecifes fósiles del Pirineo aragonés.

El estudio ha sido realizado por miembros del Grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza y del Instituto Geológico y Minero de España. Fernando-Ari Ferratges, primer firmante del trabajo comenta “el hallazgo de este tipo de fósiles en el pirineo aragonés ayuda a entender la evolución de los cangrejos en un momento crítico de su historia evolutiva, en el cual aparecen las principales familias que dominan hoy los mares”.

Figura 2. Vista general del arrecife fósil del Eoceno, situado en la zona 
de La Peña, al norte de Huesca.
El yacimiento data del periodo Eoceno superior, hace aproximadamente 38 millones de años. En aquel momento, la zona de Huesca estaba cubierta por un mar poco profundo donde proliferaron los arrecifes de coral y otros ecosistemas que sustentaban una gran diversidad de animales marinos, similar a lo que ocurre en los arrecifes modernos. Samuel Zamora, investigador del IGME y autor del trabajo, dice “el estudio de los invertebrados marinos fósiles nos informan de cómo han evolucionado estos ecosistemas hasta alcanzar su diversidad actual”.

Este trabajo forma parte de una investigación más amplia que se está desarrollando actualmente en la Universidad de Zaragoza y que pretende conocer mejor los arrecifes fósiles del Pirineo así como la fauna marina que albergaba durante el Eoceno. Marcos Aurell, catedrático de estratigrafía de la Universidad de Zaragoza y co-autor del trabajo indica “la excepcional diversidad y exposición de los afloramientos del Eoceno en el área estudiada propicia estudios muy detallados, que permiten entre otras cosas determinar que especies vivían en cada parte del arrecife”. Es importante mencionar que los arrecifes de coral son ambientes muy sensibles ante los cambios climáticos, y por lo tanto, su estudio a lo largo del tiempo puede ayudar a predecir los efectos producidos por el calentamiento global que experimentamos actualmente.

El estudio es pionero en su campo ya que nunca antes se había reconstruido qué especies vivían en cada parte de estos arrecifes del Eoceno, hecho posible gracias a la excepcionalidad del yacimiento. Además se han encontrado tres especies de cangrejos nuevas para la ciencia que han sido bautizadas como Gemmellarocarcinus riglosensis, Lobogalenopsis joei y Daira corallina.

Alguno de los ejemplares estudiados en esta publicación se expondrán en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza para que todos podamos disfrutar de ellos.

jueves, 28 de mayo de 2020

No medió catástrofe en la extinción masiva de hace 215 millones de años

Un sofisticado análisis cuantitativo de una extinción masiva que ocurrió hace 215 millones de años y descubrió que la causa no era un asteroide o el cambio climático, como se creía anteriormente. En cambio, no ocurrió repentina o simultáneamente, lo que sugiere que la desaparición de una amplia variedad de especies no estaba vinculada a ningún evento catastrófico.

Búsqueda de fósiles en el Petrified Forest National Park - Amanda Bednarick
Su investigación, basada en el trabajo de campo paleontológico realizado en sedimentos de 227 a 205 millones de años en el Parque Nacional del Bosque Petrificado, Arizona, se publicó en abril en la revista Geology.

Según David Fastovsky, el profesor de geociencias de la Universidad de Rhode Island (URI), cuyo estudiante graduado, Reilly Hayes, dirigió el estudio, la extinción global de los antiguos vertebrados del Triásico Tardío, cuya desaparición, que los científicos llaman la transición Adamanio / Revueltiana, nunca antes se había reconstruido satisfactoriamente. Algunos investigadores creían que la extinción fue provocada por el Impacto Manicouagan, un impacto de asteroide que ocurrió en Quebec hace 215,5 millones de años, dejando un lago distintivo de 750 millas cuadradas. Otros especularon que la extinción estaba vinculada a un clima más cálido y seco que ocurrió aproximadamente al mismo tiempo.

"Las hipótesis anteriores parecían muy difusas, porque nunca nadie había abordado este problema, o cualquier otro antiguo problema de extinción masiva, de la manera cuantitativa que lo hicimos", dijo Fastovsky. "Al final, llegamos a la conclusión de que ni el impacto de los asteroides ni el cambio climático tuvieron nada que ver con la extinción, y que la extinción ciertamente no fue como se había descrito, abrupta y sincrónica. De hecho, fue diacrónica y prolongada".

La transición Adamanio / Revueltiana fue el candidato perfecto para aplicar los métodos cuantitativos empleados por el equipo de investigación, dijo Fastovsky. Debido a que las capas ricas en fósiles del Parque Nacional del Bosque Petrificado preservan una diversidad de vertebrados de la época, incluidos los fitosaurios similares a los cocodrilos, los aetosaurios blindados, los dinosaurios tempranos, los grandes anfibios similares a los cocodrilos y otros vertebrados terrestres, Hayes reubicó los sitios donde se descubrieron fósiles conocidos y se determinó con precisión su edad por su posición en la secuencia de rocas.

El profesor de estadísticas de Hayes y Gavino Puggioni luego aplicó varios algoritmos estadísticos bayesianos para crear "una estimación probabilística" de cuándo los animales probablemente se extinguieron. Este método permitió una evaluación inusualmente precisa de la probabilidad de que los vertebrados adamanios en el antiguo ecosistema se extinguieran dramáticamente y sincrónicamente, como se esperaría con un impacto de asteroide.

Investigaciones anteriores concluyeron que el impacto del asteroide ocurrió hace 215,5 millones de años y el cambio climático unos 3 a 5 millones de años después. Los investigadores de la URI demostraron que las extinciones ocurrieron durante un período prolongado entre hace 222 millones de años y hace 212 millones de años. Algunas especies de archosaurios blindados Typothorax y Paratypothorax, por ejemplo, se extinguieron unos 6 millones de años antes del impacto y 10 millones de años antes del cambio climático, mientras que las de Acaenasuchus, Trilophosaurus y Calyptosuchus se extinguieron 2 a 3 millones de años antes del impacto. Las especies de Desmatosuchus y Smilosuchus, por otro lado, se extinguieron 2 a 3 millones de años después del impacto y durante las primeras etapas del cambio climático.

"Fue un conjunto de extinciones de larga duración que realmente no ocurrió al mismo tiempo que el impacto o el cambio climático o cualquier otra cosa", dijo Fastovsky en un comunicado. "Ningún evento instantáneo conocido ocurrió al mismo tiempo que las extinciones y, por lo tanto, podría haberlos causado".

El profesor de URI cree que será difícil aplicar estos métodos cuantitativos para calcular otras extinciones masivas porque los datos fósiles igualmente ricos y las fechas radiométricas precisas para ellos no están disponibles en otros sitios y por otros períodos de tiempo.

"Esto fue como un caso de prueba, un sistema perfecto para aplicar estas técnicas porque tenía que tener suficientes fósiles y fechas suficientemente numerosas y precisas para ellos", dijo. "Otras extinciones podrían estudiarse de manera similar, pero logísticamente es una montaña alta para escalar. Es posible que haya otras formas de llegar a ella, pero es muy lento y difícil".


Hallan el festín de un nuevo dinosaurio caníbal

  • En épocas de escasez, algunos de los depredadores más famosos del Jurásico se volvían carroñeros o se devoraban unos a otros 

Dinosaurios caníbales en un ecosistema estresado del Jurásico tardío - 
BRIAN ENGH
Algunos dinosaurios pudieron ser caníbales. Existen pruebas de que los tiranosaurios, incluido el famoso T. rex, no solo devoraban a otros dinosaurios, sino también a los de su propia especie, quizás tras una lucha a vida o muerte. No fueron los únicos. Un nuevo estudio publicado en la revista PLOS ONE señala que es probable que los alosaurios, unos grandes depredadores comunes del Jurásico, también fueran carroñeros y practicaran el canibalismo en tiempos de escasez.

No es fácil encontrar marcas de dientes dejados en huesos fósiles por dinosaurios carnívoros (terópodos), pero la cantera Mygatt-Moore de Colorado (EE.UU.), que data de hace 150 millones de años, es una excepción. Investigadores de la Universidad de Tennessee, en Knoxville, encontraron que casi el 29% de 2.368 huesos examinados de la cantera tenían estas marcas de mordeduras.

Tras analizar el daño dejado por los bordes dentados de los dientes de los dinosaurios, los científicos dedujeron que la mayor parte de los mordiscos fueron hechos por alosaurios, numerosos en la cantera. Si bien la mayoría de las marcas aparecieron en los huesos de dinosaurios herbívoros, aproximadamente el 17% estaban en los huesos de otros terópodos. De estas, alrededor de la mitad fueron dirigidas a partes del cuerpo menos nutritivas, lo que sugiere la acción de carroñeros que llegaron después de que los mejores trozos se hubieran descompuesto o comido por carnívoros anteriores.

Recursos limitados

Los autores sugieren que este hallazgo inusual es el resultado de un ambiente antiguo donde los cadáveres fueron enterrados lentamente, lo que proporcionó el tiempo suficiente para que los carroñeros los encuentren. Probablemente, explican, estos depredadores vivieron en un ecosistema estresado con escasez de alimentos. Además, dado que muchas de las presuntas marcas de mordeduras de alosaurios se encontraron en los huesos de otros alosaurios, estas podrían representar una rara evidencia de canibalismo entre dinosaurios, y la primera de este comportamiento en este depredador jurásico.

«Los grandes terópodos como los alosáuridos probablemente no eran particularmente quisquillosos, especialmente si sus entornos ya estaban limitados por los recursos. La búsqueda de carroña y el canibalismo definitivamente estaban sobre la mesa», afirma Stephanie Drumheller, autora principal de la investigación.

Dientes como cuchillos: un nuevo estudio profundizará en los fósiles de dinosaurios carnívoros hallados en Torrelara (Burgos)

La investigación permitirá saber más sobre el cambio de las faunas de dinosaurios jurásicos por otras más modernas del Cretácico

Diente de terópodo hallado en el yacimiento de Torrelara./ C.A.S.
DICYT - Una investigación tratará de obtener nueva información sobre el conjunto de dientes de dinosaurios carnívoros recuperados en el yacimiento de Valdepalazuelos-Tenadas del Carrascal (Torrelara, Burgos), que se está revelando como uno de los más importantes para conocer las faunas de dinosaurios en Europa durante el tránsito del Jurásico al Cretácico, en torno a 145 millones de años atrás. 

Esa época fue decisiva en el cambio de las faunas de dinosaurios jurásicos por otras más modernas del Cretácico, “aunque paradójicamente falta información para conocer los detalles de ese reemplazamiento, debido a la escasez de restos fósiles hallados”, explican en información recogida por DiCYT los responsables del Museo de Dinosaurios de Salas

Tal y como apuntan, existen indicios que hacen pensar que éste es un lugar clave para entender esos cambios faunísticos dentro de la Península Ibérica. “El yacimiento de Torrelara se encuentra en una posición privilegiada para desvelar aspectos de esa incógnita científica”, aseguran, algo que se ha puesto de manifiesto en las tres campañas de excavaciones realizadas en el yacimiento. 

Estas excavaciones han proporcionado varias decenas de dientes de dinosaurios terópodos (carnívoros y carroñeros), con una diversidad “sobresaliente”, según refleja la amplia lista de grupos de dinosaurios registrados. Una primera valoración realizada por el equipo propone la presencia de distintos especímenes de dinosaurios terópodos, entre los que habría megalosauroideos, alosauroideos y dromeosáuridos, lo que podría traducirse a su vez en la identificación de varias especies. 

Álvaro Simarro estudiando dientes en el Museo de Dinosaurios./ M. de Dinosaurios
Para el análisis detallado de los dientes se aplicarán métodos tradicionales de observación y descripción. Asimismo, se realizarán estudios estadísticos y se aplicarán metodologías como la morfometría geométrica, una herramienta potente de análisis cuya utilización en diversas áreas de la ciencia (Biología, Medicina, etc.) es creciente, así como el análisis multivariante que se apoya en software para hacer comparaciones morfológicas. 

“En el estudio de dientes de dinosaurios terópodos hay caracteres menos visibles como la forma general, tamaño o similares, otros detalles más sutiles han ganado importancia en este campo, como las señales de desgaste del diente, la forma y el número de los dentículos que hay en los bordes de los dientes, que recuerdan a los cuchillos de carne que utilizamos”, detallan los investigadores, quienes añaden que al subir los aumentos del microscopio, “se ve la superficie del esmalte con surcos o rayas”, lo que es importante para atribuir los dientes a un grupo o género de dinosaurio e incluso para hacer inferencias sobre el tipo de mordida que tenía el animal. 

Cuando se establezca la identidad de los dinosaurios carnívoros presentes en Torrelara, se podrá evaluar su papel en el ecosistema, su interacción con otros dinosaurios que les servían de presas, así como su relación con las faunas europeas contemporáneas. También se podrá saber cómo cambió la fauna de los dinosaurios terópodos en esa zona de la Sierra de la Demanda burgalesa desde el final del Jurásico (hace 145 millones de años) a la primera mitad del Cretácico (unos 125 millones de años atrás). Para ello, se llevará a cabo una comparación con la sorprendente diversidad de dientes de terópodos recogidos junto a Europatitán, cuyo inmenso esqueleto presentaba evidencias de haber sido carroñeado. 

El estudio será posible gracias a un convenio de colaboración entre el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes y el Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas (C.A.S.) por un lado, y las universidades de Valencia y Alicante, por otro. Así, el geólogo Álvaro Simarro Cano desarrollará un primer estudio en el marco de un Trabajo Fin de Master sobre Paleontología Aplicada dirigido por los doctores Carlos Martínez Pérez (Universidad de Valencia) y Fidel Torcida Fernández-Baldor (Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes).


miércoles, 27 de mayo de 2020

Taludes que explican el pasado del Bierzo: Los fósiles desvelados por la gran corta de Fabero

Durante décadas, la Gran Corta, situada en terrenos de las localidades bercianas de Lillo y Otero, fue la principal explotación minera de la cuenca de Fabero y la mayor mina de carbón a cielo abierto de toda España, con una extensión de más de 500 hectáreas de donde se arrancaron miles de toneladas del negro […]

Durante décadas, la Gran Corta, situada en terrenos de las localidades bercianas de Lillo y Otero, fue la principal explotación minera de la cuenca de Fabero y la mayor mina de carbón a cielo abierto de toda España, con una extensión de más de 500 hectáreas de donde se arrancaron miles de toneladas del negro mineral. Tras el punto final de la actividad extractiva, los taludes de esta “enorme cicatriz” exhiben los antiguos tesoros fósiles de plantas que habitaron la zona en el período en que el carbón empezó a formarse, hace 300 millones de años. Algunas de estas “huellas de la vida” se exhiben en el Aula Paleobotánica del municipio, un espacio alojado en las antiguas escuelas por el que han pasado en su primer año más de 1.300 personas, según explica el presidente de la asociación que en el futuro gestionará este equipamiento, Joaquín Ramos.

El parón burocrático ocasionado por la crisis sanitaria del COVID-19 provoca que la asociación aún esté pendiente de aprobar sus estatutos, lo que facilitará la relación con las administraciones y les permitirá optar a subvenciones. Además, la pandemia también dio al traste con los actos de aniversario del aula, que tuvo que suspender las charlas con expertos geólogos y las visitas guiadas a la Corta que tenían previstas. “Se fue todo a hacer puñetas”, lamenta Ramos. Asimismo, el periodo de confinamiento ha supuesto un freno a las actividades de campo en busca de nuevos fósiles, un impedimento que ha servido de acicate para “investigar un poco más”.

“Simples aficionados”

El germen de este proyecto surge del interés de alguno de los integrantes de un grupo de senderismo local por el área en la que se llevó a cabo la extracción de carbón. “Nos gusta recorrer la zona en la que vivimos”, reconoce Joaquín, que atribuye la idea original de la “recogida sistemática y metódica” de fósiles a José Anglés. Ellos dos, junto a Carmen González, Ernesto López y Chencho Martínez, son los principales impulsores de esta iniciativa, en la que se sumergieron como “simples aficionados”. “Cuando empezamos sabíamos lo que sabíamos, ahora sabemos un poco más”, asegura, con una sonrisa de satisfacción.

En ese proceso, fue capital la ayuda de Juan Rincón, de la asociación mineralógica Aragonito Azul. “Nos ayudó a ponerle nombre y apellidos a los fósiles que estábamos recolectando y nos puso en el camino”, cuenta Joaquín. En sus inicios, el grupo de entusiastas también contó con la ayuda de la asociación GeoBierzo, que se sumó a las tareas de identificación de los fósiles, así como de los expertos John Knight y Carmen Álvarez, del Instituto Paleobotánico de Córdoba, una de las instituciones punteras a nivel internacional en este campo, creada por iniciativa del principal estudioso del carbonífero, el holandés Roberto Wagner.

Una vez recopilados los primeros ejemplares, los integrantes del grupo que dio forma al proyecto se dieron cuenta de que necesitaban un espacio para almacenar y clasificar los fósiles. Al mismo tiempo, los más llamativos podían servir como atractivo turístico si se exponían al público, una idea que recogieron la concejala de Cultura, Susana Folla, y la alcaldesa, Mari Paz Martínez. Con la ayuda del Ayuntamiento, el aula paleobotánica empezó a tomar forma en el edificio que albergó el antiguo colegio Antonio Machado. “En la planta baja está montada la exposición y en la alta se realiza la selección y la preparación”, explica Joaquín.

Ligada a la oferta turística del municipio, que encabeza el pozo Julia, el aula ofrece al visitante la posibilidad de contemplar los restos fosilizados de antiguos helechos, semillas, hojas y troncos, acompañados de otras curiosidades como los guilielmites, fósiles orgánicos consistente en una especie de habitáculo creado por un ser vivo o los restos de unos pequeños bivalvos que demuestran que la zona estuvo atravesada por caudalosos ríos, con grandes avenidas que producían sedimentaciones muy extensas.

Potencial didáctico

Pecopteris, cyclopteris, anularias o calamites son algunos de los curiosos nombres que reciben los restos en piedra de estas arcaicas especies de plantas y árboles del periodo carbonífero superior. Ellos cuentan la historia de un tiempo en el que los terrenos de lo que hoy es el municipio formaban parte de un bosque en el que abundaban los helechos arborescentes y los grandes troncos conocidos como sigilarias, con alturas de hasta 40 metros y diámetros de hasta dos metros, así como las raíces que sujetaban a estos gigantes, que llevan el nombre de stigmarias. Además de las que se han podido trasladar al aula, en los terrenos de la Corta pueden observarse algunos ejemplos espectaculares de estos restos, que en muchos casos se tiene que dejar donde están ya que son muy pesados y están “muy tocados” por la acción del agua y el viento, lo que provocaría que se deshicieran en caso de querer rescatarlos. “Es raro encontrar un ejemplar completo, normalmente se encuentran sus partes desperdigadas”, explica Joaquín.

En ese sentido, uno de los objetivos de los impulsores del aula es promover que este enclave se explote a nivel geológico y que se saque provecho “didáctico” de las “zonas donde esos restos se pueden ver perfectamente”. Al respecto, Joaquín subraya que hasta que el terreno, que aún es propiedad de la empresa que disfrutó del último permiso de extracción, no pase a manos de la administración no será posible organizar visitas guiadas ni ningún otro tipo de actividad.

Más allá de su “riqueza geológica increíble”, los miembros del colectivo también consideran que los terrenos de la Gran Corta podrían acoger un parque temático con tirolinas y otras atracciones, así como un circuito de descensos que aproveche los distintos taludes y desniveles. Igualmente, los impulsores del aula destacan que alguno de las nueve balsas resultantes de la explotación minera también podrían acoger actividades acuáticas, como paseos en canoas, ya que su composición no es tóxica. Estos lagos artificiales también son los protagonistas de otro de los proyectos con los que se pretende poner en valor la zona, gracias a un recorrido senderista de unos 13 kilómetros bautizado como la ruta de los nueve lagos, que transcurre por terrenos de la antigua explotación en busca de estas masas de agua que adquieren los llamativos colores de los minerales que se encuentran en la zona, como hierro, aluminio o arsénico, debido a la descomposición de las rocas por efecto del agua.

Zona de interés geológico

En ese sentido, Joaquín hace un llamamiento para que la restauración prevista en este espacio no se limite al paisaje y el “importante patrimonio geológico” que esconden los taludes. “Si se tapa, se va a perder una riqueza enorme a nivel científico, sería un error, como quemar una biblioteca. Esta zona es un libro abierto de geología, donde cada talud tiene algo que contar”, explica entusiasmado. “No estamos en contra de la restauración, pero no debe ser un simple maquillaje”, resume.

Por su parte, la regidora del municipio agradeció el “”enorme esfuerzo, interés y trabajo” demostrado por los impulsores de este proyecto y confirmó que el Consistorio ya ha transmitido a la empresa pública Tragsa, encargada de la restauración que se tiene que llevar a cabo en la zona, predisposición a explorar las posibilidades de la Gran Corta como “zona de interés geológico”.

Al respecto, Joaquín apunta que otras zonas del municipio también son terreno fértil para el hallazgo de este tipo de restos. “Fabero está lleno de fósiles del carbonífero, cada pueblo del municipio tiene una o varias explotaciones de carbón y en las escombreras es donde se encuentran los fósiles”, explica. En ese sentido, las minas más antiguas, donde la explotación era manual o más rudimentaria, disponen de fósiles mejor conservados, mientras que en las más modernas y mecanizadas, los cepillos y rozadoras dejaban la piedra machacada y destruían los fósiles.

Hallan un nuevo yacimiento con restos de dinosaurio saurópodo en Morella

Un nuevo yacimiento con restos de dinosaurio saurópodo ha sido hallado en la Concesión Minera Vega del Moll en la Masía Palau de Morella (Castellón).

Fémur de un dinosaurio saurópodo. / JOSÉ MIGUEL GASULLA
Los restos recuperados corresponden a elementos esqueléticos de vertebrados y moldes de moluscos. La mayor parte de los restos esqueléticos, probablemente, pertenecen a un único individuo de dinosaurio saurópodo, aunque también se han reconocido restos óseos de tortugas y cocodrilos y dientes de dinosaurios carnívoros del grupo de los espinosaurios, según ha explicado José Miguel Gasulla Asensio, doctor en paleontología por la UAM, miembro del Grupo de Biología Evolutiva de UNED y director del seguimiento paleontológico de la Concesión Minera Vega del Moll.

La composición del nuevo yacimiento corresponde a la fauna de dinosaurios que habitó la comarca hace algo más de 125 millones de años, durante el Cretácico Inferior. De hecho, los dientes de carnívoros pertenecen a un animal semejante a Vallibonavenatrix cani, recientemente descrito en la cercana población de Vallibona y cuyos restos ya se habían identificado en la Cantera del Mas de la Parreta.
  
Los restos más relevantes son los del dinosaurio saurópodo, de unos 20 metros de longitud, del que se han podido identificar vértebras del cuello y del dorso, huesos de la cintura pélvica, como un isquion, y elementos de las extremidades anteriores y posteriores, destacando un fémur casi completo.

Los restos de este saurópodo presentan un "elevado interés científico", ya que, preliminarmente, se pueden atribuir a un representante del grupo de los titanosauriformes. La presencia de saurópodos titanosauriformes en Morella está documentada en yacimientos como El Canteret, Mas de Eroles, la Cantera del Mas de la Parreta, Mas de Romeu y, especialmente, en Sant Antoni de la Vespa.

Los recientes estudios sobre estos materiales apuntan a que los titanosauriformes presentes en el Cretácico Inferior de Els Ports pueden pertenecer a formas aún desconocidas que difieren en algunos caracteres con el resto de los miembros del grupo conocidos en la Península Ibérica. Sin embargo, la información disponible hasta este momento no ha sido suficiente para soportar de forma robusta esta propuesta.

La información que pueden aportar los restos hallados puede relanzar el estudio de estos dinosaurios y, por lo tanto, contribuir a mejorar el conocimiento sobre las faunas dinosaurianas de la Comunitat Valenciana y de sus relaciones con registros cercanos como el titanosauriforme Tastavinsaurus sanzi, encontrado hace unos años en Peñarroya de Tastavins (Teruel) en niveles estratigráficamente próximos, según ha subrayado el paleontólogo.

La recuperación de los restos fósiles se ha producido como consecuencia del control sistemático que se realiza en la concesión minera por parte de la empresa Vega del Moll y del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y ha contado con la colaboración de miembros de la Asociación Paleontológica de Vinaròs.

El asteroide que extinguió a los dinosaurios golpeó en el ángulo “más letal posible”

Estudio explica cómo un asteroide provocó la desaparición de los dinosaurios


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Estudio plantea cómo desaparecieron los dinosaurios 0:36

El asteroide del tamaño de una ciudad que golpeó la Tierra hace 66 millones de años, y condenó a los dinosaurios a la extinción, llegó desde el noreste con un ángulo muy pronunciado, maximizando así la cantidad de gases causante del cambio climático que fueron liberados en la atmósfera, según reveló un nuevo estudio.

El hecho de que el cráter Chicxulub de 200 kilómetros de ancho, ubicado en lo que hoy es México, se formó cuando el asteroide impactó y mató tres cuartas partes de la vida en el planeta, es algo en lo que la mayoría de científicos concuerdan. Pero la trayectoria y dirección de esa colisión sigue siendo un tema de debate.

En un nuevo estudio, un equipo internacional de investigadores señaló que sus simulaciones en 3D revelaron que el asteroide golpeó la Tierra con un ángulo entre 40 y 60 grados. Lo que Gareth Collins, profesor de ciencias planetarias en el Departamento de Ciencias de la Tierra e Ingeniería del Imperial College de Londres, describió como el peor de los casos para los dinosaurios.

“El impacto del asteroide desencadenó una cantidad increíble de gases causantes del cambio climático en la atmósfera, desatando una cadena de eventos que condujeron a la extinción de los dinosaurios. Esto probablemente empeoró por el hecho de que golpeó en uno de los ángulos más letales posibles”, explicó Collins, autor principal del estudio que fue publicado este martes en la revista Nature Communications, a través un comunicado.

Un cataclismo


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Asteroide que aniquiló a los dinosaurios formó estos fósiles 1:01

“Sabemos que este fue uno de los peores escenarios en cuanto a la letalidad del impacto, porque dejó escombros peligrosos en la atmósfera superior y los dispersó por todas partes, todo lo que llevó a un invierno nuclear”, agregó el científico.

Tal colisión probablemente desencadenó millones de toneladas de azufre y otros gases en la atmósfera, bloqueando el Sol y provocando un enfriamiento drástico del clima en la Tierra.

Estudios anteriores habían encontrado que el asteroide golpeó el planeta en un ángulo menos inclinado y vino del sureste, señaló Collins.

“Estos (hallazgos previos) se basaron en una interpretación diferente de los datos geofísicos que nuestro trabajo anula, y en observaciones en ese momento que sugirieron que la eyección del cráter era asimétrica, con más eyección en América del Norte (al noroeste) que en otros lugares”, explicó Collins en referencia al material que fue expulsado como resultado del impacto.

 “Observaciones más recientes han demostrado que la distribución de eyección es más o menos simétrica”, añadió a través de un correo electrónico.

El equipo de investigadores del Imperial College London, la Universidad de Freiburg en Alemania y la Universidad de Texas en Austin examinó la forma y la estructura del cráter, así como las rocas extraídas al perforar el cráter, que contenían evidencia de las fuerzas extremas generadas por el impacto.

“A pesar de estar enterrados bajo casi un kilómetro de rocas sedimentarias, es notable que los datos geofísicos revelen tanto sobre la estructura del cráter, lo suficiente para describir la dirección y el ángulo del impacto”, señaló Auriol Rae, investigador posdoctoral en la Universidad de Freiburg y coautor del estudio.



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El asteroide letal que no pudo con las bacterias 0:34

Esta información y otros datos se utilizaron para construir un modelo que simuló cómo se formó el cráter Chicxulub, determinando la dirección del asteroide y su ángulo. El equipo consideró cuatro ángulos diferentes: 90, 60, 45 y 30 grados.

Los autores explicaron que consideraban el ángulo de 60 grados como el más probable por la relación entre tres puntos del cráter: su centro, un anillo de montaña hecho de roca muy fracturada dentro del borde del cráter y el centro de rocas de manto elevadas y densas, a unos 30 kilómetros debajo del cráter.

En el cráter Chicxulub, estas características están alineadas en una dirección suroeste-noreste, indicó el estudio, y las simulaciones 3D del equipo en un ángulo de 60 grados reprodujeron las observaciones casi de manera exacta.

Los autores señalaron que ese ángulo de impacto habría producido más gases causante de cambio climático, como el azufre y el dióxido de carbono, que una colisión muy superficial o casi vertical.