El animal, de unos 30 cm de longitud, ocupó distintos mares
del mundo después de la desaparición de los dinosaurios
En la imagen, una anchoa de dientes de sable es capturada
por un gran
depredador marino - Joschua Knüppe
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Parece una criatura de pesadilla, pero es absolutamente
real. Medía unos 30 centímetros y nadaba en grandes bancos, como lo hacen sus
descendientes actuales. Vivió entre hace 41 y 54 millones de años, en un mundo
en el que ya no había dinosaurios, y estaba equipada con un único y prominente
diente de sable que surgía de su mandíbula superior.
Según un estudio recién publicado en la Royal Society Open Science, Investigadores de las universidades de Michigan, Oxford, Turín y el
Real Instituto Belga de Ciencias Naturales explican que cuando los dinosaurios
y otros grandes depredadores se extinguieron hace unos 66 millones de años, un
gran número de criaturas evolucionaron para ocupar los nichos que habían dejado
libres. Y las anchoas de diente de sable estaban entre esas criaturas. Muy
diferentes de las comedoras de plancton actuales, algunas anchoas antiguas, en
efecto, cambiaron hasta convertirse en voraces depredadores capaces de cazar y
devorar otros peces.
Para su estudio, los investigadores examinaron dos fósiles
encontrados en zonas muy diferentes del mundo: uno de 30 cm de longitud que
apareció incrustado en una formación rocosa cerca de Chievres, en Bélgica; y
otro fósil parcial encontrado en la provincia de Punjab, en Pakistán. Los dos
tenían edades comprendidas entre los 41 y 54 millones de años. Y tenían en
común el diente de sable de su mandíbula superior.
Los científicos utilizaron tomografías microcomputerizadas,
una versión reducida de la técnica que usan los médicos para escanear a sus
pacientes, y obtuvieron así imágenes de alta resolución de los cráneos de ambos
peces. Imágenes que revelaron la presencia de hileras de colmillos en las
mandíbulas inferiores de las anchoas y un puntiagudo diente de sable en la
mandíbula superior. El fósil de Pakistán era una nueva especie, y los
investigadores lo llamaron Monosmilus chureloides, en honor del
"churel" una criatura mítica de colmillos afilados que puede cambiar
de forma y aparece en muchas leyendas del sur de Asia.
El análisis de los detallados fósiles reveló que ambos
especímenes son primos cercanos de las anchoas actuales. Aunque a diferencia de
sus parientes modernos, que son dóciles, estas antiguas criaturas probablemente
utilizaban sus afilados colmillos para enganchar a sus presas.
El inesperado hallazgo ilustra a la perfección el
extraordinario ajuste evolutivo que siguió al evento de extinción del
Cretácico, cuando un asteroide de 10 km de diámetros chocó contra la Tierra y
causó la desaparición de cerca del 70% de todas las especies vivientes tanto en
el aire como en la tierra y el mar. La Naturaleza empezó de inmediato a
rellenar los huecos dejados por los dinosaurios y las anchoas, igual que muchas
otras criaturas, se aprovecharon de ello.
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